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Un trabajador de una panadería de avenida Independencia. Andrés Mansilla
La Cámara de Panaderos de Salta señaló que viven una situación crítica.
7 DE Enero 2018 - 00:00
Los constantes aumentos de precios, la presión impositiva y la clandestinidad son elementos que sumados se transformaron en una bomba de tiempo para las panaderías de Salta que aseguran que están en una situación crítica y en alerta. Para comenzar a revertir un poco esta situación la Cámara de Panaderos de Salta reclama que haya un estricto control a las panaderías clandestinas.
En consonancia con la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines, el presidente de la Cámara que los agrupa en Salta, Martín Petrocelli, indicó que "hemos tenido una caída del 35% en las ventas desde el tarifazo del año pasado". Y agregó: "En la última semana se produjo un nuevo aumento de la bolsa de harina de entre 30 y 40 pesos".
El empresario sostuvo que la situación que viven es crítica, ya que es continua la pérdida de rentabilidad que sufren desde comienzos del pasado año.
Los panaderos señalan que al constante incremento en el precio de los costos de producción, hay que sumarle la presión impositiva y previsional.
Esto está provocando, inevitablemente, que muchos industriales no puedan afrontar los pagos transformándose esto en un costo adicional imposible de absorber, lo que repercutirá indefectiblemente en el precio del pan y de los demás productos que se elaboran en las panaderías artesanal. Lo peor de esto es que acarrea una caída de las ventas.
La Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines destacó que a la problemática planteada debe sumarse la clandestinidad y la venta de pan en lugares no autorizados por el código alimentario.
Al respecto, Petrocelli denunció: "Acá cualquiera produce pan sin control ni medidas básicas de higiene y salubridad". Al tiempo que reclamó un trabajo conjunto entre la Municipalidad y la empresa Gasnor para detectar a las panaderías "truchas". A su vez indicó que los que se refugian en la clandestinidad son los mismos que no soportaron la presión y optaron por la ilegalidad y el trabajo en negro. De acuerdo a sus cálculos representan un 30% del total de las panificadoras.
En primera persona
En las panaderías de la ciudad la visión del empleado no es tan crítica. Ellos sostienen que las ventas no cayeron significativamente y que la gente sigue comprando la misma cantidad de pan, esto teniendo en cuenta que el salteño elige por cantidad y no por kilo, así lo indicó Marcelo Frías, propietario de un comercio del macrocentro.
Adrián Córdoba, empleado de una panificadora de avenida Independencia, también señaló que las ventas se mantienen y que por ahora no hubo despidos.