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Hoy, se presentarán en el Patio Ameghino (Zuviría y Ameghino) a partir de las 20,30. Habrá invitados especiales.
26 DE Junio 2013 - 13:58
El grupo nació en 1987 con la fuerte presencia de una primera guitarra que fue un ícono en el rock salteño de los ’70. La trayectoria de Raúl “Pequiné” Lamas avalaba cualquier proyecto musical de valía; el Trío Horizonte y Erupción Rockal habían puesto una marca fuerte en la música eléctrica que se escuchaba en aquellos años en la ciudad cuna del folclore.
Fue protagonista de los días donde la música empezaba a tomar una dimensión opuesta a la experimentada hasta entonces.
Desde que Litto Nebbia hizo los primeros acordes de La Balsa y Moris pedía ser escuchado entre el ruido, nunca la corriente musical fue uniforme ni homogénea y además tuvo un nivel artístico ondulante, y en esa onda, el fenómeno cultural fue definido fuertemente por una actitud y un mensaje en clara oposición a lo establecido como rectilíneo por la sociedad. En ese sube y baja estaba la búsqueda de los “náufragos” de aquella generación que creyeron con más fe en la música que en otros caminos y vientos de cambio.
Es así que Pequiné encuentra el nombre de Niebla en una canción, pero no sería la gris niebla de las frías mañanas, sino la Niebla Púrpura del tema de Jimmy Hendrix que preguntaba angustiado al mundo, “¿ya es el mañana o es el final de los tiempos?”
Desde siempre el blues
Pequiné abrazó desde siempre el blues y el zurdo guitarrista de la psicodelia no sería el único que alimentaría las seis cuerdas de su Les Paul, sino también muchos de los desconocidos guitarristas que, por aquellos años, empezaban a darle a la guitarra eléctrica un lugar de privilegio en la música. En esa elección estarían Claudio Gabis, Pappo Napolitano, Luis Alberto Spinetta, y otros tantos hasta llegar a Luis Salinas. Pero el repertorio no se limitaría al de los guitarristas argentinos, también sumaría a Muddy Waters, Di Meola, Santana o los Fattorusso, por decir algunos.
Niebla lo integraban, por ese entonces, además de Raúl Lamas en primera guitarra, Cirilo Vargas en la segunda, Daniel “Palmito” Flores en el bajo y Orlando “Zapato” Jiménez en la batería.
Cirilo dejó el grupo y fue entonces cuando se suma Julio Lamas para aportar toda una impronta de experimentación con su guitarra sintetizada “midi”. Acá el horizonte del repertorio musical se ofrece infinito.
¿Quién influyó a quién es la pregunta obligada? y Pequiné se adelanta, “él marca el camino”, señalando a su hermano.
Unos años después Jiménez los deja y la formación se consolida en trío hasta el ingreso de Oscar “Chinato” Torres.
En ese ir y venir de integrantes, Torres se va y vuelve Jiménez, más tarde lo hace Flores y se incorpora Rodrigo Riccitano como nuevo bajista, aunque por un breve lapso. En el transcurso de ese mismo año se aleja nuevamente Jiménez y los Lamas hacen un dúo de guitarras. A fines de 1999 y con la incorporación del baterista Pablo Arnedo Jiménez, Niebla se refugia en un trío. En esos años comparten escenarios con músicos de jazz, rock y pop del ámbito local y nacional. En el repertorio se podía escuchar desde Wes Montgomery, George Benson, Pat Metheny o Luis Salinas.
Hoy, el grupo es un quinteto que lo integran los hermanos Lamas, Arnedo, Flores y el percusionista Jorge Leonel Vidaurre.
Casi desde sus inicios los distintos géneros musicales que abordaron se confundieron entre sí hasta mezclarse en una fusión que parece imprevisible, pero no lo es. Discernir entre jazz, rock, pop, música electrónica o experimental resulta una tarea, a veces, casi imposible y más aún si consideramos que entre estos estilos coexisten una multitud de diferencias. Estas cuestiones parecen no preocupar al grupo, ni siquiera el número de integrantes que van y vienen, a veces, como definiendo una característica. La amplitud y libertad musical son la consigna que impregna a cada uno de los músicos que pasó por Niebla y la vastedad del repertorio de temas así lo confirma. Pueden convivir temas como “La Pomeña” del Cuchi Leguizamón y “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Fito Paez.
El jazz
Mientras la música y la amistad se confunden en la casa de los Flores, en España al 2.100, Julio Lamas se anima un comentario para este cronista: “la elección del jazz quizá no sea casual, es la música donde nos movemos con más soltura. Sin prejuicios podemos abarcar desafíos dentro del género, hay una libertad que la disfrutamos tocando”. Y sin duda, el jazz no establece las limitaciones que en otros estilos sí están presente: una diferencia muy marcada entre el compositor y el intérprete, en el jazz las posibilidades de este último son infinitas. De esto se trata y está muy claro que en el caso de Niebla, es una actitud que manifiestan como artistas.
“De esto se vive en muchos sentidos, aunque este oficio satisface apetencias solo en el arte. Esto es una necesidad, una vocación, una forma de desarrollar tu propia experiencia”, dice Julio como confirmando aquella actitud de la que hacíamos referencia.
“La premisa es hacer música, sin ataduras y con un único objetivo, ser honestos con nuestro auditorio. Aunque sabemos de las limitaciones que puede tener una elección, no nos preocupa porque gozamos de la propuesta. Cuanto terminamos una presentación nos damos cuenta que el público son los amigos”, dice Julio. Y si hay una deuda con ese público es un disco que todavía no grabaron, las limitaciones económicas siempre están aunque a los Niebla no les preocupa. Ya llegará parecen decir todos, todo tiene su tiempo.
“Sentimos mucho respeto por lo que hacemos y todos los días nos exigimos más. La música es algo serio y no lo olvidamos”, agrega Pequiné.