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7 DE Junio 2018 - 10:10
Cuando el conservacionista Douglas Tompkins conoció los Esteros del Iberá, en Corrientes, su proyecto de vida encontró un nuevo norte. En la década del noventa, el lugar fascinó al filántropo estadounidense que se hizo famoso por comprar tierras y entregarlas al Estado para su preservación en Chile y Argentina.
A lo largo de varios años, Tompkins llegó a adquirir unas 150 mil hectáreas que luego se donaron y hoy son un área de reserva natural protegida dentro del humedal, considerado el segundo más importante del planeta.
Refugio de más de 1.600 tipos de plantas, 350 especies de aves y unas 60 de reptiles según describió el mismo Tompkins, los Esteros del Iberá se han convertido en un centro turístico de interés mundial y un ejemplo por el trabajo para la reintroducción de animales autóctonos que habían dejado de habitar la región.
Tompkins, que había comenzado con su tarea ambientalista en la Patagonia, llegó a pasar la mitad de cada año en los límites del humedal en una época de su vida. El empresario, creador de la marca de ropa para excursiones The North Face,
Encontrarse de cerca con ciervos de los pantanos, carpinchos, monos carayá o yacarés es el incentivo que impulsa a miles de turistas a visitar la zona cada año.
Los portales San Nicolás, Galarza o el San Antonio son algunos de los accesos más conocidos para ingresar a los Esteros del Iberá.
Otra opción turística en crecimiento es la de la Estancia Puerto Valle, un predio de 27 mil hectáreas donde funciona un hotel en el que, algunas habitaciones, se construyeron en lo que alguna vez fue el casco. Otras se levantaron desde cero y con vista al río Paraná.
Ubicado a 45 minutos del aeropuerto de Posadas, en Misiones, este espacio ofrece guías capacitados para dar a conocer el sistema del Iberá.
Algunas de las alternativas para acercarse a la biodiversidad de la zona desde este punto son la navegación en la Laguna Valle, parte de la reserva natural del Iberá, paseos en kayak por el río, cabalgatas y caminatas.
También se puede recorrer el vivero donde se trabaja en la producción forestal sustentable, que funciona dentro de la estancia, y la huerta orgánica de la que se nutre, en parte, la cocina del hotel.
La estancia está ubicada a unos 30 kilómetros de la costa paraguaya y a 360 de Corrientes capital.
“La idea es, durante los recorridos, generar conciencia sobre los recursos naturales y cómo los utilizamos”, describió a El Tribuno Hernán Ojeda, guía de turismo. Acotó que “en Puerto Valle se trabaja el suelo pero a partir de la conservación del ambiente”.
Además, destacó que los Esteros del Iberá se consideran el segundo humedal más importante del mundo después de Pantanal, en Brasil.
“Aparte de ver la fauna, parte de la experiencia es conocer sobre este recurso hídrico importantísimo que, afortunadamente, hoy está protegido”, señaló.
Se estima que más del 75 por ciento de la superficie total del sistema del Iberá está cubierta por agua. La formación de los esteros está relacionada con la circulación del río Paraná a lo largo de miles de años.
Desde 1983, cuando se creó la reserva provincial, fueron contratados como guardaparques algunos pobladores que se dedicaban a la caza, lo que contribuyó a la recuperación del ecosistema.
Tompkins describe que el río ingresó por última vez en la antigua depresión tectónica del Iberá hace unos 10 mil años, dejando, al retirarse, un rosario de lagunas de escasos metros de profundidad que fueron cubiertas luego por agua de lluvia.
Durante la primera mitad del siglo XX, en parte por el aumento de la densidad de población humana y la caza, hubo un retroceso en la cantidad de ejemplares de especies como el oso hormiguero, el yaguareté o el tapir.
Desde hace décadas, los esfuerzos apuntan a restablecer el equilibrio en la zona.
Desde la ONG The Conservation Land Trust, Douglas Tompkins impulsó y apoyó esta tarea.
Su participación, en ocasiones, generó la suspicacia de sectores que dudaban de los objetivos finales de un extranjero que destinaba parte de su fortuna a comprar tierras argentinas y chilenas, pero a la larga su tarea fue reconocida por conservacionistas de todo el mundo.
Cuando se difundió su intención de entregar campos para convertirlos en espacios de protección ambiental en Corrientes, también enfrentó cuestionamientos de referentes productivos que planteaban dudas sobre la continuidad de la actividad agrícola.
“Después de haber perdido a los mayores representantes de su fauna nativa, el Iberá parece estar viviendo una nueva primavera en la que varios grandes mamíferos están volviendo a su hogar o incluso haciéndose abundantes”, escribió.
El clima en esta región es variable. Las lluvias se extienden a lo largo de todo el año. Los inviernos son templados y los veranos, cálidos.
La temperatura media anual ronda los 20 grados y las precipitaciones, los 1.300 milímetros. En el verano la temperatura es elevada y la humedad, muy alta.
En la provincia crecen las opciones como el ecoturismo, el avistaje de aves y el turismo fotográfico. por la variedad de colores.
Algunas de las imágenes más típicas de los viajes son las de una red de camalotes, juncos o amapolas del agua.
Para llegar a los Esteros del Iberá, una de las alternativas es volar de Buenos Aires a Corrientes capital y hacer el resto del trayecto por vía terrestre. También se puede optar por tomar un avión desde Aeroparque a Misiones.
Muchos pasajeros suman a su recorrido por los esteros a las Cataratas del Iguazú, la Ruta del Té o las ruinas jesuíticas de Misiones.
La exploración de los esteros debe hacerse con guías capacitados para aprovechar el paseo, respetar el equilibrio natural de la flora y la fauna y disfrutar de una experiencia cien por ciento segura.