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La última semana fue una de las más tensas desde la crisis del default, devaluación y pesificación, a comienzos de 2002.
20 DE Mayo 2012 - 21:31
A diferencia de 2002, el fenómeno ocurre cuando se inicia la mayor oferta de dólares por la venta de la cosecha gruesa y del complejo oleaginoso, afectada en cantidad pero favorecida por la suba del precio internacional.
Las tensiones se manifestaron en el circuito marginal (blue o paralelo) y en el sofisticado proceso de compra local de bonos dolarizados con pesos que cotizan en Wall Street, en el que luego se venden, dado que en el canal oficial persiste el ancla como control de la inflación oficial, en el rango de un dígito, pese a que el aumento del costo de vida se ubica en 23% anual y se proyecta a más de 35% en la percepción de las familias.
Eso explica que el mercado, que históricamente ha mostrado que cuando se le habla con el corazón siempre responde con el bolsillo, tomó el mensaje no solo como una señal de preocupación, porque se introdujo una traba a la única fuente de divisas, sino que entendió también que las medidas a tomar se iban a encaminar hacia la agudización de los controles y la amenaza de severas sanciones fiscales.
Alerta de la AFIP
La AFIP alertó a quienes hicieron operaciones con dólares sin haber estado registrados como compradores en el canal oficial que serán llamados a declarar el origen de las divisas, y hasta envió a la calle gendarmes y perros en busca de operadores marginales, como finalmente ocurrió con la detención de un “arbolito” en la peatonal calle Florida.
Desde que en la Argentina se aplican retenciones a las exportaciones, diferenciadas, según se trate de trigo, soja o petróleo, y algunos derechos a las importaciones, que en algunos casos llegan a 35%, rige un sistema de tipos de cambio múltiples, al que ahora se han sumado el oficial para determinados residentes que acrediten a los ojos de la AFIP capacidad de ahorro y financiero; paralelo o negro, para el resto. De ahí que no se entendió cuando la Presidenta habló de que no se aplicarán tipos de cambios diferenciados, en un infructuoso intento de revertir la fuga del peso y la caída de depósitos en dólares.
Las tensiones surgieron cuando, a contramano de las expectativas, la Secretaría de Comercio no flexibilizó, como dicen que había prometido, las autorizaciones de importaciones de insumos y productos de consumo final y de inversión que no se producen en el país.
Trascendió que se acumularon más de 30.000 autos en la Aduana de Zárate, a la espera de ser nacionalizados, y diversas industrias comenzaron a suspender personal por falta de materia prima y partes importadas esenciales, aun cuando no exigían muchos dólares. Incluso, algunos bancos pusieron trabas a los clientes que querían retirar depósitos en dólares de sus cajas de ahorro.
Esa escenografía potenció la repentina escalada del dólar en los circuitos en los que se pudieron conseguir, hasta alcanzar brechas de 25% a 35% respecto de la paridad oficial, con la desconfianza sobre la real disponibilidad de dólares en las arcas del Banco Central, cada vez más respaldadas con papelitos que solo compran los bancos.
Sostener el ajuste del tipo de cambio
Las reacciones de política apuntan a sostener un ajuste del tipo de cambio oficial a un ritmo cercano al de la inflación del Indec, sin dar señales de trabajar sobre los factores que impulsan la inflación real a tasas de más de 20% anual, con una emisión a ritmo de 31% anual, principalmente para financiar el gasto público. La mejora del clima de negocios es fundamental para que dispare la inversión y cerrar el capítulo del default con el Club de París, y así el país pueda retornar no solo al mercado de deuda internacional, sino a las demandas de divisas y del mercado de cambios.
El cepo a las importaciones y la pérdida de fuerza del consumo que liberó bienes para la exportación forzaron en los primeros cuatro meses de 2012 un salto del 55% en el superávit de la balanza comercial, con casi US$ 4.800 millones. Pero eso no alcanzó para devolver confianza a quienes buscan proteger sus ahorros con la compra de dólares, que hoy lucen caros, pero a ojos de mañana aparecen como baratos, porque el aumento del déficit fiscal de la Nación, lejos de revertirse, amenaza con acelerarse y generar mayor necesidad de financiamiento por la vía de la emisión, es decir, de la inflación. En la primera mitad de mayo las reservas en divisas del BCRA bajaron US$ 252 millones y desde el 28 de octubre de 2011 cayeron en US$ 6 millones, pese a que el superávit de la diferencia entre exportaciones e importaciones se estima en más de US$ 500 millones desde fines de abril y de casi US$ 6 mil millones en los últimos 6 meses y medio.