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Entrevista exclusiva a Sergio "Maravilla" Martínez, excampeón del mundo.
17 DE Marzo 2018 - 22:39
Texto: Andrea Silvera - Fotos: Javier Corbalan
Ya retirado, uno de los boxeadores argentinos más reconocidos de los últimos tiempos, campeón mundial y también figura debajo del ring, Sergio “Maravilla” Martínez le contó a El Tribuno por qué no extraña ese deporte y qué lo lleva a recorrer el país. Llegó a Orán con el propósito de acompañar y apoyar al entrenador Roberto Cruz, director de seis escuelas sociales, y motivar con sus charlas a la gente que lo acompañó en su estadía por el norte salteño.
¿Con qué objetivo comenzaste a organizar charlas por todo el país?
Por lo general, la gente piensa que la posición en que me ubiqué es inalcanzable. Pero cuando les cuento de dónde salí, lo que sentí, lo que soñé, lo que quise tener y lo que soy, un tipo común y corriente con los mismos sueños y aspiraciones que los demás, se dan cuenta de que soy como cualquier otro. ¿Qué me diferencia? Que tuve más fuerza de voluntad, pasión y empeño que el resto. Por eso conseguí los títulos mundiales, pude sacar el libro que quería hacer y que fue un éxito de ventas. Lo que tuve fue constancia. Ahora, que me proponga conseguir cosas extraordinarias es otra cosa: no hay muchos campeones mundiales de boxeo ni mucha gente que publique libros. Eso ya lo hace a uno extraordinario. No bonito, sino extraordinario.
¿Por qué creés que a la gente le gusta escucharte?
Los deportistas se sienten identificados, porque les cuento una historia que es la misma que vivieron ellos, pero también los ciudadanos comunes, persona de a pie, como se dice en España. También se sienten identificados porque quizás ven en mí a alguien que tiene la voz de lo que ellos no pueden expresar, digo las cosas que ellos quisieran decir.
¿Qué sentís cuando ves a un auditórium lleno dispuesto a escuchar lo que tenés para decir?
A mí me parece increíble, a veces no comprendo, lo único que hice es boxear, trato de utilizar las palabras correctas. Me parece espectacular, me parece increíble, nunca pensé que podía alcanzar o lograr esto.
¿Qué significado tiene la vida para Sergio?
La vida es un camino que hay que vivirlo y recorrerlo sin olvidarnos que el primer mundo está dentro de nosotros, no es un lugar del mundo donde vivimos. Sin un crecimiento interior de nada nos sirve tener los mejores teléfonos, los mejores coches. Tenemos que brillar, sin olvidarnos que los seres humanos somos luz, por eso tenemos iluminar al máximo.
¿Qué diferencia hay entre derrota y fracaso?
Uno puede caer derrotado sin haber fracasado. Si quiero volver a boxear puedo ganar o perder, no quiere decir que vaya a ser un éxito, pero si pierdo no quiere decir que sea un fracaso. Fracaso es cuando nuestro interior sabe que lo que hace no le gusta, trabajar en un lugar donde uno nunca quiso estar. La derrota es mínima, el fracaso es lo doloroso, sin embargo, creo haber vivido lo suficiente para estar preparado para el fracaso.
¿Qué les dirías a los que se inician?
Que hagan las cosas con pasión con alegría y definir objetivos, porque sin objetivos es como un barco sin timón, que los hagan sentir plenos ser felices, tienen una vida por delante los jóvenes, pero tienen que planificarla. No se puede ir por el camino de la vida sin saber por donde. La vida es una y se pasa, y cuando veamos pasar la vida en una diapositiva probablemente nos toque arrepentirnos por lo que no hicimos realmente.
¿Todos nacemos con talento?
Todos tienen un talento, solo hay que descubrir para qué somos talentosos. A ese talento, hay que darle trabajo para lograr ser hábil, ya que los grandes deportistas son muy hábiles porque entrenan mucho, pero por sobre todas las cosas tienen actitud. ¿Qué hubiera sido de la vida de Mascherano o Messi si no tuvieran actitud?
¿Cuál fue tu día perfecto?
Sin duda mi día soñado fue el 21 de junio de 2003, cuando en Manchester, Inglaterra, le gano a Richard Williams. Esa fecha marcó un antes y un después como persona y como deportista. Hasta ese momento era un hombre que vivía en España, sin papeles, sin documento, sin tener para comer. De hecho, nueve días antes estaba en Caritas haciendo cola para pedir un plato de comida. Tenía necesidades de las básicas. Y a los días era campeón del mundo. La vida es maravillosa. Fue el momento más importante de mi vida. No me lo olvido nunca. Tengo mucho respeto por ese día.
¿A cuatro años del retiro, ¿extrañás el boxeo?
No extraño nada, porque dejó de apasionarme, no lo disfrutaba. Tengo tantos dolores: la rodilla derecha está terrible: me duele todo el tiempo. Me tienen que operar, poner una prótesis. El hombro izquierdo está arruinado. La humedad de Buenos Aires es terrible para mí. Me duelen mucho las manos. Todo por el boxeo. Muchas fracturas, lesiones que no se irán nunca. Además, en el boxeo tiré todos los golpes que tenía que tirar.
¿Cuándo fue que Sergio se dio cuenta que se había convertido en Maravilla Martínez?
Uhhhh, ¡qué pregunta! Nunca fui Maravilla, no se cómo explicarlo, yo lo asocie con un apodo del boxeo. No me hice responsable de ese apodo, porque creo que creo que soy un tipo común y corriente como cualquiera de ustedes, con mis más y mis menos o con mis menos y mis más. Lo de Maravilla Martínez creo que es demasiado.