El diputado nacional Alfredo Olmedo realizó ayer algunas incursiones mediáticas en las que trató de explicar su contribución para la formación del quórum en la Cámara baja del Congreso. Su presencia facilitó que se pudiera tratar, a libro cerrado y sin trabajo de comisiones, el proyecto de Presupuesto 2014.

A pesar de que su discurso lo describe como opositor, Olmedo ha sido un aliado sistemático del oficialismo, a partir de su acercamiento al gobierno provincial. Sin embargo, le molesta sobremanera que los medios de comunicación lo presenten como oficialista. Ayer, al anunciarse su presencia en el recinto, muchas páginas digitales hablaron del “pacto” entre el legislador sojero, famoso por su gorra amarilla, su homofobia y sus propuestas sobre el restablecimiento del servicio militar y de la castración a los violadores.

En la fm 89.9, Olmedo aseguró que había votado contra el presupuesto y arremetió contra El Tribuno, que ya había advertido que el legislador iba a garantizar el quórum, para que comenzara la sesión, que en esos momentos estaba en duda. Además de la información que suministraban legisladores oficialistas, estaban frescos los antecedentes de su protagonismo en la votación de la reforma judicial y, poco antes, la del acuerdo con Irán por el atentado contra la AMIA. Decenas de diputados ratificaron ese “pacto”, pero ayer Olmedo insistió que se trata de un ataque de El Tribuno.

En una página paraoficial que participa de la campaña de Rodolfo Urtubey se le atribuyeron declaraciones agresivas, donde aseguraba que “El Tribuno le hace mal a la democracia porque tergiversa la información”.

La publicación urtubeycista le hace decir también que “ir a trabajar no es traicionar a la Patria. No le pueden seguir mintiendo a la gente, diciéndoles que el quórum es una herramienta democrática”. El medio amigo eludió preguntarle por qué, entonces, faltó a las sesiones donde sancionaron las leyes en defensa de los trabajadores rurales y de las empleadas domésticas. Anoche, Olmedo se negó a atender a este diario, que intentaba verificar si tales afirmaciones, que constituyen un agravio, eran de su autoría.