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Por Laura Alvarez Chamale, El Tribuno
1 DE Mayo 2012 - 09:59
Personaje nefasto si los hay. La dictadura que lideró Videla en Argentina estuvo signada por la omnipotencia, el desborde, la impunidad y la muerte. A los 86 años, preso en el ocaso de su vida por violar los derechos humanos, el dictador se sentó frente al periodista Ceferino Reato para desnudar la dictadura que manchó con sangre y dolor la historia nacional.
De 20 horas de entrevista surgió el libro “Disposición final: La confesión de Videla sobre los desaparecidos”, cuya lectura revela la perversa trama de poder de los años ‘70 y deja comparar la cosmovisión vital de Videla con la tesitura nazi, sobre todo en el desprecio por la vida del otro, del que representa lo contrario. Por eso el libro de Reato se llama ‘Disposición final‘ y representa en terminología militar “sacar de servicio lo inservible”. Queda claro en el libro que la desaparición de miles de argentinos en esos años, respondía a la loca idea de disciplinar con muerte a un país anarquizado. Ceferino Reato, editor de la revista Fortuna y autor del best seller Operación Traviata y de Operación Primicia, mantuvo veinte horas de entrevistas con Videla entre octubre de 2011 y marzo de 2012 en Campo de Mayo. Cuenta su experiencia a El Tribuno.
¿Por qué “Disposición final”?
Es el nombre de entrecasa que éste método tenía para los militares. Son dos palabras de la jerga militar. Cuando un par de botas ya no sirve más, se usa decir que pasen a disposición final
¿Cómo logró esta entrevista?
El recién empieza a hablar a mediados de 2010 en la causa contra él, Menéndez y otros en Córdoba, bajo la forma de alegatos e intervenciones. Yo le pregunté cuando lo vi cuántas entrevistas había dado en los últimos cuatro años desde que volvió a la cárcel (porque antes estuvo bajo arresto domiciliario) y me dijo que cuatro: una a un abogado argentino, otra a una periodista colombiana, otra a un periodista español y la cuarta a mí. No había otro periodista argentino que la hubiera pedido.
¿No es raro que otro periodista argentino no lo haya pedido?
No me parece raro. Acá prima mucho lo políticamente correcto. Es decir, para hablar de los ‘70, muchos periodistas prefieren a personajes mejor vistos por los Derechos Humanos y por el kirchnerismo en general.
¿Fue difícil estar frente a él?
Traté de tomarlo como un personaje de la historia y lo explico en la introducción de mi libro. Eso me permite una distancia que es una avenida de dos manos, que por un lado me hace controlar las emociones y las pasiones que yo pudiera tener, para poder volcar el contenido, la información para el lector que es el editor último del libro. Por otro lado me permite una distancia que no quita la cortesía que uno debe tener en todas las relaciones más allá del personaje que uno tiene al frente. Si no sos cortéz, es difícil que el entrevistado te conteste las preguntas. Videla es un hombre de 86 años, que aunque se lo ve bien de físico, no da para agarrarlo del cuello y estrujarlo.
¿Lo encontró lúcido?
Si. Me sorprendió la forma como contesta con total dominio de sus recuerdos y un lenguaje muy articulado, frío y descarnado. Como si los hechos hubiesen sido cometidos por otras personas. Igual se hace cargo de todo y cree que Dios lo protege con una manera particular de sentir el catolicismo.
¿Reconoció la muerte de unas 8 mil personas?
Dijo que era poner un número a las personas que debían morir para ganar la guerra contra la subversión y a partir de ahí hace toda una explicación de por qué no podían ser fusiladas ni llevadas a la justicia.
Hablamos de 30 mil desaparecidos, ¿qué dijo de la diferencia?
En uno de los videos que logré grabar, porque ahí no se puede filmar, Videla dice que la diferencia no importa, que lo importante es el hecho, que 7 mil, 8 mil o 30 mil, no hace la diferencia cuando se trata de la subversión.
¿Mostró arrepentimiento?
Explicó la visión que tenían ellos pero no muestra ningún tipo de arrepentimiento. Aunque con respecto al golpe de 1976, desde el punto de vista estrictamente militar, dijo que no necesitaban el golpe porque ya contaban con todos los instrumentos necesarios para la lucha contra la guerrilla. Había una disposición del ministro del interior Robledo para desplazar por una vía constitucional a la presidenta Isabel Perón y nombrar a su sucesor natural que era Luder, pero Luder dijo que no porque no iba a ser el traidor de la viuda del general. Cuenta Videla que ahí, con Massera, decidieron que no había otra opción más que el golpe.
¿Qué empresarios le decían a Videla que se quedaron cortos con los desaparecidos?
Le pregunté puntualmente y me dijo: “no hay nombres”.
¿Habló del robo de niños?
El reconoce que hubo robo de bebés, pero que fueron delitos cometidos por policías o militares por la falta de control. Aseguró que no hubo un plan sistemático de robo de bebés con órdenes emanadas de él o de los jefes de las zonas en que estaba dividido el país para la represión.
¿Le preguntó de casos como el de la hija de Estela de Carlotto?
Le pregunté de algunos casos, pero me dijo que los jefes de zona tenían autonomía operativa y podían decidir sobre la vida de las personas con un método que explico en mi libro, y le informaban a él solo en los casos más relevantes, que podían tener consecuencias dentro de las Fuerzas Armadas.
¿Habló de Firmenich y Santucho?
Sí. El establece una clara diferencia entre el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y los Montoneros. Dijo que el ERP era más enemigo desde el punto de vista militar e ideológico, en cambio de los Montoneros dijo que en el ejército siempre había dudas porque como su origen era católico, conservador, y nacionalista en muchos casos, se manejaban con ellos de otra forma. De Santucho asume que fue su orden la que hizo desaparecer el cuerpo, y de Firmenich habló de relaciones con Massera y de encuentros en París.
¿Qué dijo Videla del mundial ‘78? Porque mucho se habló que arreglaron el triunfo argentino.
Me contó que varios generales y almirantes querían cambiar a Menotti por estar vinculado con la izquierda, y que él lo retuvo. De los peruanos dijo que no hubo compra de jugadores de ese equipo, que al menos él no desembolsó un peso. Es lo que él dice.
¿Y de la guerra de las Malvinas?
Dijo que desde el ‘78 la Armada tenía planes de invadir las islas. En ese momento el objetivo era, igual que en el ‘82, un renacimiento del proceso militar. Tenían un ánimo belicista fuerte, ellos tenían una gran autonomía de la sociedad, habían concentrado de tal modo el poder que sentían que podían hacer lo que querían. Por eso creo que no fue un golpe cívico militar. En realidad, los que hablaban que el gobierno debía ser una convergencia cívico-militar eran de la cúpula del Partido Comunista desde 1975. La dictadura fue un gobierno militar, claro que contaron con colaboradores y sostenes en el empresariado, especialmente los que compartían la visión neoliberal de Martínez de Hoz, pero eso fue por un par de años, porque a principios del ‘77 comienza la pugna entre los grupos de Massera y de Videla, y esta división se da también dentro de la política económica: los más duros cuestionaban a Martinez de Hoz y los más blandos lo defendían.
¿Qué viene a mostrar este libro?
Traté con este libro de reconstruir la dictadura por dentro con entrevistas a sus protagonistas, porque vale decir que no es sólo una entrevista a Videla, sino a funcionarios, a empresarios de la época. Fue una dictadura con características muy argentinas, un liderazgo muy improvisado, omnipotente, que trató de fundar una nueva Argentina. Interesante para saber y analizar.