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Mariana Carrizo será la anfitriona de “Jueves de comadres”, el 3 de agosto a las 21, en la Casa de la Cultura. La coplera propondrá un ritual con risas, baile, juegos y artistas invitadas.
31 DE Julio 2017 - 19:04
Cuando Mariana Carrizo cuenta anécdotas y en medio del relato se frena y dice: “Uy, pero de esto algunos de mi familia no sabían nada... Se van a enterar por el diario. Fijate cómo lo ponés, maquillalo vos”, es inevitable sonreír y asociar a esta mujer que se quedó encerrada en envase de niña con esas féminas indisciplinadas de los poemas de Gioconda Belli (Un trocito como muestra: “Desde la mujer que soy, a veces me da por contemplar aquellas que pude haber sido; las mujeres primorosas, hacendosas, buenas esposas, dechado de virtudes, que deseara mi madre. No sé por qué la vida entera he pasado rebelándome contra ellas”).
Mariana Carrizo es mamá, cuida su casa, sus plantas, sus perros y -seguramente- de vez en cuando amasa la masa, pero además es una trotamundos y su caja es la luna llena que le alumbra los caminos. La coplera, cantante, recopiladora y poeta oriunda de los Valles Calchaquíes le ha dedicado muchas veces sus espectáculos -en ese vaivén entre hondura filosófica y picardía que caracteriza a la copla- a las mujeres, sus hermanas, tratando de explicar cómo se siente el mundo a partir de una visión femenina que ya no es sometida ni limitada. “Echen coplas las mujeres/ como piedra de afilar/ pa’ que entiendan los varones/ dónde está la claridad”, canta Mariana e invita a un nuevo encuentro que denominó “Jueves de comadres. Un ritual de mujeres”. El espectáculo que se llevará a cabo el jueves 3 de agosto, a las 21, en la Casa de la Cultura (Caseros 460), será una divertida y profunda recreación del rito ancestral andino de tiempos del Carnaval. “Es un espectáculo que propongo a modo de celebración femenina. Tomo la esencia del Jueves de comadres, que es una reunión que protagonizan las mujeres, desde la algarabía, reivindicando sus libertades y derechos. Voy a estar acompañada de varias invitadas y va a ser un concierto diferente a todos porque su única pretensión será la de convertir los malos ratos que pasamos en esta sociedad machista en momentos de alegría. Y, desde ese lugar, sembrar una semillita de reconstrucción y de encuentro con nosotras mismas. Eso fue lo que a mí me dieron los Jueves de comadres desde el primer momento que los viví, de muy chica”, contó la coplera.
A pesar de la prohibición paterna, Mariana nunca se resignó a ver pasar de largo el Carnaval. Desde niña comprendió que esos días de albahaca y tierra mojada eran para dejar volar al espíritu en absoluta libertad: “Según mi papá yo tenía que estar en la casa por ser niña y por ser mujer. Pero yo me escapaba y me escondía detrás de las polleras de las señoras mayores, que me cubrían para que él no me viera y me llevase de vuelta a la casa, azotes de por medio”.
“El comadreo y la presencia de la mujer siempre han sido muy fuertes en mi vida. Me crié con mi abuelita en el primer tramo de mi infancia, rodeada de mujeres. Mi abuela era madre soltera; yo soy madre soltera. Tengo muchos Jueves de comadres en mi vida”, compartió.
Para Mariana, comadrear representa un encuentro con la matriz del espíritu femenino; la vivencia de compartir con complicidad las intimidades, secretos viejos y nuevos. Es un encuentro donde los dolores y malas ondas se transforman en risas, burlas, baile y juego, dando inicio a la gran celebración del “inmenso ser mujer” y de la vida que nos atraviesa. “Para mí el Jueves de comadres es sagrado. Creo que es el ritual que da a luz al carnaval. Eso es la mujer en la vida: la alumbradora. No tenemos que dejar que nadie nos apague”, comparó.
En el Jueves de comadres que se desatará en la Casa de la Cultura habrá comadres invitadas de distintas disciplinas (poetas, pintoras, cantantes), “vacuna” (la recibe al entrar cada espectador; puede ser un trago u otro presente), sorteo de canastitas de flores con divertidos obsequios sorpresa y comadre convidada (se elige por reglamento de comadres y es agasajada en el recital con algún regalo).
El ritual que compartirá Mañana Carrizo le traerá mil reminiscencias, algunas inconfesas hasta hoy: “He empezando un Jueves de comadres en los Valles Calchaquíes, en Salta, y lo he terminado en Bolivia o donde el cuerpo lo pedía. La alegría te va invadiendo. En el camino suceden muchas cosas lindas. De chica me pegaba unas escapadas bárbaras para irme a carnavalear. Volvía a la madrugada. Como todos los días yo tenía que ordeñar las vacas, a las 4 o 4.30 de la mañana, cuando llegaba del baile pasaba de largo al corral y mis papás no se enteraban de que estaba volviendo a esa hora. El corral quedaba como a un kilómetro y medio de la casa. Sacaba a las vacas, las pastoreaba un rato y aprovechaba para tirarme a dormir media horita, para recuperar fuerzas. Era una manadita chica, solo para el consumo familiar. Con mi hermana sacábamos como 60 litros, más o menos. A las 7 de la mañana ya estábamos de vuelta. Uy, pero de esto algunos de mi familia no sabían nada... Se van a enterar por el diario”, se interrumpe. Y ríe picarona.