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Sala de Castañares, erigida en tierras entregadas en 1583.
El próximo 20 de junio se cumplirán 198 años de la muerte de Manuel Belgrano, creador de la Bandera Nacional.
16 DE Junio 2018 - 20:16
El 8 de junio de 1938, el presidente Roberto M. Ortíz, promulgó la Ley 12.361 que instituyó el 20 de junio como Día de la Bandera Nacional. Y hoy, en homenaje a ese gran hombre que fue Manuel Belgrano, recordaremos las tres casas salteñas que en 1813 alojaron al creador de nuestro emblema nacional. En dos de ellas (Fuerte de Cobos y Casona de Castañares) sabemos que pernoctó, mientras que en la de doña Liberata Costas solo estuvo de paso, luego del tedeum de acción de gracias rezado en San Francisco, el 22 de febrero de 1813.
Pero no se puede decir con certeza que estas casas (Cobos, Castañares y de Costas) fueron las únicas que alojaron al prócer en suelo salteño. Seguramente hubo otras en cercanías de Metán, pero como hay dudas sobre si fue en Yatasto o Las Juntas, pasaremos por alto esta estadía. Así es que aquí solo nos ocuparemos, en breves historias del Fuerte de Cobos, de la Sala de Castañares y de la Casa de doña Liberata Costas, frente a la plaza 9 de Julio.
Esta casa construida en el siglo XVII, fue un punto de referencia en la defensa de la frontera norte de Salta.
En 1690 el gobernador Argañaráz instó al teniente Diego Diez Gómez y al Cabildo de Salta a que pusieran en Cobos un piquete, pues ese paraje “es la llave de la ciudad”.
En 1733, durante el gobierno de Juan de Amasa y Arregui, se construyó la casa según la inscripción en el dintel de la puerta principal. Y si bien cumplió cabalmente su cometido y, a pesar de las paces realizadas por el gobernador Matorras con los indios del Chaco, estos atacaron el lugar en septiembre de 1775 destruyendo los fuertes de Balbuena, San José y Cobos al cual incendiaron.
Poco después, lo visitó Carrió de la Bandera quien lo describió así: “Está al pie de la ladera, nueve leguas distante de Salta. Hoy es casa de la hacienda de Doña Rosalía Martínez que posee varias tierras y un potrero en su circunferencia. Esta señora salteña es casada con Don Francisco Xavier de Olivares, nacido en Santiago de Chile. La casa está tan arruinada que me costó algún cuidado subir su escalera que conduce a los altos, donde tiene su habitación”.
En torno a la finca y a la capilla se formó en forma espontánea el pueblo de Santa Ana de Cobos, caracterizado por conservar varias casas con galerías hacia el exterior, conformando así, uno de los paisajes urbanos más interesantes de la provincia de Salta.
Si bien desde el punto de vista defensivo el fuerte tuvo importancia hasta la Guerra de la Independencia, su carácter de finca integrada a un complejo más amplio se mantuvo hasta el siglo XX.
Estando en muy mal estado, en 1941 fue declarado Monumento Histórico Nacional y luego donado al Estado. Como su entrega se hizo tiempo después, el edificio sufrió mucho deterioro pese a que fue refaccionado en reiteradas oportunidades. Pese a ello, el lugar y el edificio no se encuentra debidamente conservado máxime si se tiene en cuenta que allí estuvo el general Manuel Belgrano en dos oportunidades. Una de ellas, antes de la Batalla de Salta librada el 20 de febrero de 1813.
Su nombre recuerda a su propietario de comienzo del siglo XVIII, don Martín de Castañares. Pero para conocer al origen de esta propiedad nos debemos remontar hasta unas mercedes de tierras entregadas en el siglo XVI.
Estas tierras fueron entregadas en carácter de mercedes un años después de la fundación de Salta, es decir en 1583. El beneficiario fue don Pedro Marcos, y contenía la llamada Tambería del Inca, delimitada por la “quebrada de los puercos”. Marcos luego se la vendió a don Francisco de Chávez, quien le adicionó, en febrero de 1587, otras tierras adyacentes hasta llegar a armar un complejo rural de grandes dimensiones.
En el transcurso del siglo XVII, la propietaria de estas tierras fue la familia Frías Sandoval que la unió a la de Buenavista. Mas tarde se subdividen para volverse a unificar con el casamiento de Juan Ramón de Escobar Castellanos con Francisca López Velazco.
Durante la Guerra de la Independencia, Finca Castañares era propiedad de don Pedro José Saravia, el mismo que ayudó al general Manuel Belgrano a ingresar al Valle de Lerma por la quebrada de Chachapoyas. Luego, el General y sus tropas pernoctaron en la noche del 19 y 20 de febrero de 1813, en dicha casona.
La Finca de Castañares fue declarada Monumento Histórico Nacional en 1937 pero su traspaso al Estado Nacional ocurrió años después. Era su propietario don Jaime Duran, quien donó partes de ese terruño histórico a la Universidad Nacional de Salta y a la Universidad Católica de Salta.
La residencia de doña Lieberata estaba frente a la plaza 9 de Julio, en el solar donde en 1952 se construyó el edificio de la ex Caja de Jubilaciones de Salta. Allí se hospedó el general realista Pío Tristán, y también se encontró con el General Belgrano, cuando éste, mal del estómago, se retiraba del tedeum de acción de gracias celebrado en San Francisco, el 22 de febrero de 1813. Es entonces cuando la dueña de casa, le sirve a Belgrano, una taza de caldo y un vaso de vino. El episodio lo recordó el General Paz en sus “Memorias Póstumas”. Allí también, doña Liberata ofreció días después de la batalla, un baile en honor al general patriota y su oficialidad. Estas reuniones se llamaban por esos tiempos “Ramilletes” y allí, “la belleza y el donaire de las salteñas resplandecieron en los salones de la vieja casona”.
Según noticias de la época, a la reunión asistieron Belgrano, Tristán, Gregorio Pedriel, Benito Álvarez, Martín Rodríguez, Luis A. García, Díaz Vélez, Dorrego, Forest, Warnes, Superi, el después famoso “Manco” Paz, Benito Martínez y el teniente Lamadrid entre otros.
Doña Liberata, de cuyo fallecimiento se cumplen 150 años el próximo 27 de junio, tenía otras propiedades. Era dueña de la chacra “El Carmen de las Costas” (Finca las Costas), El Potrero, San José de la Ovejería, Rinconada y otras fincas en el Valle de Lerma. Fue consuegra de “La Emparedada”, la patricia salteña Juana Moro de López, sacrificada en la Guerra de la Independencia, al ser enclaustrada en una pieza cuya puerta fue tapiada.