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Los chicos del merendero Por la Sonrisa de los Niños. Gentileza
Pasaron de atender 80 chicos de entre 4 y 16 años, a 150. Solo sirven la merienda y la cena tres veces en la semana, pero los alimentos no alcanzan.
6 DE Marzo 2019 - 02:22
En barrio Unión la crisis llegó con fuerza a la casa de varios vecinos. Por año, la comparsa del barrio realizaba colectas entre los vecinos y las hacía llegar a otros barrios, pero desde principios del año pasado la historia cambió. Las necesidades de los pequeños de la zona llevaron a que Miriam Llanes, junto a un grupo de siete personas más, resuelvan abrir las puertas de un merendero para el barrio, bajo del nombre de "Por la Sonrisa de los Niños".
Ni bien se supo de este nuevo espacio, los padres llevaron a sus pequeños y así -entre la ayuda de los vecinos y el aporte de la Cooperadora Asistencial- comenzaron a servir la merienda los lunes, miércoles y viernes. Con el paso de los meses las necesidades de los chicos aumentaron. Ya no se trataba solo de darles una ración de arroz con leche o de yogur con cereales, también había que contenerlos, acompañarlos en su soledad y llegada la noche servirles aunque sea una sopa.
Hasta fines de 2018 fueron 80 los chicos que se sumaron al merendero-comedor. Hasta que en las vacaciones, y con la creación de una escuelita de fútbol en la cuadra, el número de asistidos se multiplicó y en la actualidad ya son 150.
"Vemos que la situación está difícil. Muchas mamás salen a trabajar y los chicos quedan solos en la casa con la tentación de irse a la calle. Ahí son tentados para que consuman y todo va de mal en peor", expresó Miriam, quien junto a su grupo de amigos ofrece a los chicos un espacio donde puedan quedarse a pintar o jugar, con tal de que no salgan a la calle.
En el comedor del barrio Unión no existen feriados. El lunes todo estuvo cerrado pero la "pancita" de los chicos seguía con hambre, así que las encargadas del comedor siguieron adelante con su servicio.
La semana pasada realizaron una lota y todo lo que vendieron les sirvió para comprar carne para tres días, las verduras llegan de las donaciones que hacen los comercios de la zona y el pan de la merienda se logró hacer gracias a la donación de una mujer que conoció de este caso por los medios y se acercó con un fardo de harina.
"Casi me pongo a llorar porque con eso le vamos a hacer pizzas", contó Miriam, que agregó que hace 5 meses que presentaron la solicitud para ingresar al programa Pan Casero y todavía no tienen una respuesta.
En la actualidad desde la Cooperadora Asistencial, el merendero de barrio Unión, ubicado en la manzana 352A, lote 4 calle 3, recibe 60 litros de yogur semanales, igual de leche, 25 bolsones de mercadería mensual que contienen azúcar, yerba, té, chocolatada, arroz y polenta. Con esta mercadería se cocina anchi, arroz con leche y leche con chocolate, pero esta última, al igual que el té y el mate cocido, se evitan porque no cuentan con pan para ofrecerles a los chicos.
La cocción de los alimentos se hace con una cocina que funciona con gas envasado y cuando la garrafa se termina, los colaboradores cocinan a leña.
La vivienda en la que funciona el comedor tiene una cocina pequeña y una galería angosta. Cuando llueve, los chicos ya saben que tienen que ir con un recipiente para llevarse la merienda.
Durante el período de vacaciones la merienda se sirvió a las 18, pero ahora que los chicos comienzan la escuela se pasa a las 19.
"Tenemos chicos que vienen después de la escuela, aunque hayan tomado el té allá porque traen a los hermanitos más chicos que no están escolarizados o que están en el turno mañana. Para muchos esta es la comida con la que se van a la cama", expresó la mujer.
Miriam Llanes es modista y además es vendedora ambulante de ropa interior y medias. Su esposo es albañil y tienen cinco hijos. Uno de los mayores ya está casado e hizo su familia, los siguientes son de 15, 11, 8, 5 y un año y medio.