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Hugo, con el edificio de la universidad de fondo. Andrés Mansilla
Contar la historia de la Facultad de Humanidades de la UNSa.
26 DE Agosto 2018 - 00:00
Hugo Cruz es aquella persona que uno puede saludar cualquier tarde y se le puede tirar un chiste de fútbol sobre su querido Boca Juniors. El hombre sonríe y prepara la respuesta rápida y ocurrente, bien "bostera" y sin agresión alguna; inocente. Trabaja en medio de las tazas, pocillos de café, artículos de limpieza, repasadores, escobas y pavas eléctricas en el segundo piso de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Salta. Es un espacio de uno y medio por al menos dos metros en donde tiene soluciones para todo. Tiene el cargo de "mayordomo", aunque es un padre siempre dispuesto a brindar soluciones para que los que se desempeñan allí tengan un clima que se podría calificar hasta de familiar.
"Huguito" tiene 62 años, es muy querido por todos y a cualquiera se le puede preguntar por dónde anda porque todos lo conocen. Lo que muy pocos saben es su historia; la cual fue casi de la mano con la historia institucional de Humanidades. El hombre ingresó a trabajar el 2 de marzo de 1981 y ya es toda una institución dentro de la Facultad.
Pero su relato lo lleva a más atrás en los años, a su infancia en su casa de Maipú y pasaje Marcos Paz, en donde vivía con sus papás Evaristo Cruz y Jacinta Marín y sus cuatro hermanos. Alguna zancadilla en los negocios hizo que su padre venda la casa casi céntrica y se muden a vivir a Villa San José.
"Antes el barrio (su barrio) era otra cosa. Salíamos a jugar al fútbol y al básquet todos los días, sin peligro ni maldad alguna, hasta cualquier hora. Ahora ya no se puede hacer eso en ningún barrio", dijo el hombre sentado en un pupitre acondicionado al pequeño lugar que tiene asignado. En esos partidos bajo el aro conoció a un gran amigo que se llamaba Luis Alberto Bayón, quien ya falleció.
A los padres de Luis le habían otorgado una vivienda social en el flamante barrio Universitario y hasta allí se iba a jugar al básquet. Fue allí que conoció a Virginia Elena Gómez y según él "el flechazo fue terrible". Tan terrible fue que teniendo 22 años se casó; Virginia tenía sólo 21. Tuvieron 5 hijos. Primero Huguito fue albañil, pintor, lo que sea. A los 25 años ya tenía a José María y a Hugo Fernando y entonces las changas ya no alcanzaban para nada, a pesar de que vivía con su suegra en Universitario. Así fue que su suegra se decidió y fue a hablar con el rector Agustín González del Pino que había sido puesto allí por el gobierno de facto. Como buen desconfiado de lo que consideraba "peligroso", Del Pino entrevistó a Huguito por al menos una hora y media "semblanteando" la ideología y el pensamiento del postulante al cargo. Finalmente comenzó a trabajar y la situación económica comenzó a mejorar tanto que al tiempo llegó Pablo Alejandro su tercer bebé. "Yo entré haciendo de todo. Para dar una idea, yo comencé con el traslado de la Facultad (de Humanidades) al edificio prestado en la de Económicas. Llevaba los muebles, los armarios, todo.
Ahí le comenzamos a decir "el pozo' al centro del edificio porque dejábamos todo ahí y luego fuimos acomodando", recordaba el hombre sobre cómo las facultades compartían el edificio que ahora es exclusivo de Económicas porque ahora Humanidades ya tiene el propio. También cuenta cómo era Humanidades cuando funcionaba en Naturales. Es decir que el hombre el año que viene cumplirá 38 años de antigedad y puede contar casi toda la historia de Humanidades.
"Yo aquí compartí con Luis Colmenares, Camilo Boasso, Gerardo Bianchetti, Arturo Oñativia, Miriam Corbacho, Julia Cabral; entre tantos otros reconocidos profesores. Son muchos y no los puedo nombrar a todos porque la memoria me falla y no quiero quedar mal. Siempre tuve un buen trato, igual con los alumnos. Sin embargo me quiero detener en la profesora Ana de Anquín. Ella fue y es especial en todo sentido. Yo tengo un cariño especial con ella porque siempre tuvo una consideración especial hacia mi persona. Además le dio una impronta especial a la Facultad con su buen trato", dijo el hombre emocionado.
Huguito tuvo dos hijos más. Mariano Daniel que falleció en una tragedia y Verónica Pamela. A todo lo malo lo combate con una sonrisa amable; sabe salir del dolor con humor sano. "El 10 de noviembre cumplimos 40 años de casados con mi esposa. Esperamos muchos regalos y que nos organicen una fiesta", dijo a las carcajadas.
Lo que tampoco muchos saben es que Huguito concursó y finalmente obtuvo el cargo de "Mayordomo" tal como accedería cualquier docente con antecedentes y oposición.
Sobre la actualidad se muestra preocupado. "Acá hace falta gente, hay muchas cosas por hacer. Nosotros nos encargamos de todo y muchas veces no podemos con las tareas. Por otro lado vemos que estamos en una negociación paritaria estancada. Nuestros docentes necesitan una solución urgente, acorde a la inflación, porque los que van a sufrir son los estudiantes. Sólo para dar una idea: si todo se soluciona ahora a los chicos y chicas sólo les quedarán dos meses de clases porque septiembre no se cuenta. Y eso no es nada bueno", dijo con todo el peso de la experiencia.
Huguito en dos años y medio cumple con la edad para jubilarse y la pregunta es obligada. "Yo lo único que sé es que voy a pedir prórroga para poder seguir viniendo a trabajar con los docentes, con los estudiantes porque esta es mi vida, no conozco otra cosa. Yo las únicas faltas que tengo es con los nacimientos de mis hijos, cuando falleció Mariano y cuando se enfermó mi esposa. Yo no tengo faltas mías por enfermedad. Nunca falté a trabajar y mi legajo está flaco porque no tengo antecedentes malos. Amo mi trabajo y no lo quiero dejar nunca", dijo y la mirada se le quedó perdida en el infinito remolino de una taza de café que preparaba.
Tareas precisas
Hugo atiende a los profesores con café, con té o mate cocido. El hombre sabe a quién le tiene que tener el termo listo para el mate, la yerba que le gusta a los del Cisen, a los de Historia o a los filósofos. Si hace frío tiene bollos, sino chatitas, facturas y siempre está dispuesto. Cuando vienen las grandes visitas intelectuales de otras universidades está a la altura de las circunstancia. "Es la historia misma de la Facultad que camina silbando por sus pasillos", dijo la profesora de Comunicaciones Sociales, Freda Aimetta.