La herida del Mundial de Brasil todavía está abierta. Le cuesta convivir con las críticas por haber bajado su nivel justo cuando más se lo necesitaba. Pero más aún le cuesta aceptar que el momento de explotar era ese y pasó de largo. Por eso es que Lionel Messi analizó con su círculo más intimo la posibilidad de alejarse por un tiempo de la Selección Argentina, de bajarse, de renunciar. La combinación de la frustración por haber perdido la final de Brasil 2014 y el dolor por la crítica dejaron huella y ahora la prioridad ya no será la celeste y blanca.

Se dio en el contexto del debate por su supuesta decisión de no jugar y cuando no sólo había sido convocado por Gerardo Martino para el primer partido de su ciclo como DT sino cuando Tata había anunciado que el rosarino sería su capitán.

El delantero de Barcelona que en la temporada pasada fue duramente criticado por los hinchas del club blaugrana por considerar que no rendía en su máximo nivel para cuidarse con el objetivo de llegar al Mundial en plenitud, fijó ahora su mira en el equipo catalán del que quiere volver a ser el líder y con el que quiere recuperar las conquistas grupales e individuales que se habían vuelto costumbre desde la era Guardiola.

Con el Barcelona tiene por delante la Liga, la Copa del Rey y la Champions League, y quiere ganarlo todo. Está además a 7 goles de convertir se en el máximo anotador en la historia del campeonato español. Quiere volver a pelear mano a mano con Cristiano Ronaldo por ser el mejor futbolista del mundo.

La Selección está hoy en otro escalón. Volvería en octubre para el amistoso con Hong Kong en China, pero ya no será lo mismo. Messi sabe que su paso por el Mundial fue de mayor a menor y que los argentinos quizás no le perdonen eso ante sus pasos en falso con la albiceleste.