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29 DE Abril 2020 - 02:55
Argentina vive momentos decisivos para el destino de la economía nacional, donde cada vez está más cerca de caer en su noveno default. El Gobierno está haciendo una jugada a “todo o nada” con una propuesta oficial para la reestructuración de la deuda que se les hizo a los acreedores, donde la intransigencia puede ser su peor enemigo. Diego Saravia Tamayo es un economista salteño que se desempeñó como gerente de investigaciones y asesor senior de política monetaria en el Banco Central de Chile y actualmente es director de Proficio Investment. En una entrevista con El Tribuno, consideró: “La propuesta es dura para los acreedores y es muy poco probable que la acepten”, y destacó que la propuesta que hizo “es mejorable” sin que sea “onerosa” para el país.
Argentina incumplió con el pago de US$500 millones que vencían el 22 de abril en concepto de deuda externa, ¿qué significa esto?
Significa que empezó a correr el período de gracia de 30 días para entrar en default. El 21 de mayo, sin una oferta que sea aceptada por los bonistas, se entraría en default formal. Ahora se está en un período de negociación, lo que no quiere decir que efectivamente vaya a haber una. El ministro (Martín) Guzmán puso el 8 de mayo como fecha para que los bonistas acepten la propuesta. Pero esa ventana de tiempo entre el 8 y el 22 me hace pensar que el Gobierno se podría estar reservando unos días para seguir hablando en caso de ser necesario. No está lejos lo que los bonistas están dispuestos a aceptar y lo que plantea el Gobierno. Hay una oportunidad clara de llegar a un acuerdo conveniente para el país.
¿Qué le pareció la propuesta que contempla una quita del 62% en promedio sobre los intereses y de 5,4% sobre el capital para comenzar a pagar en 2023?
Antes que nada, yo hubiese preferido invocar las cláusulas contractuales que permiten buscar mayorías para posponer las negociaciones hasta que pase la pandemia. Pero no sucedió así. La propuesta es dura para los acreedores y es muy poco probable que la acepten. Hablando con gente de los bancos de inversión de Estados Unidos, ninguno me dijo que van a aceptar. Ya se pronunciaron públicamente tres asociaciones de bonistas diciendo que esto no es aceptable. Ahora, lo que no debiese perder de vista el Gobierno es que la propuesta que hizo es mejorable sin que sea onerosa para el país.
¿A qué se refiere?
Por ejemplo, se podría acortar el período de gracia en el que no se realizarán pagos a los bonistas. Empezar a pagar recién en el 2023 es un período que los bonistas consideran demasiado largo. Considere que el primer pago se haría recién cuando termine este período de gobierno. Hacer algún pago durante ese período no le hace mucha diferencia al país en términos prácticos y sería bien recibido. Otra cosa que se podría ofrecer es un interés que sea más alto en los primeros años luego del 2023 que es 0,5%. Lo que es importante es que se ve a los acreedores con voluntad de aceptar una quita grande. Las puntas están cerca, son diferencias de menos de 10 puntos porcentuales de quita en valor presente. Mi punto es que teniendo bonistas que tienen voluntad de aceptar una quita grande, dejar esa oportunidad por ser intransigentes en una oferta tan dura me parece que no tiene sentido. Habría que sentarse a negociar.
¿Qué pasa si los bonistas dicen que no el 8 de mayo?
Si dicen que no, el Gobierno después tiene dos semanas para presentar otra oferta para que sea aceptada y evitar el default. Los plazos no son nada holgados, sino que son muy estrechos.
¿Qué sería lo peor de entrar en default?
Lo más costoso para el país sería entrar en default en una situación donde los acreedores están dispuestos a dejar mucho sobre la mesa de negociación. La evidencia empírica muestra que los defaults son costosos para los países que incurren en los mismos. Los costos vienen por varios frentes. El comercio internacional se resiente significativamente. O sea, el país comercia menos con el resto del mundo. Hay problemas en el financiamiento. Un canal muy significativo es el de la inversión directa extranjera que cae en los años posteriores al default y eso es muy costoso para un país. Argentina necesita inversiones, no que no vengan. Por supuesto que en medio de la pandemia, estos costos pierden nitidez, pero no hay que perder la perspectiva, son importantes.
¿La intransigencia que muestra el Gobierno es una manera de negociación?
Me gustaría que fuera el caso, pero lo dudo. En unos días lo sabremos.
¿Cómo ve la situación económica global por esta pandemia?
Obviamente estamos transitando una recesión muy dura, que probablemente no tenga precedentes en la historia desde que se tiene registro. Nadie sabe qué va a pasar con esto. A los principales países esta situación los encuentra muy endeudados producto de la política monetaria del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal de los Estados Unidos en la última década. Después del 2009 pusieron una tasa muy baja porque salíamos de una crisis financiera muy grave y eso duró mucho tiempo, lo que hizo que los gobiernos y las empresas se encuentren con un nivel alto de deuda. Creo que los bancos centrales tienen la pólvora un poco mojada para hacer política efectiva. Es una situación global muy complicada; me da miedo que haya una depresión económica que dure mucho tiempo. Hay un estudio que muestra que lleva años recuperarse de crisis de naturaleza similar a esta; el crecimiento es más alto después de una guerra por ejemplo porque hay que reconstruir el capital, pero en pandemias no.
Sin sorpresa, los países desarrollados tienen más espalda para enfrentarla. Los mismos están implementando programas fiscales de 16% del PIB en promedio mientras que los países latinoamericanos están en un 4% del PIB. Hubiese sido más fácil si el fisco hubiese ahorrado algo cuando el precio de los commodities estaba alto.
¿Y en Argentina?
Esta pandemia nos encontró en una situación macroeconómica muy débil. Dos años de recesión con inflación alta, problemas de solvencia fiscal, falta de inversiones, etc. Esta pandemia requiere de políticas públicas muy activas que en Argentina, al no tener espalda financiera, se pueden financiar con emisión monetaria en un contexto donde la moneda no es sólida. Acá se va a necesitar mucha pericia de parte de los políticos y los que hacen política económica para emitir y después sacar ese dinero oportunamente. Un plan de salida que sea efectivo porque si no nos podemos ir a un nivel de inflación muy alto.
¿Cuál sería su estrategia?
En situaciones extremas hay que aplicar políticas que no se aplicarían en otras circunstancias. Ahora hay que apuntar a evitar que se rompa más la cadena de pagos, que se deprima la demanda de la economía y que se fundan empresas que son sólidas en situaciones no catastróficas. En ese sentido, creo que políticas que ayuden a empresas a pagar sueldos que descompriman temporalmente el pago de impuestos, préstamos a tasa cero donde el fisco asuma el riesgo de crédito, entre otras, son útiles y estoy de acuerdo que se implementen en estas circunstancias. Ahora Argentina no tiene ahorros fiscales, ni se puede endeudar. Así que el Banco Central va a tener un rol clave. Pero el principal problema para esto es la debilidad monetaria del país desde hace un tiempo lo que le quita capacidad de acción efectiva a la autoridad monetaria.
¿Qué tema urgente debe tratar el Gobierno?
El más urgente es, por supuesto, evitar caer en una depresión económica como consecuencia de la pandemia. Pero no hay que perder la perspectiva en el tema de deuda. Los bonistas están de acuerdo en aceptar una quita grande, sería una pena perder esa oportunidad.
¿O sea que su consejo sería que cedan un poco?
Llegar a un acuerdo. Sería un gran error entrar en default por ser demasiado intransigente.
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