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Por Federico Pinedo, presidente del Bloque PRO (Diputados)
17 DE Septiembre 2012 - 16:27
“La capa de la civilización es muy finita”, decía mi abuelo, seguramente como reflexión después de las matanzas de nazis, fascistas y stalinistas en la primera mitad del siglo pasado. ¿Cómo un pueblo culto puede caer en cimas tan altas de degradación humana, de autoritarismo de los que mandan, de excesos brutales de poder?
La respuesta es “de a poco”. Un poquito cada día, de modo que el pueblo se vaya acostumbrando a atrocidades cada vez mayores, sorprendiéndose un día de un abuso que creía inimaginable, para aceptarlo al día siguiente frente a un abuso mayor.
Cuando Mauricio Macri era diputado y tuvo que tratar el presupuesto de 2005, en el que el Congreso votaba un artículo que le permitía al Poder Ejecutivo cambiar todo el presupuesto que aprobara ese mismo Congreso lo que se denominó “superpoderes”- hizo un discurso en el que recordó la anécdota del sapo, que si se lo echa en agua hirviendo, salta de la olla y se salva, pero si se lo pone en agua fría y se la va calentando, no salta y muere quemado.
De 2005 hasta acá, nos hemos deslizado por una pendiente de autoritarismo creciente, que ya asusta. Recordemos la falsificación de los índices del INDEC.
Recordemos la impunidad de unos señores del gobierno y cercanos a ellos agarrados con una valija con 800 mil dólares de contrabando (caso Antonini); de coimas reconocidas por quién las había pagado, pero descartadas por los jueces (caso Skanska); de una ministra con un ladrillo de dólares en el baño del ministerio; de una empresa de los compadres del vicepresidente y que le paga las vacaciones en Estados Unidos al hermano del vicepresidente (caso Ciccone).
Recordemos las persecuciones a opositores como el invento del caso de las escuchas contra Macri, las acusaciones de tráfico de efedrina contra de Narváez o la persecución penal a varios diputados que defendieron las reservas del Banco Central (tuve el honor de ser uno de ellos).
Recordemos las órdenes telefónicas para que bajen cargas de carne de los barcos; para que no se suba un precio; para obligar a compradores de tornillos a vender vinos o cueros para poder ser autorizados a comprar lo que necesitaban.
Recordemos el desabastecimiento de tantas cosas, de bulones a remedios, por decisión de Moreno. Recordemos a ese funcionario con guantes de box para desarmar una reunión de directorio de una empresa privada. Recordemos a un juez de Mendoza tomando Cablevisión con Gendarmería por un supuesto problema en Salta.
Recordemos al Estado gastando cuatro mil millones de pesos en propaganda partidista en Fútbol para Todos, mientras prohíbe a los opositores contratar espacios radiales o televisivos. Recordemos la confiscación de los ahorros para la jubilación de todos los trabajadores. Recordemos que se tomaron empresas por decreto y sin pagar, sacando a sus dueños con fuerzas de seguridad de sus despachos (caso YPF).
Insulto por “cadena”
Recordemos a la presidenta insultando por cadena nacional a adversarios políticos o meros ciudadanos. Recordemos cómo utilizan la AFIP que está obligada a mantener secreto sobre los contribuyentes- para apretar a un señor por decir que vendía menos casas que antes.
Recordemos la represión de estos días de los trabajadores del Banco Ciudad, que manifestaban para que no les roben los depósitos y sus fuentes de trabajo con la sola finalidad de atacar a Macri. Recordemos los 30 muertos del accidente de tren de Once, porque no se usó la plata de los subsidios para mantenimiento, sino que se la llevaron. Recordemos al asesinado de Humahuaca en una pelea con el oficialismo por la usurpación de tierras. Recordemos que la presidenta, finalmente, dijo que quería que le tengan miedo.
Qué feo que en una democracia un representante del pueblo diga que quiere que ese pueblo le tenga miedo.
Autoritarismo en alza
El mundo del revés. El autoritarismo creciente. Por eso estamos discutiendo cosas para beneficiar a los políticos (como la autorización a los extranjeros para que voten al presidente, diputados o senadores de la Argentina), o a los chicos menores de 18. Por eso estamos discutiendo cosas que benefician a una sola persona, la presidenta, como la re-relección.
Pero la impunidad y el abuso nunca son eternos. La democracia es más importante que cualquier persona individual, aún de las que se llaman Kirchner.
La Argentina también es más importante que cualquiera de nosotros y que cualquier Kirchner.