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17 DE Julio 2019 - 09:02
La oración de San Alejo es considerada una segura protección contra los peligros, las envidias, los chismes y las hechicerías. El santo es reconocido dentro de diferentes corrientes espirituales. Tanto los fieles de la Iglesia Católica y como de la Iglesia Ortodoxa, tienen especial devoción a este santo que vivió gran parte de su vida en Siria. "Si tenés una vecina o un amigo chismoso, no pelees con él, no los maldigas, en todo caso rezale a San Alejo, para protegerte de las malas lenguas", recomendó Daniela, de barrio Intersindical.
En Salta, un pintoresco cerro ubicado en la localidad de La Caldera lleva su nombre.
Alejo, cuentan las organizaciones religiosas, era hijo de un acaudalado senador romano. Sus padres le enseñaron que la ayuda que se le brinda a los pobres se convierte luego en un tesoro para el cielo. Por eso desde muy chico repartía su dinero y otras cosas entre los más necesitados.
De acuerdo a los relatos históricos, a los 20 años se dio cuenta que la riqueza y la sociedad superficial en la que vivía eran un verdadero peligro para su alma, así que huyó de su casa para refugiarse en Siria. Allí permaneció durante 17 años dedicándose a la adoración y a la penitencia, y mendigaba para él y para ayudar a otra gente necesitada. Los llamaban "el hombre de Dios". Sin embargo, pronto llegaron hasta esa ciudad rumores sobre que el mendigo tan pobre en el que se había convertido, era en realidad hijo de una familia muy rica, y por temor a que le rindieran honores huyó de Siria y volvió a Roma.
Su biografía señala, que llegó a casa de sus padres a pedir trabajo, pero ellos no se dieron cuenta de que era su propio hijo, entonces le dieron tareas de las más humillantes y así estuvo otros 17 años, durmiendo debajo de una escalera y pasando carencias.
Finalmente enfermó y muribundo mandó llamar a sus padres y les contó que él era su hijo, y que por penitencia había elegido esa tremenda forma de vivir. Los dos ancianos lo abrazaron llorando y lo ayudaron a morir en paz.
Después de muerto hizo muchos milagros en favor de los que se encomendaban a él.
A lo largo de los años los devotos de San Alejo elaboraron oraciones solicitando al santo su intercesión divina, para alejar el mal y los enemigos, como él se alejó de las tentaciones:
“¡Oh, glorioso San Alejo! siervo fiel, piadoso y bueno, que estás en la Gloria, ante la presencia de Dios. Hoy te pido: aléjame de todo mal”.
“Bienaventurado San Alejo, tú que tienes el poder de alejar todo lo malo que rodea a los siervos del Señor, haz que sea invisible para mis enemigos”.
“Tú que encontraste favor ante María, aléjame de Satanás, aléjame del enemigo, del mentiroso, del traidor y del dañino, del que siembra cizaña a mi alrededor, del que con maldades, magias, conjuros o hechicerías me quiere atar, embrujar y mi vida perjudicar”.
“Líbrame de las malas lenguas, de los chismes, difamaciones e intrigas, de todo aquel que quiera verme rendido y hundido”.
“San Alejo bendito, aléjame de la envidia, del mal de ojo y la injusticia. Aléjame de los celos y el rencor, de la infidelidad, la traición, el rechazo y la soledad. Escóndeme donde no me puedan encontrar, los que quieren causar mi perdición”.
“Oh Glorioso San Alejo, llamado “el Hombre de Dios”, acércame a Jesús y a María, para que con sus Divinas Bondades me concedan la protección, que con humildad te solicito”.
“San Alejo bendito, por la Santísima Virgen María, por su amado Hijo Jesucristo y por la gracia del Espíritu Santo, ten piedad de mí y no desoigas mi pedido. Amén”.