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Eulalia Obando lleva décadas acumulando registros fieles de lo que pasa en el Concejo Deliberante. Jan Touzeau
Eulalia Obando es taquígrafa del Concejo Deliberante desde el retorno de la democracia.
11 DE Noviembre 2018 - 00:00
Eulalia Obando asegura que es testigo fiel de lo que sucede en el Concejo Deliberante capitalino. En este organismo legislativo, ella es la jefa de las taquígrafas, que son las encargadas de registrar todo lo que sucede y se resuelve con un sistema de símbolos.
"Nosotras registramos todo lo que sucede, cuando hay peleas, insultos y malas palabras también. En un apartado ponemos todos los acontecimientos y muchas veces pasamos situaciones límite", contó Eulalia a El Tribuno.
La mujer recuerda momentos intensos, como la sesión en la que se definía la concesión del servicio de recolección de residuos en la ciudad. "Se armó una grande, volaban las escobas, las cosas de los escritorios, las sillas. Las taquígrafas nos metimos debajo las mesas, pero seguíamos anotando todo", recordó.
También recuerda especialmente las variadas reuniones que se hicieron cuando se debatía sobre la eliminación de la tracción a sangre en el ámbito de la Capital. "Cuando venían los carreros siempre estuvimos para registrar todo", dijo Eulalia, sentada en su amplio escritorio.
Hoy es la jefa de 8 taquígrafas. Para llegar a ese lugar, recorrió una historia que se puede escribir en paralelo con el retorno de la democracia, cuando desempolvaron los cuerpos legislativos tras la larga noche en la que los militares usurparon los poderes del Estado.
En el año 1983 la Legislatura comenzó a moverse y, para ello, tenían que armar todo de nuevo, lo que incluía los cuerpos de taquígrafos.
34 años de servicio tiene Eulalia Obando en el Concejo Deliberante. Empezó a trabajar en la época en que la Municipalidad funcionaba en la primera cuadra de la calle Florida.
Eulalia era muy joven y había estudiado mecanografía y taquigrafía en el instituto Joaquín Castellanos. Con todos sus nervios, se anotó en los concursos para las cámaras de Diputados y de Senadores de la Provincia.
El puntaje máximo que se podía obtener era de 180 y había que sacar más de 80 para ingresar. Ella obtuvo 78 y quedó como suplente. Recuerda que muchos con menor puntaje ingresaron porque "tenían conocidos" en las cámaras.
Al poco tiempo también se abrieron los concursos para ingresar a la planta de taquígrafos del Concejo Deliberante de la Ciudad de Salta. Entonces se presentó y rindió exitosamente.
Pocos estudiantes
Eulalia tiene 34 años de servicio en el cuerpo. Empezó a trabajar en la época en que la Municipalidad funcionaba en la primera cuadra de la calle Florida y el Concejo estaba en la esquina con Alvarado. Allí trabajaban 5 mujeres. Siempre fueron mujeres: una exclusividad para la que no se encuentran muchas explicaciones.
Luego se trasladaron al complejo Carlos Xamena, donde funciona actualmente el cuerpo legislativo. Hoy son 8 las trabajadoras de los fieles registros.
El suyo es un oficio que se mantiene con alta demanda y pocos estudiantes. Es más, cada día buscan a más taquígrafos, solo que comenzaron a desaparecer las instituciones educativas que enseñan ese arte del registro.
"En las diferentes instancias del Poder Judicial, en las legislaturas y en los cuerpos de los concejos deliberantes de ciudades grandes cada vez más llaman a taquígrafos y cada vez hay menos; vamos en camino a que nos jubilemos todos sin recambio a la vista", lamentó Eulalia.
Asegura que en distintas ciudades se cerraron los institutos que formaban en secretariado y con eso también se fueron extinguiendo los centros de enseñanza de taquigrafía.
Debates
Las taquígrafas del Concejo Deliberante aseguran que están equivocados los que tienen la idea de que el trabajo consiste solo en registrar las sesiones. Ellas asientan también todo lo que ingresa por Mesa de Entrada, los datos del Boletín Oficial, las solicitudes de información, las nóminas, las manifestaciones, los tratamientos sobre tablas, el orden del día y, finalmente, los debates en el recinto.
Además, si se lo requiere, están en las reuniones de comisiones, en las que también experimentan emociones y tensiones, como ocurrió hace días con el enfrentamiento de los concejales Martín Del Frari y Alberto Castillo por la ordenanza que busca flexibilizar las condiciones para instalar antenas de telefonía en la ciudad.
Además, también reciben a los niños que llegan para conocer la actividad de los legisladores por el programa Concejales por un Día y les explican lo que hacen dentro del recinto.
Cuando hay sesión ordinaria, ingresan siete taquígrafas que se dividen en turnos de cinco minutos cada una para tomar nota de todo. Cuando termina el debate, cada una transcribe lo que registraron y se lo entregan a Eulalia, que ordena y le da forma final a todo.
Ese texto es revisado por el cuerpo, que lo aprueba antes de que se guarde en formato papel, en la web del Concejo local y en un archivo en las máquinas de la oficina de taquigrafía. De esta forma, no hay forma de que se pierda el resumen de lo que va pasando.
Legado
Para todo este trabajo no hay horarios. "Nosotras no tenemos tiempos, siempre dependemos de otros y por lo tanto tenemos hora de ingreso, pero no de salida. Acá hay que tener amplia disponibilidad horaria", dijo la mujer que se casó con Rolando Burgos. Para él siempre tuvo tiempos.
Lo conoció cuando alquilaba una humilde habitación en su casa. El cafayateño trabajaba de cartero y le propuso buena conversación de entrada. Así se conocieron y, al tiempo, se casaron. Gracias a esa unión llegó Lourdes, una hija única que ahora tiene 29 años y que, como su mamá, se hizo taquígrafa y logró ingresar al Concejo.
"Ella estudió lo mismo que su madre, pero creo que se cansó y es por eso que se cambió de oficina y se pasó como relatora", dijo sonriendo.
Eulalia insiste en la necesidad de seguir formando a las nuevas generaciones en el arte de la taquigrafía.
"A mí me faltan solo tres años para jubilarme y ya tengo pensado que me voy a dedicar a la formación de taquígrafos. Ya lo vengo haciendo de manera particular con personas que yo veo que quieren hacer de esto una profesión en su vida. Pero cuando tenga más tiempo, voy a seguir trabajando en la enseñanza", señaló, muy segura, Eulalia.
Eulalia Obando lamenta que cada vez se formen menos jóvenes en taquigrafía y remarca que su tarea no podrá reemplazarse pese al avance de la tecnología de los últimos años. “Yo sé que cada vez será más la necesidad de nuestro oficio porque todos tienen confianza plena en nuestros registros. Hoy las cámaras filmadoras y las de audio pueden ser editadas. Nuestros registros son fieles y eso no va a cambiar”, asegura Eulalia.
Destacó que en las próximas semanas se harán las jornadas anuales de la Unión de Taquígrafos y Estenotipistas.
“Vamos a plantear el tema de la necesidad de fomentar la enseñanza de esta profesión como algo urgente. Cada vez hay más demanda y no tenemos a las camadas jóvenes”, lamentó Eulalia.