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Camila Torres junto a Javier Caliva, en la redacción de El Tribuno. Pablo Yapura
Lo dijo Camila Torres, abogada, quien asumió hace 5 meses la presidencia de Atlético Salta, uno de los clubes de la Liga Salteña con mayores dificultades para competir, pero que se encuentra en un proceso de refundación con un loable trabajo a pulmón.
19 DE Agosto 2018 - 02:30
Fuiste elegida hace unos meses y te toca el duro desafío de refundar un club en el que hay mucho por hacer...
Habíamos presentado la única lista en la asamblea. Estábamos en un momento de transición en el club. Nosotros llegamos prácticamente con el club en la mano, no había quién lo coordine, el presidente que teníamos ya está grande y era una situación especial que estaba viviendo la institución, que no tenía una cabeza o alguien que lo organice. Llegamos y nos faltaban jugadores, teníamos que completar todas las categorías que obligatoriamente tenemos que presentar en la Liga y no completamos los equipos. Me estoy haciendo cargo de los once equipos que tiene el club. Nosotros con Javier (Caliva, su pareja, abogado, dirigente y entrenador) veníamos trabajando con la escuela de fútbol femenino que inauguramos el año pasado.
¿Cómo llegaste a la presidencia?
Mi madre fue vicepresidenta en la comisión anterior y llegué por una cuestión generacional y familiar. Cuando en 2015 vinimos a vivir a Salta con Javier, porque ambos somos abogados y estudiamos en Córdoba, mi madre tenía muchas ganas de hacer una actividad social en el club, pero no sabía cómo canalizarlo, entonces nosotros la ayudamos a armar un proyecto, como lo es el “gimnasia para todos”, como primer proyecto que hicimos en el club, más social que deportivo. Implementamos en el club actividades como el aerobox, step. Vinieron muchas mujeres, también hombres, porque la intención no es solo contener al chico, sino integrar a la familia. En el 2016, con la problemática de violencia de género, nosotros salimos a dar charlas gratuitas a las instituciones de los barrios. Les explicamos a las mujeres cómo tienen que hacer una denuncia. Y armamos ahí el equipo de fútbol femenino, dándole a la actividad la primera participación deportiva dentro del club. Todo el 2017 trabajamos con las chicas y este año nos pasó esta situación de reforzar el fútbol masculino y salir nosotros a buscar los jugadores, porque no había una cabeza que se pueda hacer cargo de tantos jugadores. Y tuvimos que poner el hombro.
¿Cuál es la situación de Atlético Salta hoy como institución?
Mantenemos la pequeña sede social en Tavella y San Felipe y Santiago, en una zona estratégica donde paran todos los colectivos, por lo tanto nosotros podemos recibir a los jugadores de todos los barrios. Hoy solo tenemos ese espacio, donde a futuro proyectamos ampliar y construir canchas de vóley. Las chicas usan la sede para hacer fútbol cinco, pero las demás divisiones entrenan todas en el predio del barrio municipal, que está a cuatro cuadras de la sede, que nos la ceden. Tenemos las ocho divisiones de fútbol de la Liga completas, una escuela de fútbol femenino inclusiva donde recibimos a todas las chicas y les enseñamos todo de cero. Tenemos además una escuela de fútbol infantil que inauguramos en enero y para septiembre proyectamos abrir el turno mañana de la escuelita, más orientado a que sea mixta a futuro, además de una escuela de vóley.
¿Con cuántos socios cuentan y cómo hacen para no caer en el ostracismo con aportes mínimos?
Tenemos un padrón mínimo de 30 socios. Recibí al llegar un padrón desactualizado, con socios fallecidos o que nunca se acercaron a colaborar con el club y figuraban. Tenemos mucha gente que colabora de otra forma, que aportan una ayuda que no es económica, pero que le dedican muchísimo tiempo al club. No tenemos un patrimonio económico, pero sí un patrimonio humano.
¿Comenzaron a verse los frutos en cinco meses?
Cuando agarramos el club, el plantel del Anual no tenía DT, coordinador ni habían hecho pretemporada en marzo, a dos semanas de arrancar. Hoy estamos un poquito mejor, cambiamos esa situación de Atlético Salta. Había muchos papás que colaboraban con buena voluntad, dirigían, pero no eran entrenadores. Hoy tenemos técnicos o profesores en formación, que son los que están a la cabeza de la escuelita infantil, del femenino y las inferiores. Eso ya fue un cambio sustancial, apostar a formadores capacitados y de a poco dejar de ser un club amateur en todo sentido y con improvisaciones. Hoy los chicos tienen lista de asistencias, hay reuniones de padres. El presidente anterior estaba solo y yo no quiero eso, empujando el carro sola no voy a cambiar nada, nos nutrimos de la ayuda de todos. Queremos que el club sea como una escuela, que formemos y fomentemos las capacidades con un profesor que les enseña educación corporal y la transmisión de valores. Proyectamos a largo plazo un cambio desde las bases, desde los más chiquitos. Tenemos casi 300 chicos que dependen del club, recuperamos la sede. Paradójicamente, los chicos que jugaban en la primera no conocían la sede, luego hicieron un asado ahí y comenzaron a adquirir un sentido de pertenencia con la institución. Los acompañamos a los partidos para que estén contenidos.
Es bueno destacar que Atlético Salta no es un polo contencioso en la zona, sino en barrios de distintos puntos de Salta...
A los chicos tenemos que darles opciones de actividades positivas, no podemos quejarnos después de que no estudian, no trabajan, se drogan, roban. Esa es la importancia de los clubes chicos. No somos Central, Gimnasia ni Juventud, pero tenemos una importancia trascendental para la sociedad y nuestra misión es integrar y contener a casi 300 chicos. No no solo tenemos deportistas del barrio, sino también de zona sur, sureste, El Huaico, hasta de zona norte, que se toman dos colectivos para llegar cuando tranquilamente podrían ir a un club de su barrio. Eso habla del apego al club, del cariño.
Cómo superar la frustración
Atlético Salta es víctima de la enorme brecha entre clubes grandes y chicos. Javier Caliva, también parte de esta refundación y DT de la quinta división, habló sobre esta realidad: “Los chicos saben las diferencias, pero quieren y necesitan competir y superarse pese a las goleadas en contra. Hay una diferencia enorme en alimentación, desarrollo. Hacemos pedagogía. Hoy tengo un equipo con 20 jugadores, cuando antes teníamos 7; la tercera ahora tiene más de 30. Este es un proyecto pedagógico”, dijo.