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Para el representante de la sociedad, los tres abuelos abusaron y asesinaron a la niña vendedora de pan casero.
31 DE Mayo 2014 - 02:38
En la jornada de ayer se ventilaron en el Tribunal de Juicio 1 los alegatos de las partes por el crimen de la niña Claudia Judith Palma, hecho ocurrido el 18 de mayo del año 1013, en la localidad de Joaquín V. González.
La nena, vendedora de pan casero, fue ultimada poco después de ser ultrajada de manera inhumana en el domicilio de los imputados.
No conforme con la violación de la pequeña, los tres abuelos segaron la vida de la víctima y pretendieron eludir responsabilidades arrojando el cuerpo a un baldío lindante con la propiedad.
Esta síntesis de los hechos fue la base de los alegatos sostenidos tanto por el fiscal Justo Vaca como por el abogado querellante y representante de los intereses de la familia Palma, Ramón Hadad.
La acusación fiscal contó con una profunda y certera investigación policial y forense, que se originó en el momento mismo del hallazgo del cuerpo de Claudia Judith Palma.
La búsqueda de la vendedora de pan casero de tan sólo nueve años en pocas horas se convirtió en una causa popular en Joaquín V. González y el hallazgo de su cadáver, ultrajado en vida, produjo una pueblada sin precedente en el corazón del departamento Anta.
La noche del 18 de mayo de 2013 terminó con la indiferencia pública de los gonzaleños, y miles de pueblerinos reclamaron con fuego, piedra y golpes una investigación sin cuentos. Tal vez por ello el celo de la instrucción judicial, quizá la presión ejercida hasta el último momento hayan hecho que en este caso, la prolijidad y la eficiencia fueran de la mano.
Nada le costó al fiscal agravar los delitos de los imputados, quienes en sus alegatos -teñidos de humanidad- evitó recordar públicamente los horrores y el martirio de una niña que la pobreza había lanzado a trabajar en las calles, con la única seguridad de la confianza pública.
Ningún argumento de la defensa pudo poner en duda siquiera una sola de las pruebas colectadas.
La sangre de Judith, derramada en la traición de la oscuridad, con la luz del sol del día 19 fue el sendero por donde la Justicia alcanzó al trío responsable. No fue la policía quien la halló su cuerpo hollado, fue un niño. Quizá, el amigo que nunca tuvo Judith para jugar y crecer, fue quien la despertó de su martirio y le abrió los ojos a la Justicia. Lo demás lo hizo la conciencia pública, herida por en lo más profundo.
Las últimas palabras antes de la sentencia podrán pronunciarlas los imputados Rubén Sixto Soria (84), Ramón Alberto Leiva (67) y José Insaurralde (48) el viernes 6 de junio, poco antes que el tribunal compuesto por los jueces de cámara Mónica Mudksi, Héctor Guillermo Alavila, y Martín Pérez dicte la condena que, se estima, será ejemplar.