Como es habitual, el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa, y el administrador federal de ingresos, Ricardo Echegaray, anunciaron que una vez más en julio se superaron las marcas máximas, con un total de $145.998,6 millones.

"Los aumentos salariales, políticas destinadas al consumo y de infraestructura para el sector privado están manteniendo la recaudación, a pesar de una caída de los valores del comercio exterior", dijo el secretario de Hacienda, Juan Carlos Pezoa.

Pero de la planilla de recaudación surge que el impuesto inflacionario es el principal impulsor de los recursos, habida cuenta de que el gravamen que más crece es ganancias, con un salto de 52% por efecto de las crecientes alícuotas que pasan a tributar pequeños contribuyentes por la mera actualización de sus haberes salariales, mientras no ocurre lo mismo con el mínimo no imponible, y menos aún con los balances de las empresas.

Por el contrario, el tributo más ligado con el consumo, como es el IVA, registró en julio un incremento promedio de 28,3%, a tono con la tasa de inflación que miden las consultoras privadas. De ahí surge un virtual estancamiento de la demanda agregada. Lo percibido de este gravamen por productos nacionales se elevó 31,7%, mientras que por los bienes importados creció 21 por ciento. También acompañó al ritmo de la inflación el incremento de los recursos originados por el impuesto a los débitos y créditos bancarios, con 27,5 por ciento. Mientras que volvió a destacarse lo ingresado al Sistema de Seguridad Social, porque se elevó 40,7%, producto de que el promedio de los salarios se elevó 29,3%, pero en el caso del sector público incidió la ampliación de la nómina con altas remuneraciones que hizo que la masa salarial se acrecentara casi 40% en comparación con un año atrás. También este rubro recoge el efecto de los avances en materia de formalización del empleo marginal. Por el contrario, se mantiene rezagado el desempeño de los tributos vinculados con el comercio exterior, que en conjunto subieron 23,2%, por la conjunción del rezago del ajuste del tipo de cambio; la caída de las cantidades compradas y más aún de las vendidas, y por la generalizada baja de los precios internacionales de las materias primas que más comercializa el país.