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Rafaela y Severo preparan la mesa para comer con los muertos. Jan Touzeau
Hoy es el Día de las Almas y la familia de Severo Báez mantiene la ancestral tradición de compartir un tiempo y un espacio con los difuntos.
2 DE Noviembre 2017 - 00:00
En la mesa se disponen panes con diferentes formas al lado de figuras de angelitos, gauchos y animales domésticos. Hay arrope, chicha y botellas con rosquetes en los picos. En varios platos se pone mote, guiso, empanadas, coca, cigarrillos y anchi. Suman color caramelos y chupetines que se conjugan con las flores de papel crepé pegadas en la pared. Todo está listo para recibir a los muertos en la casa de Severo Báez.
"El 1 de noviembre es el Día de todos los Santos. El 2, el Día de las Almas", aclaró con el índice en alto Severo, profundo conocedor de la cultura regional, en su vivienda de Villa Primavera.
El hombre y su esposa Rafaela Gaspar realizan desde que tienen conciencia, durante estos dos días, los ancestrales rituales para recibir a las almas y compartir con ellas un almuerzo.
Ayer comenzaron a preparar los panes con formas. La escalera es para que bajen del cielo. No puede faltar lo que los muertos disfrutaban.
"Si al difunto le gustaba el locro hay que hacer locro. Si era bebedor hay que poner vino, chicha y cerveza. Si era fiestero hay que cantarle con la caja. Es un espacio de tiempo para compartir con nuestros familiares y amigos difuntos", dijo Rafaela mientras trajinaba los alimentos.
"Nuestras creencias provienen de tiempos inmemoriales. Son creencias del inca y, por lo tanto, vienen de los pueblos que habitaban las zonas altas de lo que hoy es NOA. Rafaela es de Cieneguillas, departamento Santa Catalina, provincia de Jujuy. Ahí está la Puna de Argentina, Bolivia y Chile.
"Yo vengo de San José de Cachi. Y las tradiciones son las mismas. Hay un universo cruzado, un umbral entre los vivos y los muertos que se abre. Es ahí donde aprovechamos los vivos para atender bien a nuestros difuntos. Esto no es algo triste sino que lo vivimos con alegría", dijo Severo.
En la interpretación del ser andino, en la de Báez, la muerte no es la tragedia occidental. Para el andino, la muerte es una parte más de la vida y el vivo convive con el muerto con toda naturalidad.
"La muerte es un paso más por la vida. La muerte es la vida purificada. Yo no creo en el infierno porque el averno es esta vida de sufrimiento. Esta vida que ahora nosotros experimentamos está llena de castigos y cuando nos morimos nos glorificamos en ese largo camino al cielo", dijo Báez.
"El día que yo me muera, no me recen un bendito, cántenme coplas alegres báilenme un carnavalito", canta Rafaela en una copla coqueada.
"Es un murmullo, son los vientos del oeste que las almas hacen bajar de la Puna para avisarnos que ya están llegando", dice Rafaela, blanqueando los ojos.
A la tarde llegaron las "rezadoras" y las oraciones se repitieron hasta pasada la medianoche.
"Ahora rezamos por mi tía Anita, que es un alma nuevita porque falleció hace poco. Rezamos un rosario completo por ella porque sabemos que el camino al cielo es muy largo", dijo Rafaela.
Hoy será el turno del "despache" de los muertos, que consiste en compartir un almuerzo con ellos e incluso ofrecerles comida "para llevar". Esta es una costumbre muy antigua que remite a la Puna, en donde el dueño de casa envolvía alimentos para que el visitante coma en el camino. A la tarde, la familia Báez irá al cementerio de Villa Mitre, donde recordará a los familiares muertos.
"Allí también llevamos juguetes para los más chiquitos y las golosinas, comidas y bebidas que les gustaban", dijo Rafaela, describiendo quizás una de las imágenes más fuertes del ritual.
Los cementerios colmados de familiares con flores de vivos colores, comidas y bebidas sorprenderán hoy a los que no son locales. Se trata de tradiciones que parecen estar resurgiendo.
Por la tarde noche, los Báez volverán a su casa y se realizará la típica corpachada a la Pachamama. Le darán platos, bebidas, coca y cigarrillos a la Madre Tierra.
Lo que quede de comida se repartirá entre los presentes. Cada vivo se irá a su casa y cada muerto volverá a su lugar para seguir descansando en paz.
“Queremos llevar nuestra chicha”
“Cuando yo era chiquita, mi mamá, que se llamaba Ildifonsa Cruz, y mi papá, que se llamaba Modesto Gaspar, me llevaban caminando hasta el cementerio de Cieneguillas. Toda la comida, las flores y la bebida la cargábamos en un burrito que teníamos. A mí me gustaba ver a todas las familias que le deban color a ese campo santo ocre. Ahí le dábamos de comer y beber a nuestros muertitos y pasábamos un día de felicidad. Ahora, la Municipalidad no nos deja entrar con alcohol al cementerio. Nosotros queremos llevar nuestra chicha y nuestro vino para convidarles a nuestros difuntos y cumplir con nuestro el ritual ancestral. No nos dejan y estamos muy tristes. Sabemos que nuestro intendente, cuando sepa esto, lo va a solucionar”, aseguró Rafaela Gaspar, esposa de Severo Báez.
La vecina hizo este pedido a Gustavo Sáenz, tras contar la historia de cómo vivía esta fecha en su infancia. “Antes él siempre venía a nuestra casa”, recordó también sobre el intendente.
Los cementerios tienen todo listo
Tanto los cementerios municipales como los privados de la ciudad tienen todo listo para el Día de las Almas.
El cementerio San Antonio de Padua hoy abrirá sus puertas en el horario habitual, de 7 a 19, mientras que la tesorería trabajará de 8.30 a 12.15. Hoy habrá tres misas, a las 11, 16 y 17.30.
El director del cementerio San Antonio de Padua, Alejandro Rodríguez, sostuvo que “para hoy se prevé un refuerzo en el personal, con 40 empleados trabajando, de los cuales algunos estarán durante todo el día asistiendo a los visitantes”.
También recomendó que la gente que se acerque a conmemorar a sus difuntos no llene floreros con agua para prevenir el dengue. Por otra parte, los empleados del establecimiento realizaron trabajos de repaso de pintura y una limpieza profunda para dejar en perfectas condiciones el lugar.
El cementerio municipal De la Santa Cruz abrirá sus puertas en el horario habitual, de 8 a 18, con atención normal del sector de cobranza.
José Cardozo, empleado del cementerio, manifestó que “las personas que tengan alguna discapacidad o certifiquen algún impedimento para movilizarse van a poder ingresar con vehículos, a los demás se les pide que por favor entren caminando para evitar tumultos en la entrada del establecimiento”.
El funcionario además solicitó que quienes deben actualizar sus datos o pagar cuotas atrasadas se acerquen a la administración.
Con respecto al cementerio privado Pieve Santa Teresita, desde el día lunes está realizando tareas de mantenimiento y, al igual que los municipales, abrirá normalmente sus puertas de 8 a 18. La misa para conmemorar a los difuntos se llevará a cabo hoy, a las 17.
El precio de las flores
En los dos cementerios municipales de la capital salteña se estima que el precio de los ramos de flores naturales va a rondar entre los 20 y 50 pesos. Las velas costarán alrededor de 10 pesos y las coronas, cerca de 30. En el cementerio privado Pieve Santa Teresita, por lo general, se colocan flores artificiales que van a salir entre 40 y 70 pesos.