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Por Hugo Krasnobroda, El Tribuno
30 DE Junio 2012 - 20:17
La política, al igual que la vida, puede analizarse desde dos perspectivas: la del vaso medio lleno o la del vaso medio vacío. La conjunción de ambas, pocas veces realizada por los actores principales de la argentina, es la que otorga la mirada más precisa y menos sesgada de un hecho puntual, y por ende, la más cercana a una solución próxima de los problemas más complejos.
Si se observa el vaso medio lleno, la protesta de Hugo Moyano consiguió varios de sus objetivos iniciales. Logró acaparar toda la iniciativa política del país durante casi dos semanas y quedó ubicado como el dirigente de la oposición más temido por el Gobierno. Planificadamente, eso pasó pocos días antes de que el Ministerio de Trabajo vaya a declarar nula la convocatoria a elecciones en la CGT para el 12 de julio. La victimización, casi con seguridad, volverá a ser un argumento defensivo del camionero esta semana.
Si se analiza el vaso medio vacío, Moyano tuvo varios reveses de envergadura: el paro casi no se sintió, la convocatoria a la marcha no superó las 50 mil personas, sufrió algunas deslealtades en su núcleo duro y no consiguió la suba del mínimo no imponible de ganancias como se había propuesto. Lejos del mito popular, quedó claro el miércoles que una huelga nacional de camioneros -de no extenderse en el tiempo- difícilmente pare toda la actividad de una Nación.
Moyano está convencido de que hubo aliados suyos que no movilizaron lo suficiente a Plaza de Mayo y que la Casa Rosada tuvo mucho que ver en eso, pero también las apetencias personales de los gremialistas. Además, el camionero sufrió una baja impensada y rimbombante en su plantel estelar. El histórico abogado de Camioneros, Héctor Recalde, estuvo en el acto de Cristina en donde llovieron críticas a Moyano y ya parece haber cruzado de vereda.
La respuesta
El Gobierno, especialista en enfrentamientos álgidos y en el manejo del relato, acusó el golpe de la ofensiva y respondió con la dureza que lo caracteriza, pero con algunos errores llamativos en su manera de dirigirse a la sociedad. La noticia no fue que se vincule al paro con un intento desestabilizador; eso ya pasó con el campo, con los caceroleros, con los piqueteros, con los medios y con los empresarios. Lo sorprendente fue la argumentación. Comparando la situación actual con la de 2001, la Presidenta buscó instalar que en Argentina ya no se protesta por el hambre sino por las consecuencias del crecimiento. Es una visión muy particular de los hechos, si se tiene en cuenta que los reclamos más duros en la época de De la Rúa y Duhalde eran producto de la clase media que había quedado atrapada en el corralito.
La negación de la inflación sobrevoló toda la extensa cadena nacional del martes, convocada para anunciar una línea de crédito para jubilados y transformada rápidamente en un ring de batalla elíptica con Moyano. Al igual que con la avanzada del camionero, con el análisis de la respuesta de Cristina también debe hacerse una “sintonía fina”, como a ella misma le gusta llamar.
Si se mira el vaso medio lleno, la jefa de Estado logró desvirtuar parcialmente la generalización que había sobre el impacto real del impuesto a las ganancias, señalando que solo el 19% de los trabajadores en blanco lo pagaban. Además, consiguió desactivar la presencia en la marcha de muchos gremios que supuestamente asistirían, aislando aún más a Moyano de buena parte del movimiento obrero movilizado.
La otra parte del vaso, la medio vacía, también tuvo condimentos imposibles de pasar por alto. Cristina reivindicó los aumentos salariales superiores al 20 por ciento sin decir una palabra de que la inflación anual es cinco puntos mayor. La declaración no cayó bien en los sectores del trabajo. Tampoco pasó inadvertida la quita de la Policía del acto de Moyano; cualquier incidente, por menor que hubiese sido, hubiera caído directamente sobre esa curiosa decisión. Estaba claro: Cristina buscó alejar a la clase media, la más afectada por el impuesto a las ganancias, de la Plaza de Mayo.
Pero lo que más sorprendió fue la virulencia con la que la Presidenta politizó el accidente en Chubut donde murieron doce personas. Adjudicar ese choque a una protesta gremial rozó directamente el absurdo, y mucho más cuando se amparó en esa tragedia -de la que olvidó homenajear a los choferes muertos- para sacar a Gendarmería de los conflictos provinciales.
Las trabas
Las restricciones comerciales de la Argentina, en momentos de bajo crecimiento y menor consumo, son una medida muy difícil de entender desde la lógica económica. Quien asegure que tener roces importantes con su principal socio ayuda a la producción nacional miente. Brasil respondió con todo al cierre de sus exportaciones a la Argentina y provocó, con sus trabas al país, el cierre de la principal aceitunera argentina. El Mercosur, piedra angular de la gestión de Néstor Kirchner, ya es un bloque regional carente de sustento. Las trabas con miembros plenos del Mercosur van en sentido opuesto a la leitmotiv del bloque regional, que es el intercambio libre.