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El pico más alto del mundo está colapsado por la cantidad de alpinistas que lo pueblan durante el año. Algunos deben esperar largas horas para subir y esto produce congelamientos
17 DE Marzo 2013 - 22:18
Dicen que en la montaña más alta del mundo el mal de altura ya no es el único obstáculo a superar, sino que ahora se debe superar la presencia de otros hombres. La cima del monte Everest (8.848 metros) está colapsada por la cantidad de montañistas que la pueblan durante el año y esto ya ocasionó una importante tragedia en 2012.
En este sentido, el 10 de mayo de 1996 ocurrió la mayor tragedia en la historia del pico más alto del mundo, con ocho muertos entre sus dos caras, la nepalí y la tibetana. Mientras que el 19 de mayo de 2012 fue el segundo día más mortífero desde entonces: hubo cuatro muertos, todos en la ruta de Nepal, la más transitada.
Con la pared norte casi cerrada a los extranjeros (China ocupa desde 1959 el Tíbet e impone decenas de restricciones), miles de alpinistas eligen, obligadamente, la ruta que empieza en Katmandú, la capital de Nepal. El problema es que llega un punto en que todos, los inexpertos y los auténticos fenómenos de ese deporte deben confluir por una única cuerda.
“Treinta alpinistas en un fin de semana son asumibles, pero 200 no. Demasiada gente espera y eso provoca congelaciones. El problema es que todos atacan la cima en el mismo momento”, se quejaron los sherpas. Las cuatro víctimas del 19 de mayo pasado se dieron en uno de esos cuellos de botella, cuando 200 escaladores intentaban hacer cumbre en simultáneo.
La proliferación de montañistas-turistas, muchos de ellos sin la preparación adecuada, convirtió el Everest en los pasillos de un shopping en el que todos quieren converger en un único local: la cumbre.