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El gobierno de aquel país declaró el “estado de calamidad”.
11 DE Noviembre 2013 - 22:11
La desesperación de los supervivientes del tifón ‘‘Yolanda’’ persistía en Filipinas a tres días de su paso devastador por el centro y este del país, ante la escasez de alimentos y agua potable y las dificultadas para tener asistencia médica.
El presidente, Benigno Aquino, anunció el ‘‘estado nacional de calamidad’’ para acelerar los esfuerzos del gobierno por llevar ayuda a los afectados por uno de los peores tifones de la historia, reportó la agencia alemana de noticias DPA.
La declaración permitirá al gobierno controlar los precios de los bienes y servicios básicos y liberar fondos de emergencia con mayor rapidez. ‘‘En los próximos días les aseguro que la ayuda llegará más rápido’’, prometió en un discurso televisado.
‘‘Llamo a los ciudadanos a mantener la calma, a orar, cooperar y ayudarse unos a otros. Es la única forma en que nos sobrepondremos a esta tragedia’’, convocó el presidente y anunció que destinará 25 millones de dólares a crear fondos de ayuda, mientras 22 países han enviado asistencia.
La Agencia Nacional de Gestión de Desastres confirmó la muerte de 1.774 personas en el este del país, más de 2.000 heridos y al menos 82 personas desaparecidas, en tanto más de 9 millones se han visto afectadas, de las cuales más de 600.000 fueron alojadas en centros de asistencia.
En la provincia de Leyte, la región más afectada, el aeropuerto de la capital, Tacloban, estaba sitiado por cientos de personas que esperan recibir alimentos y agua.
Los primeros vuelos trajeron médicos que establecieron en la terminal un centro de atención de emergencia. Miles de toneladas de ayuda van de camino pero la distribución es complicada porque las calles están bloqueadas por montañas de escombros de varios metros de altura.
Los testigos hablan de un hedor insoportable por los cadáveres en descomposición y las autoridades locales preparaban fosas comunes para enterrarlos.
La policía anunció duras acciones contra quienes cometan delitos. ‘‘La gente dice que la situación obliga a las personas a acciones desesperadas’’, dijo el portavoz policial Reuben Sindac. ’’Tenemos comprensión, pero no podemos aceptar la anarquía’’, afirmó.
Miles de soldados removían escombros mientras equipos de ONGs humanitarias de todo el mundo llegaban a Filipinas e intentaban ir también a las islas más alejadas.
Se teme que hay miles de víctimas fatales en Leyte y en la vecina isla de Samar. La policía y rescatistas confirmaron la muerte de al menos 552 personas, la mayoría ahogadas por olas parecidas a las de un tsunami.
Reporteros que consiguieron llegar por primera vez en motocicleta a Guiuan, más al este, donde vivían 50.000 personas, mostraron imágenes de una increíble devastación: una torre de iglesia solitaria se yergue hacia el cielo y toneladas de rocas dispersas por todas partes. Numerosas casas y cabañas están destruidas y ningún rescatista ha llegado al lugar.
Pese a todo, no hay pánico.La gente recorre las calles en estado de shock y algunos buscan cualquier cosa de utilidad bajo los escombros, que se extienden por la costa a lo largo de kilómetros.