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Fotografías: Jan Touzeau
8 DE Abril 2020 - 07:09
CORONAVIRUS. El “quedate en casa” no solo debe ser una frase de moda, sino que tiene que permanecer grabada a fuego en la consciencia de cada salteño, ya que un quiebre brusco del aislamiento total puede tener consecuencias inimaginables. Controlar las ansiedades, es la clave.
Es hora de dejar de lado el porfío criollo “aquí no va a pasar nada”, porque puede pasar, y puede pasar en cuestión de horas.
A un comportamiento que en general fue ejemplar en los últimos tiempos, le siguió una conducta rozando lo peligroso desde el inicio de esta semana, en la que se pudo ver a los salteños en masa agolparse en distintos puntos de la ciudad. El disparador fue tal vez la situación que vivieron los jubilados en el arranque del cobro de sus haberes. Y la gente se animó, sin medir el peligro.
Y como para muestra solo hace falta un botón, en el Rapipago de la esquina de Güemes y Leguizamón se formaron filas de más de 300 metros sin respetar las distancias de seguridad y, lamentablemente, sin tomar ningún tipo de recaudo frente a la amenaza de contagio del COVID-19. Hombres y mujeres de las franjas de mayor riesgo sin barbijos, pegados unos a otros, chicos, jóvenes, embarazadas… Esta es una imagen que se replicó en la mayoría de los centros de pago, cajeros automáticos, bancos y supermercados. Fue más allá de un día normal, para convertirse en una jornada de “masividades” y de alto riesgo para todos los salteños.
La gradualidad es fundamental. El riesgo no desaparece con un permiso o una prohibición, sino que se atenúa con una toma de conciencia y un cambio de hábito: lavarse las manos constantemente, evitar las aglomeraciones, guardar distancias prudenciales con otras personas, quedándose en casa, usando barbijo. El riesgo disminuye prestando atención a las recomendaciones que por todos los medios e insistentemente nos hacen llegar los que “saben”, simplemente para no sufrir el horror que hoy por hoy sufren otras comunidades en distintas partes del mundo donde los muertos, a diario, se cuentan de a miles. La salud no es un “bien” individual, es un “bien” común.