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La madre protectora wichi contrasta con la realidad, donde las mujeres de esa etnia están abandonadas al alcohol, las drogas, la explotación laboral y la trata de personas. Foto Javier Corbalán
Las mujeres están sin futuro. La violencia de género también tiene ese rostro en Salta.Decenas de adolescentes se amanecen drogadas. Para esta gente no hay República.
15 DE Octubre 2018 - 03:00
Una entrevista sobre un tema puntual en la principal plaza de Coronel Juan Solá, Morillo, dejó en claro que cientos de adolescentes de la etnia wichi se encuentran en riesgo de vida por las distintas adicciones a las que fueron llevadas por manos anónimas, amparadas desde las oscuridades.
El silencio de tantos inocentes es tan grande como la negación del genocidio adolescente de esta etnia, cuya juventud deambula alcoholizada y amanece tullida por el alcohol etílico puro y la inhalación de naftas.
La única respuesta que recibieron se llamó muerte.
En el principal y único paseo público de Coronel Solá el concejal Francisco Andrés Lobo dijo sin ambages que la problemática superó todos los números. Que no son casos aislados y que la muerte y las discapacidades que dejaron la droga y el alcohol, hoy las naftas, están a la vista.
Hoy se pueden ver grupos de 30 a 40 chicos de día y noche drogándose.
Pero no es solo en Morillo, sino en todo el chaco salteño. Esto no es casual, alguien primero los inició con marihuana y luego con paco, pero como son gente que no maneja dinero lo llevaron a las naftas y al alcohol etílico.
Todos saben quiénes les venden pero callan, dijo el concejal, quien además informó sobre gestiones a nivel provincial jamás escuchadas.
Lobo dijo que sabe perfectamente cuál es el problema de fondo, ya que fue maestro rural en la zona durante 32 años.
"Esto es cosa de unos cuatro años atrás. Desde entonces no hubo nada para esta gente, que no aprende a trabajar porque no hay quién le enseñe, no pueden subsistir porque ya no tienen tierras y están amontonados en cordones de superpobreza alrededor de los pueblos, donde son perversamente explotados", dijo.
Por otra parte, la profesora del nivel secundario Patricia Aguilar dijo a El Tribuno que no se puede hacer oídos sordos. Las comunidades ya se manifestaron al respecto. Los wichi están pidiendo que paren el alcohol y las drogas, porque los está exterminando. Lo peor es que las adicciones están matando a las mujeres adolescentes, están dirigidas hacia ellas de manera sistemática.
Las adolescentes wichi no pueden trabajar más que en limpieza y reciben menos de 1.000 pesos al mes. Nadie las asiste como mujeres, como madres de las futuras generaciones. Son ellas las que lastimosamente con sus muertes y su martirio de nafta y alcohol están dando gritos en la oscuridad de la noche para que las escuchen, son las madres del futuro quienes ahora se refugian en el alcohol para huir de la marginalidad oficial para con estos pueblos. Es imperdonable lo que está pasando.
"Parece que muchos meten la cabeza bajo la tierra y no ven la amenaza que tenemos", dijo enfáticamente.
En tanto, y en consonancia con las quejas de educadores y funcionarios, el referente de la comunidad Chañar 2 Alberto Arias dijo sin pestañar siquiera que el alcohol se ensañó con las adolescentes de su comunidad y, sobre todo, con los wichi.
El cacique Arias aseguró que la contaminación por droga y alcohol alcanza el 80 por ciento de la juventud y que poco pueden hacer los mayores por esta problemática.
Nuestras chicas no pueden aprender a trabajar porque no les enseñan. No tienen medios, no hay trabajo para nuestras mujeres y solo existe la segregación de criollos y del Gobierno también. "Somos marginales, nadie nos escucha y nos están matando", dijo.
La noticia que una adolescente de Gobernador Juan Solá (Morillo) murió como consecuencias de las graves quemaduras que sufrió cuando se hallaba bajo los efectos de la nafta y una intoxicación por alcohol etílico desnudó un trasfondo inhumano, una deuda interna al parecer imperdonable.