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La ciudad podría enfrentar una crisis como la que ya sufrió en la década del 70. “Hay que tomar las decisiones difíciles”, dijo.
9 DE Agosto 2013 - 02:24
Las consecuencias de la crisis financiera global se hacen sentir cada vez con más fuerza en las ciudades de Estados Unidos, donde comenzó la ola expansiva. Después de la quiebra de Detroit, ahora Nueva York corre el riesgo de caer en bancarrota, según advirtió el propio alcalde, Michael Bloomberg.
El gobernante neoyorquino, que próximamente terminará sus doce años de mandato, dijo que lo que ocurrió en Detroit debería servir como lección a todas las ciudades, y agregó que Nueva York debe controlar su gasto previsional y de salud pública, que ya la llevaron a la quiebra en la década del 70.
“En la ciudad de Nueva York ese riesgo es aún muy real”, dijo el alcalde, en un discurso que brindó ayer en Brooklyn y que fue reproducido por la agencia Bloomberg, cuyo principal accionista es el funcionario.
“Muchas ciudades en EEUU deben enfrentar la perspectiva de que las pensiones serán una porción cada vez más sustantiva de su presupuesto. Y Nueva York no es la excepción”, precisó.
Tomar el toro por las astas
“La idea de que nuestros costos de pensiones pueden ser reducidos sustancialmente a través de aumentos en rendimientos del mercado es una fantasía perpetuada para evitar las decisiones difíciles que debemos confrontar hoy. Evitando las decisiones difíciles es como Detroit fue a la bancarrota. Y es el camino hacia la ruina para cualquier ciudad”, agregó el alcalde.
El mensaje de Bloomberg tenía un claro destinatario: el político que lo sucederá después de las elecciones municipales del 5 de noviembre. El gobernante brindó dos consejos para quien tome la posta: apoyar la diversificación de la economía a través de los cinco distritos de Nueva York y negarse a firmar contratos laborales, excepto que los trabajadores estén de acuerdo con contribuir más para su retiro y planes de salud.
“Visión a corto plazo, corrupción, mala administración y, quizá, la más peligrosa de todas, intereses particulares”, podrían conducir a replicar los problemas que tuvo Nueva York en la década del setenta, agregó.