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La veneración a esta advocación se ha convertido en las últimas décadas en una de las manifestaciones religiosas más populares de Salta.
15 DE Agosto 2019 - 07:43
La veneración a la Virgen de Urkupiña se ha convertido en la última década en una de las manifestaciones religiosas más populares de Salta. Se trata de una festividad que se celebra del 14 al 16 de agosto en Quillacollo (Bolivia), provincia importante de Cochabamba, donde según la tradición la Virgen se apareció a una pastorcita.
Salta, por su condición de provincia limítrofe, recibió en los últimos años una fuerte afluencia de inmigrantes bolivianos que influyeron decididamente en la conformación de nuevas modalidades de comercio, como los mercados de pulgas, las ferias americanas, la venta de comida callejera, etcétera. En algunos casos los salteños adoptaron como propias estas costumbres. Lo mismo sucede con la gastronomía, la música, la danza, el lenguaje y, en muchos casos, la moda.
Hoy también es el Día de la Asunción de María. En un mensaje, el papa Francisco explicó que “Dios es alegría, no sufrimiento”. Lo hizo antes de rezar el Angelus. La solemnidad de la Asunción de la Virgen a los cielos, es una fiesta en el Vaticano y en muchos países del mundo.
Una de las manifestaciones más fuertes de esta influencia cultural se ve reflejada en la enorme masa de creyentes que se sumaron a la devoción por la popular Virgen de Urkupiña. Hasta hace poco menos de una década esta veneración era casi cerrada y privativa de las comunidades bolivianas residentes en el territorio provincial. Pero poco a poco el fervor religioso por la imagen fue sumando fieles que hoy pueden contarse por decenas de miles, y que tornan a la típica creencia andina en una de las más notables de la provincia, compitiendo incluso con los cultos a Sumalao o a la Virgen del Perpetuo Socorro.
Si bien la fiesta central tiene lugar del 14 al 16 de agosto, las manifestaciones se extienden a lo largo de todo el mes y, en algunos casos, se prolongan hasta octubre debido a los cientos de fraternidades que, una tras otra, organizan los festejos y desfiles en los diferentes barrios de la ciudad y localidades del interior.
Hoy la fiesta central en honor a la Virgen de Urkupiña tendrá lugar en la parroquia Nuestra Señora del Pilar (Mitre 1.414) y luego se trasladará al Campo Histórico de la Cruz a las 17.
Las peregrinaciones con la sagrada imagen son acompañadas, en muchos casos, por la danza de caporales, tobas, waca waca, pujllay, suri sicuri, morenadas, diabladas, tinkus, kallahudas e inti huayras, que ensayan durante todo el año para ofrecer lo mejor de su arte a la venerada Virgen.
Los desfiles rebozan colorido y trajes exóticos y los altares son rodeados de botellas de agua e imágenes de la Virgen que “van a oír misa” y recibir la bendición de los sacerdotes, que los devotos acogen como símbolo de protección y unión. Durante esos días no hay cambas ni collas, salteños ni jujeños, ricos ni pobres. Es un momento y un espacio de permanente encuentro y confraternidad entre devotos de la Virgen de Urkupiña.
En la capital, una de las celebraciones más tradicionales tiene lugar en la casa de la familia Guaymás Morales, donde la Virgen llegó como un regalo de los Murillo el 22 de julio de 1989. “Comenzó así la costumbre de doña Amalia Guaymás, de manifestar su profunda devoción a esta advocación con una fiestita entre familiares, que luego fue creciendo. Lo hizo hasta que falleció en 1997. Pero la tradición continuó con su abuela Dalmacia Fabián y posteriormente de la mano de Josefina Guaymás”, contó Delia Aguilar, una reconocida feligresa de Urkupiña.
“Hoy, las actividades están a cargo de su esposo, don “Pocho” Morales, y de sus hijos Magdalena, Marcelo y de su nieto Leónidas. Desde que llegó la Virgen a ocupado un lugar muy especial en esa casa, tal es así que le armaron su propio santuario. De las novenas que eran encabezadas por Josefina y Amalia participaron sacerdotes, diáconos y religiosas, como la hermana Rosita. Desde 2010, se sumaron también miembros de la Renovación Carismática”, recordó Aguilar.
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