Se podría asegurar que el lector común, el llamado “hombre de la calle”, ese señor o señora que de la estructura bancaria solamente conoce el uso de los cajeros, los que visita una o dos veces al mes para retirar su sueldo o su jubilación, el ciudadano común, digo, no entiende en su plenitud el trabalenguas nacido del enfrentamiento entre los diputados Miguel Calabró, del PJ, y Claudio del Plá, del Partido Obrero (PO).

Calabró pretende que se lo sancione al troskista por supuestamente haber instigado a los docentes que protestaban en la Legislatura a cometer actos de violencia en ese lugar.

Está de más decir que del Plá niega y afirma que Calabró “tiene la trasnochada idea que todo lo sucedido es por su culpa”, y añade que su acusador “no sabe dónde está parado”.

El asunto es que los dos hablan idiomas distintos.

Para Calabró los argumentos y acciones de del Plá no son otra cosa que frutos ideológicos (no lo dijo así pero alguien nos acercó esa traducción aproximada) del stalinismo, leninismo y castrismo que impulsaría el espíritu de Claudio del Plá, sin caer en cuenta que el troskismo de su acusado será astilla del mismo palo que esos ismos, pero la peor, como dice el refrán.

Al comienzo de este comentario nos referíamos a los bancos. Resulta que Diputados volvió en ley la prórroga anticipada del acuerdo con el Banco Macro para que esta institución prosiga funcionando como agente financiero de nuestra provincia hasta 2026. Tendrá el manejo de 15.000 millones de pesos por año (quince mil millones de pesos anuales).Y habrá que pagarle comisiones. En este punto apareció el debate puesto que por el manejo de un presupuesto provincial, un Banco de las características del Macro no cobra comisiones, sino que las paga (ver nuestra edición del miércoles 9 de este mes, página 24).

Y aquí sí que a Claudio del Plá le brotó todo el bagaje troskista que lo anima. Descalificó al Banco Macro, no utilizando fundamentos válidos, sino por el solo hecho de ser Banco. Así sirvió en bandeja el bofe para las burdas ironías del Indio Godoy, secundado por Miguel Calabró, sobre la ideología del líder del PO lugareño, que no es leninista ni castrista: es troskista. Hicieron una ensalada en la que mezclaron, o confundieron, el rock nacional con la chacarera moscovita.

Para finalizar, el Indio Godoy se pasó de ilustrado sosteniendo que lo que decide el Ejecutivo “no se discute”. ¿Para qué está la Legislatura entonces?