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Agustina Moya (22) logró sobrevivir milagrosamente tras 20 minutos de permanecer “pegada” a un poste metálico de alumbrado público, recibiendo descargas eléctricas. La salvó un policía fuera de servicio.
26 DE Febrero 2019 - 09:22
El último domingo, Agustina Moya junto a sus amigas y amigos caminaban por la calle 9 de Julio, en el centro de Rosario de Lerma. Eran las 10 de la noche, aproximadamente, y se había desatado una tormenta. A raíz del temporal, la joven de 22 años junto a su grupo se dirigían a la parada de ómnibus al haberse suspendido el baile carnestolendo en la carpa del Club Olimpia Oriental.
“Caminábamos por la vereda cuando de repente pisamos un charco y nos dio la corriente a todos. Mis amigos lograron salir a tiempo, pero yo tropecé y mi tobillo quedó pegado a un poste de alumbrado público. Caí boca abajo. Estuve como 20 minutos prendida al pilar recibiendo descargas eléctricas”, recordó Agustina.
La joven, oriunda de Cerrillos, recordó además: “Mis amigos intentaron arrastrarme de la mochila para desprenderme del poste metálico, pero les daba la corriente. Sentía que me quemaba toda, comenzaba a salirme sangre por la nariz y la boca. En esos momentos pasaba por allí un auto blanco. Le hicieron señas. Se trataba de un policía fuera de servicio de nombre Javier Maita, quien se bajó rápidamente para auxiliarme. Primero intentó por varios medios tocarme pero le daba la corriente, hasta terminó con quemaduras. Luego, un vecino le acercó un palo. Con la madera Javier me golpeaba el tobillo y la pierna para desprenderlos del poste. Fueron varios minutos de intentos, hasta que lo logró”.
Tras las descargas, Agustina relató que no podía ni hablar y que no sentía su cuerpo. Estaba devastada, casi inconsciente.
“El hombre me decía que respire, que respire junto con él. Había llegado al lugar un móvil policial y solo atinaron a trasladarme al hospital de Rosario de Lerma, donde fui atendida y quedé en observación dos horas, luego me mandaron a mi casa con quemaduras en brazos, piernas y tobillo. En el hospital me visitó un empleado de Edesa, que me pidió mis datos y el número de teléfono, y dijo que se comunicarían conmingo, pero hasta ahora no lo hicieron”.
La joven cerrillana aún no se recupera y sufre las secuelas del mal trance, y agradece especialmente a Javier Maita haberle salvado la vida. “Si él no hubiese aparecido, tal vez no estaría aquí. Le pudo pasar a cualquiera que hubiera pasado por esa vereda. El lugar está ubicado entre el Concejo Deliberante y el colegio secundario. Nos tocó a nosotros, y sobretodo a mí”, concluyó la mujer.
Quemaduras sufridas por Javier Maita