Los caballeros y damas de Ceremonial y Audiencias de la gobernación de Salta no estaban conformes con la calidad, comodidades y aspecto de los baños del organismo, dependiente de la Secretaría General, a cargo de Ramiro Simón Padrós.

Les parecían “poca cosa”, anticuados, elementales. En otras palabras, no estaban esos baños a la altura de las altas y delicadas responsabilidades de las finas personalidades que se rebajaban a usarlos, por necesidad, se entiende. Había que superar esa triste realidad.

Y el clamor fue escuchado.

Así fue que el 11 de marzo de este año en el Boletín Oficial se publicó que había sido aprobada una partida de $246.354, 55 para encarar “refacciones en baños de la Dirección de Ceremonial y Audiencias Centro Cívico- .” Los trabajos los realizaría la empresa Francisco Sales Construcciones, en un plazo de sesenta (60) días. ­Ah! El secretario Simón Padrós aprovechó lo que se daba para remozar su despacho por un monto de escándalo. El diputado nacional Guillermo Durand Cornejo, furioso con la situación, sentenció que “este gobierno es como la mafia”. Y agregó este comentario: “Esta gente vive fuera de la realidad”. Y alguien que lo escuchaba metió su cuchara: ¿Para qué quieren vivir en la realidad si lo pueden hacer en esos coquetos baños?”

Hubo otras “novedades”, que no añaden ni quitan al fondo del asunto, como la lavada de manos de Fernando Holmquist, director de Ceremonial y Audiencias, que aseguró que él no tiene injerencia en la obra, y que el periodista debe pedir informes a Obras Públicas.

Se conoce que muchos empleados de la administración provincial se molestaron con el privilegiado trato que reciben los cercanos a Padrós, ­tan ceremoniosos ellos!

-­Esto es injusto!, dijeron. ­Para ellos baños flamantes y para nosotros mingitorios viejos!

Y eso que no opinaron los cientos de chicos de decenas de escuelas que se ven obligados a orinar en baños químicos, cuando tienen suerte y no se les cae el cielo raso sobre la cabeza.

Hay miles de familias salteñas que alientan el sueño de la casita propia. Los subordinados de Padrós y Holmquist son menos ambiciosos. Ellos se conforman con un lindo bañito.