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La joven de 25 años es madre de un niño y fue vista por última vez el 16 de febrero de 2012, día que se le perdió el rastro.
15 DE Febrero 2013 - 23:30
A un año de la inexplicable desaparición de Marcela Mamaní (25), el caso continúa siendo un enigma. Su familia no quiere hablar y la causa sigue caratulada como “búsqueda de persona” en el Juzgado de Instrucción a cargo de Martín Pérez, ya que no se ha encontrado nada en la investigación que amerite cambiarla.
No hay pistas que permitan orientar la investigación y saber qué pasó realmente con ella. Lo mismo que ocurrió con María Cash. Ambas desaparecieron sin dejar rastros y nada parece indicar que se pueda llegar a buen puerto.
Los últimos momentos
Marcela desapareció el 16 de febrero de 2012. Los vecinos de Javier Aramayo (28), su pareja en ese momento, aseguraron haberla visto ese día en la casa que este tiene en el barrio Pablo Saravia.
Sobre este hombre recayeron las primeras sospechas. Según los familiares de Mamaní, Aramayo la golpeaba constantemente y por ese motivo ella lo denunció y la Justicia dictó una medida de restricción. Sin embargo, ninguno de los dos la cumplió. Aun contra la voluntad de su familia, Mamaní pasaba la noche en la casa de Aramayo y de día estaba con su madre. La joven no trabajaba pero cobraba la asignación universal por hijo, ya que es madre de un niño de cinco años. Desde su desaparición esa cuenta nunca tuvo movimiento.
El culto de San la Muerte
La familia de Mamaní no estaba de acuerdo con esa relación, a pesar que Aramayo vivió en la casa de la chica durante un mes. Pero cuando se enteraron que era un fiel devoto de San la Muerte y que seguía ritos extraños ya no lo quisieron en la familia.
“Dejaron de saludarme y comenzaron a insultarme”, le contó a El Tribuno, Javier “Indio” Aramayo.
La versión de Aramayo
La versión que contó Aramayo fue que Mamaní había estado en su casa entre el 14 y el 16 de febrero y que la tarde del 16 se retiró después de las 17 y le dijo que regresaría a la noche para que comieran unas pizzas, pero nunca volvió. “A las tres de la madrugada vinieron a mi casa dos cuñados de Marcela, Juan Carlos Sivila y Javier López. Ellos me dijeron que habían planeado juntarse en mi casa, pero yo no los había invitado y Marcela tampoco me dijo nada”, contó Aramayo. Los parientes de la mujer dijeron que habían estado esa noche en el salón bailable Pecas con ella y que allí habían quedado de juntarse en la casa de Aramayo al amanecer. En cuanto a la relación de pareja entre Mamaní y Aramayo, este último dijo: “Es cierto que teníamos discusiones y había golpes, pero en realidad nos golpeábamos mutuamente, éramos una pareja normal (sic)”.
El juez Martín Pérez ordenó el allanamiento de su domicilio y allí se encontraron elementos como prendas íntimas femeninas (tangas), que según su declaración eran “regalos” de sus exnovias, además de otros elementos. Sin embargo, luego de la investigación el juez Martín Pérez lo dejó en libertad por falta de mérito.
El amante
Pero el nombre de Aramayo no es el único que está en danza. En el transcurso de la investigación apareció un tal Mario Zurita (57), casado y con cuatro hijos que fue el amante de Mamaní, que no hizo aportes sustanciosos. Se supo que se comunicó con ella a través de celular, pero no se habrían visto.
Zurita la ayudaba económicamente, aunque sus aportes eran muy pequeños y le servían para alimentos y algunos gastos escolares de su hijo. Después de ser investigado, no se determinó que haya tenido que ver con su desaparición.
Los últimos movimientos
El juez Martín Pérez ordenó que se investigaran las casas de velatorios y los cementerios de las ciudades de Salta, Metán y Tartagal para conocer si algún familiar de Zurita o de Aramayo habían hecho uso de estos servicios. El resultado fue negativo.
En enero último se encontró un cráneo en la zona del dique Las Lomitas, que fue cotejado genéticamente, pero se determinó que nada tenía que ver con Mamaní.
En estos momentos la familia de la joven ha cambiado de abogado querellante y está tratando de encuadrar el caso dentro del delito de “trata de personas”. Si se le da curso a esta medida, la causa pasaría al fuero federal.
Carmen Fernández, quien también solía mantener fuertes discusiones con su hija, dijo que “si bien le tengo más temor a Aramayo que a Zurita, desconfío de los dos, pero no quiero saber nada de ellos y no quiero verlos nunca más”.
Los datos
Discusiones familiares. Marcela Mamaní solía tener discusiones con su madre cuando ella le pedía que abandonara a Aramayo.
Búsqueda. La Brigada de Investigaciones de la Policía provincial y la división Trata de Personas ha realizado rastrillajes.
Sin resultados. Hasta ahora la investigación ha sido infructuosa. La familia le pidió al juez que no abandone la causa.
Sin madre. El hijo de Marcela le pregunta a su abuela adónde está su madre y la mujer le responde que “está trabajando lejos”.