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El cantante habló sobre su carrera, las anécdotas más curiosas de sus recitales y la admiración a su hermano Andrés.
11 DE Febrero 2019 - 10:15
Del rock, el pop, el tango y el mundo. Javier Calamaro relaciona su apellido con la calidez de su familia y la enseñanza de rectitud y profesionalismo que le dejaron en su casa. El tenor se define como un cantante apasionado y vive la música como una terapia y una forma de conectar con los demás. Aventurero y soñador, el hermano menor de Andrés se animó al cuestionario de DiarioShow.com y compartió sus proyectos.
-Hacé un balance del 2018, y contá por qué pospusieron con Facundo Arana el concierto “Aconcagua Music”.
-La realidad es que estamos hablando de un país en profunda crisis. Era un proyecto hermoso y sano y pensábamos en dejar un mensaje y beneficio mucho más ambientalista que económico, porque no pensábamos en hacernos ricos, ni mucho menos. Lo tuvimos que suspender porque la conyuntura no da. En un país en crisis no nos daba para volvernos locos y salir a buscar auspiciantes para solventarlo. Eso habla bastante del balance del 2018, que fue un año de plenas intenciones maravillosas. Todo lo que dependió de mí salió muy bien, hice 40 expediciones a la montaña, descubrí un mundo alucinante, lo combiné con la música y uní dos grandes poderes. Pero concretar aquello que dependía de factores económicos, se me hizo muy complicado.
-¿Qué significa la música en tu vida?
-Es mi muleta, mi terapia, mi forma de comunicarme con el mundo, mi forma de crecer, crezco conmigo mismo pero tomo como referencia a la música. Cuanto más sano y evolucionado me vuelvo, las mismas características adquiere lo que hago. La música es como una esposa exigente, a veces hay que separarse por un rato, aunque no divorciarse (risas).
-¿En qué te diferenciás con tu hermano?
-Él es más intelectual, aunque no sé sí esa es la palabra justa, y yo soy más intrépido y aventurero. Mi hermano es más social y metódico con su carrera y tiene una muy sólida. A mí me chupa un hue... -risas- en términos de seguirla a nivel profesional. Lo mío con la música va por otro lado. Andrés es muy músico y se preocupa muchísimo por seguir siéndolo. Es enorme. Yo soy más libertino, porque siento que es un elemento más maleable, una herramienta para aventurarse más en la vida, ir más adentro de uno y llegar al fondo, literalmente. Yo le pongo el físico, mi hermano la intelectualiza.
-¿Una razón por la cual no te arrepentís de ser artista?
-Fui de la clase de niño que desde chico soñaba con hacer grandes cosas. Para mí ser artista representa algo tan enorme, que incluso creo que los líderes mundiales deberían haberlo sido, haber buscado poder en su espíritu, creatividad, talento y no intentar tenerlo con falta de escrúpulos. Jamás me podría arrepentir de haber elegido este camino, porque aunque a veces pueda ser duro, nada me hubiera dado las satisfacciones y la sensación de sentirme tan realizado.
-Seguro tenés varias anécdotas emocionantes...
-Son varios los momentos que me dieron una satisfacción enorme y que me van acompañar en mis pensamientos finales. En el 2008 canté bajo el agua en una cápsula subacuática. La historia es larga pero increíble. Sumergimos una cápsula con un equipo de buzos tácticos, ingenieros subacuáticos, técnicos en superficie y hasta teníamos un equipo de transmisión para que la gente pudiera verlo vía satélite, en vivo. Lo hundimos en el lecho marino del Golfo Nuevo, frente a las costas de Puerto Pirámides en Chubut. Canté con un sistema de sonido de parlantes subacuáticos. Las ballenas se arrimaban atraídas por el sonido. Fue muy cuidado en lo que se refiere al proteccionismo y el ambientalismo. Pero fue una experiencia increíble, altísima, mística y para un ateo como yo, nada más parecido al encuentro con un poder supremo.
-¿Cuál es entonces el próximo desafío?
-Voy a cantar a 5.600 metros sobre el nivel del mar y ojalá eso ocurra, según los planes, el día 10 de marzo en el volcán Corona del Inca, en la provincia de La Rioja. Será con banda, con el mismo sistema de sonido que utilizó Metallica en la Antártida. Eso es lo más alto a lo cual aspiro y sería un récord mundial. Tuve el recital más bajo y ahora tendría el más alto -risas- . De suceder, será una experiencia mística.
-¿Cómo impactó la inflación en tu forma de llegar a fin de mes?
-¡Qué curiosa esta pregunta! -risas-. Mirá, los avatares y los desaciertos del gobierno de turno me afectan de la misma manera que a todos. Los impuestos, la suba de precios y la especulación de todos los aliados de turno también. Operaciones, empresas, punteros y toda esa raza, a mí me da mucha bronca.
-¿Hay alguna decisión sobre tu carrera que hoy no tomarías?
-Seguramente debe haber varias. Un ejemplo: discos maravillosos que entregué a una compañía que no le dio ni bola y yo se lo entregué de buena fe. No lo tomaron con el tratamiento que me habría gustado, pero por ahora no voy a decir nada puntual sobre el tema.
-¿Qué representa en tu vida el apellido Calamaro?
-Orgullo de hijo, de Don Eduardo. El tipo más derecho, íntegro, horesto e ilustrado que conocí en mi vida. Mi papá era un gran ejemplo. Representa el ejemplo de padre. También, mi hijo Romeo, que es un gran pibe, súper sano y talentoso. Y ni hablar de mi hermano Andrés que es una figura de talento, profesionalismo y compañerismo. Tiene una carrera impecable.