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Jorge Cerruti (der.)junto a su hermano Ricardo.
Jorge Cerruti es un docente de Embarcación. El virus le deterioró los riñones y debía someterse a tres sesiones de diálisis por semana.
17 DE Septiembre 2017 - 00:00
Jorge Cerruti tiene motivos más que suficientes para sentirse un agradecido, luego de haber superado un difícil trance con su salud que lo mantuvo al borde de la muerte. En marzo, este reconocido docente de Embarcación contrajo el virus del Zika, que provocó graves complicaciones a su indeleble función renal.
Estuvo 20 días en terapia intensiva y, cuando le dieron el alta, tomó conocimiento de que debía someterse a tres sesiones semanales de diálisis porque el virus había inutilizado sus riñones. A partir de ese momento, pasó a integrar la lista de espera del Incucai.
"Hablé con mi familia y le dije que, por mi forma de ser, difícilmente iba a tolerar una vida con diálisis. Los médicos me dijeron que era la única alternativa que tenía, pero me horrorizaba pensar lo que sería mi vida", expresó Cerruti a El Tribuno.
Los primeros en acusar el impacto fueron su esposa, Margarita, y sus hijos Silvana Ruth y Jorge Gabriel. La preocupación se acrecentó también entre sus cuatro hermanos y su madre, Marina.
A partir de ese momento se multiplicaron las muestras de solidaridad de sus compañeros de trabajo, sobre todo de sus amigos. "Recién entonces tomé verdadera conciencia de los afectos de la gente que no forma parte de mi entorno familiar", destacó del docente de 55 años.
"Muchos de esos amigos recorrían 600 kilómetros ida y vuelta a Salta para darme su apoyo, y en algunos casos solo les permitían que me vean cinco minutos", dijo. Y agregó: "Esto es impagable, no cualquiera hace esto y cuando lo pienso, siento que he recibido más afecto del que merecía". Cerruti contó en un principio se resistía a la posibilidad del transplante. "Fue mi amigo Piruchín el que me alentó a que apostara a esta compleja cirugía", señaló.
La familia se conectó con los doctores Beatriz Galli, Jorge Lauxmann, Jorge Palomino y Claudio Moliné, del Instituto Médico de Alta Complejidad (IMAC), todos ellos especialistas en cirugía renal.
Cerruti se emocionó hasta las lágrimas al recordar que su amigo Luis "Magú" González fue el primero en ofrecerle la donación de un riñón y que luego se sumaron Martín Matamoros, Sonia Andrada, Tono Soruco, Fabián Bertón, Daniel Monteros y Chiqui Cruz. "Me conmueve el alma solo pensar que estas grandísimas personas querían jugarse la vida para salvar la mía", expresó. Jorge dedicó un párrafo especial para Sil y Pichón, sus dos hijos, a quienes definió como "dos verdaderos gladiadores" que cargaron sobre sus espaldas todo el peso del pre y el posoperatorio.
Cerruti refirió que las mayores posibilidades de éxito en el trasplante, según los médicos, estaban dadas si el donante era un familiar directo. Su hermano Ricardo, un empleado ferroviario de 54 años, fue el primero en ofrecerse. Los estudios determinaron que era compatible ciento por ciento y fue así que el 4 de septiembre se realizó la compleja intervención en el IMAC.
"Con su actitud, Ricardo demostró lo que siempre fue: un excelente hermano, como nos enseñó nuestro padre", destacó el docente, quien ya fue dado de alta. Calificó de extraordinario el reencuentro con Ricardo luego de abandonar la clínica. "Fue emocionante vernos y el hecho de saber que parte de su cuerpo está dentro de mí y que eso me salvó la vida, lo siento como un regalo de Dios", sentenció.
"Es lo menos que podía hacer por mi querido hermano luego de ser testigo de su sufrimiento", señaló Ricardo. Dijo: "Cuando se habló de que el trasplante podía tener más éxito si el donante era un hermano, no lo dudé un instante. En ningún momento sentí miedo, por el contrario, cuando ingresé al quirófano estaba feliz".
Cerruti agradeció a sus alumnos y a los docentes de la escuela Fray Francisco Victoria, de Embarcación, por las oraciones y las muestras de afecto que le brindaron.