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Gabriel Armando Herrera reconoció sus errores, pero aseguró que no es un asesino como su padre. Jan Touzeau
El hijo del doble homicida de las cárceles de Salta habló desde el penal de Villa Las Rosas.El joven de 21 años está condenado por lesiones e intento de homicidio contra su expareja.
28 DE Mayo 2018 - 00:00
Gabriel Armando Herrera (a) "Pela" es el hijo de Gabriel Roberto Herrera (a) "Chirete", el doble femicida de la cárceles de Salta. A los 9 años fue testigo de la dramática historia protagonizada por su despiadado padre, cuando asesinó a su madre en la cárcel en Metán en 2006. Hoy tiene 21 años y está preso por violencia de género.
El muchacho creció con odio, rencor y bronca por ese horrible pasado y quizás por ello sus reacciones lo condujeron también a protagonizar episodios de violencia contra mujeres. Si bien lo suyo no tuvo un final trágico, la Justicia determinó que sus actos estuvieron encaminados en ese sentido. El 19 de abril pasado "Pela" Herrera fue condenado a 13 años y cuatro meses de prisión por una serie de denuncias presentadas por su expareja, entre ellas un intento de homicidio. Esto sucedió 13 días después de que su padre recibiera la segunda condena a perpetua por el asesinato de Andrea Edith Neri en el penal de Villa Las Rosas.
El Tribuno entrevistó a Gabriel Armando Herrera en Villa Las Rosas, donde está alojado en un pabellón de aislado desde enero de 2017. Está en esa condición por cuestiones de seguridad debido a las amenazas que recibió por ser hijo de...
Por obvias razones no quiso hablar mucho de este tema, pero dejó entrever que la bronca de los internos surgió luego de que su padre mató a la chica Neri durante una visita íntima, el 5 de enero de 2017. "Lo que pasó fue que después de ese hecho a los presos les restringieron las visitas íntimas", dijo. Y agregó: "Aclaro que yo no soy Chirete Herrera. No maté a nadie como él. Estoy aquí por mis delitos, no por los que cometió mi padre".
Durante el extenso diálogo, Herrera hijo no mostró para nada la imagen fría, potente y avasalladora de "Chirete". Por el contrario, trasmitió la sensación del chico terriblemente afectado por el látigo impiadoso de un deleznable padre que a temprana edad lo despojó de su amada madre. Se emocionó al recordar aquel dramático episodio. Lloró mucho también, sobre todo cuando se refirió a su abuela Angélica Jorge, quien lo crió junto a su hermano menor cuando ambos quedaron huérfanos. Además reconoció sus errores, pero en todo momento trató de desprenderse de la mentalidad asesinada de Chirete", y por ello consideró excesiva la condena que le aplicaron. Fue padre de una nena a los 15 años. Con su segunda pareja tiene otra nena de dos años. Dijo que se está sometiendo a un tratamiento psicológico porque quiere recuperar pronto la libertad para rehacer su vida con su nueva pareja, quien tiene cuatro hijos a los que decidió reconocer como propios.
Contó que cuando se enteró que su padre había asesinado a la joven Neri en Villa Las Rosas, para él fue como revivir lo ocurrido con su madre, Verónica Castro, en el penal de Metán. "Con mi madre, mi hermano menor y mi abuela, lo fuimos a visitar. Cuando preparamos la mesa para almorzar mi padre dijo que le dolía la cabeza y mamá lo acompañó a buscar un medicamento. Como se demoraron mi abuela fue a ver qué pasaba", recordó. Se le humedecieron los ojos al traer a la memoria ese suceso. "Escuché que le dijo a mi abuela que había matado a mi madre y entonces salí gritando y detrás de la reja pude verla muerta en la celda", dijo. Explicó que en contraste con la terrible escena "Chirete" se rió y en tono de reproche por su desgarrador llanto le manifestó: ¿Por qué lloras maricón? Ya la maté a tu madre. ¿Querés verla?
Frente a semejante cuadro las violentas palabras del homicida envenenaron el corazón del niño y, seguramente, se enquistaron en su memoria hasta quemarle el alma con el tiempo. "A partir de ahí mi vida cambió completamente. Mi sostén era mi madre. Esa imagen de verla muerta la llevaré hasta que me muera", sentenció. Comentó que tuvo un intento de suicidio y que pudo salir adelante gracias al apoyo de su abuela. Tras señalar que jamás quiso ni quiere repetir la historia criminal de su padre, reconoció que se equivocó, que los problemas que lo llevaron a la cárcel ocurrieron por no controlar su temperamento. La Justicia lo condenó por amenazas, lesiones agravadas e intento de homicidio por la relación de pareja.