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Que la plata no alcance y la incertidumbre de lo que vendrá afecta a muchas personas.
Cómo la situación económica termina afectando psicológicamente a las personas. Tres profesionales salteños analizan el tema y brindan sugerencias para afrontarla.
11 DE Noviembre 2018 - 00:38
Los tiempos de incertidumbre económica que se viven actualmente, en los que los costos de los insumos varían permanentemente, los impuestos alcanzan cifras para muchos impagables y llegar a fin de mes resulta una carrera con una meta que parece muy lejana, generan consecuencias para la calidad de vida con repercusiones en lo psicológico. La ansiedad está a la orden del día ya que inevitablemente siempre se relación con los miedos y las preocupaciones.
El recuerdo fresco de recientes crisis lleva a repetir, como un acto reflejo, el reconocido refrán: "El que se quema con leche, ve una vaca y llora", lo que ocasiona personas más irritables, irascibles, poco tolerantes y con problemas para poder conciliar el sueño. En estas circunstancias, es normal que aparezcan pensamientos catastróficos que afectan el estado de ánimo. Los pensamientos influyen sobre los sentimientos y provocan angustia.
Importantes investigaciones determinaron que el dinero es un factor necesario (aunque no suficiente) para aspirara la felicidad. Aquellos que disponen de más ingresos disfrutan de un mayor bienestar psicológico: la proporción de personas felices es ínfima en aquellos que viven en la pobreza o tienen una gran incertidumbre sobre su situación económica futura.
El Tribuno consultó a tres psicólogos que analizaron el tema y brindaron sus consideraciones.
"Tenemos que tener en cuenta que la crisis no es solamente económica, sino también política, social y humana, que nos muestra el rostro de la desocupación, pobreza, exclusión, estados que provocan en el colectivo social angustia, incertidumbre, indignación, impotencia, inseguridad, resignación y desesperanza. Las crisis económicas tienen su incidencia en la subjetividad de las personas", señaló la licenciada Irma Silva (MP 163).
En ese sentido, Javier Mondada (MP 964) coincide en la necesidad de distinguir que hay dos vías: la de lo subjetivo y, por otra parte, lo colectivo.
"Las crisis económicas, desde la singularidad, puede significar una merma respecto de las condiciones en las que se vive, lo que puede tener impacto en la subjetividad por el lugar que una persona le da al dinero en su vida y, efectivamente, no tiene un impacto económico sino también un peso simbólico que no permite sostener ciertas cosas".
Para Carina Blasco (MP 1069) la definición es más específica y apunta directamente a lo individual y a las consecuencias que puede traer: "Las crisis económicas tienen que ver con acontecimientos vitales estresantes que afectan la salud y aumentan las emociones como la ansiedad, el miedo, las frustraciones, la desesperanza, la incertidumbre o la angustia".
Por su parte Silva destaca que los seres humanos "nos desarrollamos en un contexto social determinado, que influye en nuestra constitución como sujetos, en nuestros proyectos, en nuestros ideales, y en el narcisismo. Por esto, debemos considerar que las alteraciones que se produzcan en ese espacio social repercutirán en la constitución subjetiva".
NADIE INDEMNE. Es muy difícil construir un yo en arenas movedizas; quien lo tiene más o menos construido lo podrá conservar, pero nadie queda indemne ante los cimbronazos que provoca el contexto ni exento del sufrimiento que conlleva. Ignacio Lewcowitcz (filósofo).
Que el dólar suba o baje, que aumente la nafta, el incremento de los servicios y algunos índices que muchas veces están hechos solo para entendidos, son temas que llegan desde todos los medios de comunicación con mayor o menor intensidad o dramatismo, lo que impacta directamente en la cabeza de los argentinos.
"Autores cómo Steven Pinker (psicólogo canadiense) o Antonio Escohotado (filósofo español) tienen posturas interesantes en las que se plantean situaciones de crisis en las que ellos manifiestan que si uno se detiene a observar la historia se ve una evolución -sobre la que se puede tener ciertas críticas- pero la situación es mucho mejor que hace cien años atrás, hay muchos menos pobres y lo afirman presentando números y estadísticas. Hablan del impacto que tiene sobre cada uno lo que el otro transmite. Muchas veces los medios de comunicación transmiten la sensación que todo está pésimo y perdido y esto impacta de distintas formas en las personas", reseñó Mondada.
Por su parte, Silva sostiene que "con crisis o sin crisis, la sociedad de una época participa decisivamente en la creación de la subjetividad. Por eso es que podemos enfrentar esta crisis y sus rostros, uniéndonos como sociedad, practicando lazos comunitarios, ejerciendo la solidaridad, descubriéndonos y redescubriéndonos, revalorizando esos ideales perdidos y asumiendo otra actitud, recuperar nuestra vida a través del encuentro con los demás".
Lo cierto es que en tiempos de crisis los cuadros sintomatológicos aparecen y las consultas se incrementan, según afirma Blasco, quien sostiene que "aumentan los cuadros de estrés y ansiedad como ataques de pánico, la sensación de desesperanza, la depresión, surgen problemas familiares por el alto nivel de nerviosismo que está generado por lo económico. El temor se convierte, muchas veces en patológico por el miedo a no poder mejorar la situación".
El fantasma de la incertidumbre se hace presente también, agrega la profesional, "por no saber que va a pasar desde lo económico con las cosas que se tenían planificadas para el año que viene o con las vacaciones que se tienen que rever o el temor de no llegar a pagar ciertos compromisos como créditos hipotecarios, la cuota del auto, o la cuota del colegio, la tarjeta de crédito, aparece como un miedo que comienza como a paralizarnos y quita el sueño. A nivel físico aparecen problemas de hipertensión, gástricos, dolores de cabeza y migrañas".
Con una mirada optimista, Silva acota: "Lo que nos permite a los sujetos soportar las angustias, el sufrimiento, el sacrificio que cada época impone, es la garantía futura de que en algún momento cesará el malestar y el bienestar será alcanzado".
"Es lo que justifica nuestro recorrido, nuestros esfuerzos, nuestros sacrificios. Saber que estudiar mucho me puede dar acceso a un mejor trabajo, que el esfuerzo del trabajo me puede permitir una vida mejor... "Lo fundamental es que la vida humana -afirma Bleichmar- no es pura inmediatez ni permanencia cotidiana, es la posibilidad de proyectar un futuro'", agrega.
El no dejarse influenciar por las masas es la sugerencia de Mondada quién cree que "la sensación de masas, sobre la que habla Freud, como la masificación, por la que se pierde la identidad en pos de la masa produce un desprendimiento de los subjetivo con una cierta pérdida de responsabilidad subjetiva sobre algo que es lo que trae ciertas consecuencias en lo individual".
"Para enfrentar la situación de crisis es recomendable no dejar de lado nuestro bienestar y ser más resilientes tratando de replanificar o ajustar algunas cosas y no perder el optimismo", sugiere Blasco para quien también puede ser necesario iniciar terapia a partir de esta situación ya que "las situaciones de ansiedad si se van acrecentando va a ser cada vez peor y va a sumar a la crisis y al estrés que estoy sintiendo. Sirve mucho trabajar con yoga, mindfulness, las caminatas, hacer algo desde lo físico para liberar el nivel de estrés que nos invade".
"Es nuestra responsabilidad revisar las prácticas cotidianas que sostienen las desigualdades. Nos pone en camino de inventar nuevos modos relacionales, que no se construyan desde el egoísmo. La función del campo social es nuestra red de sostén y refiere a los vínculos intersubjetivos, nos permite enunciar proyectos que nos identifican, tiene que ver con salir al mundo, a la cultura, al campo social. Esto es esencial para el afrontamiento de situaciones traumáticas", puntualiza Silva.