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Alumnos del Tomás Cabrera pintan cuatro murales sobre los caídos en Malvinas, el general Martín Miguel de Güemes, personajes infantiles y la Salta turística.
11 DE Enero 2016 - 19:36
Es emocionante verificar que determinados murales son capaces de transformar los espacios de la ciudad. Con la vitalidad del arte se puede volver al saludable hábito de mirar hacia arriba y desaprender ese otro de enfocar la vista en las pantallas de los celulares. Con su lenguaje visual de alto impacto se consigue poner los sentidos en modo de disfrute, a la espera de captar un momento único e irrepetible. Con su vitalidad se logra renunciar al movimiento impiadoso del tráfico, a la vulgaridad de los simples giros en una concurrida rotonda e introducirse en un microuniverso.
Desde hace casi dos meses veinte pares de manos desistieron de vacacionar a tiempo completo y se embarcaron en una tarea para la que se debieron relacionar de otro modo con las inclemencias climáticas. Un utilitario pasa tocando bocina por debajo del puente de la rotonda de Limache. Unos brazos se agitan desde la ventanilla del acompañante: "¡Aguanten, chicos!", grita un preadolescente. El eco de su exclamación llega hasta los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes Tomás Cabrera, que levantan sus pinceles para corresponder al ánimo festivo.
El grupo ya está habituado a las manifestaciones de afecto, a los cumplidos -también a las críticas-, a las gaseosas y los vasos de plástico o los sándwiches que alguna vecina trajo, en humilde agradecimiento porque le están embelleciendo su ciudad.
Al ser en altura, la realización de cada obra se presenta a la vista del transeúnte como un verdadero despliegue cinematográfico. Una estructura metálica y andamios, un generador eléctrico, carritos de supermercado que transportan un numeroso conjunto de latas de pintura. Los curiosos llegan solícitos para atender a estos chicos salpicados de material o fotografiarlos mientras despliegan sus pinceles y aerógrafos.
Ailén Cruz (22), alumna de 3er. año del Profesorado de Arte, y Victoria Liendro (22), estudiante de 3er. Año de Diseño Gráfico, son las creadoras de la pared que homenajea a referentes infantiles locales, nacionales e internacionales.
"Fusionamos el diseño gráfico con el arte. A las cabezas las dibujábamos a mano y las vectorizábamos plano por plano y lo mismo hacíamos con la mayoría de los bocetos", explicó sobre el proceso Ailén. Para los no entendidos con vectorizar se refería a que separan a través de un programa de computadora las zonas que tienen luces de aquellas que quedarán con sombras. La pared que ellas diseñaron es un portento de formas, colores y equilibrios. Se adivina, además, vocaciones decididas al arte y otras a las que les gustaría dedicarse a la animación. Acerca de los motivos que trabajaron Victoria aportó: "Lo que quisimos hacer fue un homenaje a los ilustradores argentinos como Quino, Caloi, García Ferré y a humoristas como Carlitos Balá y Rubén Aredes". Con ellos convive la representación de José Pellucchi, fundador de los Payamédicos -una ONG que nuclea a 4.000 payasos de hospitales-, Walt Disney y el director de cine de animación e ilustrador japonés Hayao Miyazaki. Justamente esta mirada que integró a la prolífica familia del arte infantil levantó algunas voces en contra. "Recibimos críticas de que teníamos a muchos personajes internacionales y menos de acá", contó Victoria. Pero las chicas aclararon que ellas habían entendido este conjunto ecléctico como testigo de una cultura contemporánea, viva y en movimiento. "Ahora con la globalización hay una mezcla de personajes nacionales e internacionales que marcaron la infancia de los chicos de los 90. Tenemos muchos dibujos de Cartoon Network y Nickelodeon. También está Hayao Miyazaki, que es muy profundo para muchos de nosotros y cuyas películas está emitiendo Paka Paka", ahondó Victoria.
También los chicos le contaron a El Tribuno, sin el menor atisbo de queja, que el trabajo es sacrificado. "El estar tantas horas acá y el cargar con cosas pesadas te agota y vos decís: '¿Por qué estoy haciendo esto?', pero te das cuenta de que a la gente le está gustando y eso te motiva", dijo Ailén. "A los andamios y el generador, que son cosas repesadas, las traemos nosotros y las guardamos en la estación de servicio abandonada y con todo esto cruzamos la ruta", añadió Victoria. "Los que vivimos cerca nos vamos a almorzar en las casas y el resto se trae una viandita y se queda acá trabajando", aportó Samanta Chungara (20).
El muralismo se trata de una obra pactada y definida. Y sobre todo reparadora, porque antes de plasmar las pinturas sobre las paredes se las prepara y restaura. Es el caso, por ejemplo, de las caras internas de la rotonda de Limache. Pablo Estrada (26), técnico en Diseño Gráfico egresado del Tomás Cabrera, es quien diseñó los dibujos para ese tramo. En una pared graficó al Tren a las Nubes en su famosa toma sobre el viaducto La Polvorilla. En la otra registró el cabildo, la catedral y el convento San Bernardo, íconos de las postales salteñas. A pesar del cuidado trabajo, la lluvia arruinó sectores del mural que está siendo repintado. "Había pegatinas viejas y adheridas. Hay partes a las que veíamos limpias, pero ahora que lo terminamos vimos que donde había grafitis, pintura a la cal o engrudo el esmalte sintético no quedó bien", detalló. También tuvo a su cargo el mural que tal vez más vaya a interpelar a la sociedad salteña: el de las islas Malvinas. "Antes de hacerlo investigamos y hablamos con los veteranos salteños. Coincidimos con ellos en que no iba a denotar violencia ni a reflejar el sangriento combate", explicó Pablo. La obra presenta símbolos dolorosos para los exsoldados, que hoy la memoria recupera y resignifica como el ara General Belgrano, al que hundió el submarino enemigo Conqueror. Con esta maniobra el Reino Unido se cobró la vida de 323 argentinos y se permitió la superioridad naval en la zona. También se les hizo un homenaje a las madres de los combatientes, que están tejiendo la bandera argentina a la que hacen flamear las nuevas generaciones, custodios de que el conflicto por la soberanía se resuelva a través de la vía diplomática. Así es probable que mañana la rotonda de Limache deje definitivamente atrás sus paredes grises y abstractas y se conecte con estas obras al pulso de la ciudad.