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Adelina Morales sale a la puerta a diario a tomar aire fresco.
Nació en Luracatao, pero vive en Rosario de Lerma hace 80 años. Dice que se siente muy saludable y que es gracias a los beneficios de las hierbas medicinales que aprendió a usar para combatir todos los males que la aquejaron en este siglo.
11 DE Noviembre 2018 - 00:38
Nacida en Luracatao, llegó a los 19 años a Rosario de Lerma. Lucida y activa, todos los días sentada en el umbral de su casa observa quien pasa por la zona. La única vez que tomó un remedio se enfermó.
Adelina Morales se conserva muy bien para su edad. Cumplió cien años el jueves pasado. Su efemérides menciona que nació un 18 de noviembre de 1918 en el valle alto de Luracatao, allá en Molinos, en pleno Valle Calchaquí. Siempre donosa, cuenta con gracia que jamás tomó un remedio, y la única vez que lo hizo, se enfermó.
Sentada en el umbral de la casa en donde vive hace 71 años, asegura que siempre trabajó a la par de su marido, y que su secreto para mantener su regocijante salud es tomar "yuyos medicinales".
Adelina Morales de López festejará hoy sus 100 años de vida junto a una multitud de parientes que llegarán de todo el país. Con sus hijos, nietos, bisnietos y tataranietos estará acompañada en la vieja casita de la zona de San Cayetano, camino de finca Gallo, el hogar construido ladrillo por ladrillo por su marido, Rosendo López.
Adelina se casó a los 18 años. Meses después se vino a Rosario de Lerma a trabajar en el campo. Nunca dejó ese espacio. Nació en medio de los cerros de Luracatao y su impronta la instaló en su nuevo hogar.
"Estoy un poco malita de la vista, pero feliz por tener tanta gente que me cuida", dice la abuela centenaria, mientras "pispea" quién ingresa por la pérgola de acceso a su casa. Está atenta a todo. No se desorienta cuando pide que la ayuden a sentarse en el escalón del vano de la puerta de su casa. Ahí la vista es privilegiada.
En el patio donde la parra de uva calchaquí se conserva, Adelina está rodeada de sus seres queridos. Ramón Pastor López cuenta su orgullo de tener una madre como Adelina. "En la actualidad no sé quién puede gozar de tener una mamá de cien años. En el mundo somos pocos", dice.
Reafirma la teoría de su mamá con respecto a su longevidad tan promisoria "es verdad, nunca un remedio, las veces que padecía de un malestar, acudía a la medicina tradicional de los yuyos. Tiene su médica de cabecera, que por cierto no la ve hace tiempo. Las veces que la atendió se sorprende por su estado de salud".
Trabajo, yuyos y alegría
Saludable y feliz: ese es otro de los secretos. Cuenta la familia cómo toda su vida trabajó. "Cuando vino a Rosario de Lerma, mi mamá hacía ponchos y trajes de gauchos para vender, luego se iba a trabajar al tabaco, y otros quehaceres del campo. Siempre estuvo haciendo algo. Con buena onda y alegría", cuenta En su años mozos, apenas se levantaba bien temprano, la abuela hilaba con una puchicana, y a la tardecita los bollos al horno. En época de tabaco, todo el día en los campos, encañando y cosechando. Sus hijos aprendieron de las labores de doña Adelina.
La abuela se acuerda de su mamá, Eustaquia Liendro, y de su papá, Basilio Morales. Ambos de los Valles Calchaquíes. También recuerda con cierta pena a sus hijos Virgilio y Juana, ya fallecidos. Adelina comparte sus horas con sus hijos Gladys Arminda, Walter Normando, y Ramón Pastor. Tiene 14 nietos, cinco bisnietos y cinco tataranietos. Todos estarán este domingo festejando los cien años de vida de la abuela Adelina.