En unas elecciones que mantuvieron a Estados Unidos en vilo hasta casi la medianoche, el presidente Donald Trump recibió un revés este martes: en las elecciones de “medio término”, que él mismo consideraba un referéndum sobre su gestión, el partido republicano perdió el control de la Cámara de Representantes que estaba en manos del oficialismo, un resultado que puede complicar el segundo tramo de su gobierno y abrir una serie de investigaciones en su contra. El golpe sin embargo no fue tan duro para el jefe de la Casa Blanca porque el Senado permanecía al menos hasta esta noche en manos republicanas.

Los demócratas finalmente consiguieron los 23 escaños necesarios para recuperar una mayoría en la Cámara de Representantes que los republicanos ostentaban desde 2011, según proyectaban este martes las principales cadenas de noticias, aunque faltaban todavía establecerse las bancas exactas. En el Senado, por el contrario, el mapa era mucho menos favorable para los progresistas, porque tenían que defender más asientos que los republicanos, y en estados especialmente conservadores. Con el triunfo ajustado y clave del senador Ted Cruz en Texas y de Mike Braun en Indiana (arrebató una banca a los demócratas), los republicanos conservaron el Senado e incluso podrían aumentar la cantidad de bancas que tenían hasta ahora. Se votó la renovación total de la cámara de representantes (435 diputados), 35 senadores y 36 gobernadores. La ola azul (el color con el que se identifica al partido demócrata) fue más bien una “onda”, señalaba anoche la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, anticipando la reacción del presidente Trump.

La votación se extenderá hasta avanzadas horas de la noche, ya que el país está dividido en varias zonas horarias. Los últimos locales en cerrar serán los de Hawai, a las 3 de la mañana de este miércoles, horario argentino.

Al perder los republicanos el control de la Cámara de Representantes, Trump tendrá dificultades para aprobar determinadas leyes, como reformas impositivas, de salud o migración. Pero hay algo que podría complicarlo aún más: podrían activarse diversas investigaciones que lo involucran y que hasta ahora están dormidas, como las vinculadas al “Rusiagate”, el escándalo por la injerencia rusa en la campaña de 2016. Los resultados de estas pesquisas podrían sentar las bases para un “impeachment”, o juicio político, que puede ser iniciado con una mayoría simple en la cámara baja, aunque definitivamente no prosperaría porque la cámara juzgadora, el Senado, necesita dos tercios de los votos para destituir al presidente.

Mujeres esperan para emitir su voto

Todavía no se revelaron los números de la participación total en las elecciones, pero se estimaba que había superado largamente el porcentaje de las contiendas legislativas y al menos igualaba a las presidenciales. Es que estos comicios se habían convertido en fundamentales para establecer el rumbo del país, en un Estados Unidos extremadamente polarizado como nunca antes, y un presidente controvertido, con lenguaje incendiario, racista y xénofobo. La elección sucedió también tras una serie de episodios violentos como en envío de paquetes bombas a figuras demócratas por un partidario de Trump y la matanza de 11 personas en una sinagoga de Pittsburgh cometida por un antisemita.

Según un sondeo a boca de urna realizado por The Washington Post-Schar School, cuatro de cada 10 de los encuestados citaron a Trump y al sistema de salud como dos de los factores más importantes a la hora de emitir su voto. La economía y la inmigración –que fueron los dos temas más mencionados por el presidente y los candidatos republicanos-- estuvieron cerca, pero resultaron menos relevantes para un tercio de los encuestados.

En los comicios están en juego las 435 bancas de la Cámara de Representantes, 35 escaños en el Senado, 36 gobernaciones, además de varios cargos locales como alcaldes, jueces y sheriffs.

Fuente: Clarín