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Sergio “Ciego” Costello desde la comodidad de su hogar, rodeado de fotos y recuerdos de su inolvidable carrera. Fotos de Pablo Yapura
Sergio “Ciego” Costello rememoró en El Tribuno el “partido fantasma” del 21 de noviembre de 1976, siendo uno de los pocos testigos “cuervos” vivos en cancha del día en el que el gran “10” enfrentó a Central Norte.
12 DE Julio 2020 - 00:41
“Era domingo, hacía un calor bárbaro. Estábamos 0 a 0 en el primer tiempo ante uno de los mejores Argentinos Juniors de la historia... hasta que en el segundo tiempo entró un pibito de rulos al que nadie le dio bolilla. En una jugada gambeteó al Melli Castillo y al Negro Laguna. Había que pasarlos a esos, ¿eh? Se puso frente a frente conmigo... y la tiró desviada. Sin saberlo, esa intrascendente jugada pasó a convertirse en un hecho histórico y ni yo ni nadie lo sabíamos”.
Mate en mano derecha y termo empuñado en la izquierda, así comenzaba el atrapante y cautivante relato del arquero-leyenda salteño: Sergio Rubén Costello, quien, además de dejar una huella ineludible en el fútbol salteño y nacional, suma sin quererlo un dato particular en su amplia foja de servicios bajo los tres palos: es el único arquero salteño que enfrentó dos veces en cancha, y con la casaca blanca y negra, al mejor jugador de todos los tiempos.
Y así el “Ciego”, apodo que cargó durante años quien paradojalmente ostentaba una buena visión panorámica de juego desde el arco y reflejos envidiables, le describía a El Tribuno aquella tarde del 21 de noviembre de 1976, del cual recuerda absolutamente cada detalle. Aquel día, el gran Diego Armando Maradona enfrentaba por primera y única vez a un equipo salteño en un partido oficial (frente a Central Norte en e Nacional del 76), ya que 4 años después y por gestión de Bruno Iezzi, un Diego ya consagrado brindaba para los salteños, en el Gigante del Norte, una exhibición amistosa, otra vez frente al cuervo, y otra vez con el histórico Costello custodiando la cueva contraria al pibe de Villa Fiorito que para entonces ya había deslumbrado al mundo, en Argentinos, y también en la Selección nacional que meses antes había alzado la Copa del Mundo Sub-20 en Japón.
Pero detengámonos en ese 21 de noviembre del 76, en el viejo estadio hoy inexistente de Boyacá y Agustín García, en el barrio porteño de La Paternal, día y lugar que marcarían un hito histórico para los salteños, pero que no muchos recuerdan: el “partido fantasma” del que lastimosamente no se conservan testimonios ni documentaciones fílmicas y fotográficas. Solo los viejos retazos de papel enmendados con cinta scotch por aquellos guerreros de la nostalgia que resisten el deterioro del recuerdo son los que testimonian fehacientemente en las síntesis de El Tribuno y de la revista El Gráfico, que ese día, Argentinos goleó al elenco salteño como local por 3 a 0, y que un factor incidente en el resultado fue un tal Diego Maradona, que entró en el segundo tiempo para torcer la paridad del 0-0 de los primeros 45 minutos. Sí, el pibe de rulos que recuerda Costello, curiosamente, el Ciego hace apenas tres semanas pudo reconfirmar, en una charla casual con un coleccionista amigo, que ese nene que se rindió ante su estampa de recio arquero era... ¡el mismo Maradona!
Sobre el choque real, Costello evocó esa tarde de noviembre con una memoria prodigiosa y sorprendente. “Recuerdo absolutamente todo de aquel partido. Y tengo grabado en la retina el momento en el que entró ese pibe al que no le dimos importancia. Era un chico más que entraba. Un mes antes, había debutado en primera en esa misma cancha frente a Talleres de Córdoba y el que lo marcó y se comió un caño fue mi gran amigo el “Coya” Cabrera (recordado volante central salteño que fue protagonista directo de otro momento épico de Maradona). Pero la verdad es que no lo conocía nadie a Diego, afuera de Argentinos Juniors y del barrio. Nosotros no lo conocíamos, el país aún no hablaba de ese chico hasta ese año, como hoy se cree. Pero lo loco de todo esto es que yo siempre recordaba esa imagen y con el paso del tiempo asociaba a ese chico con Maradona. Le decía a mis amigos que estaba casi seguro que era él, muchos no me creían. Hasta que hace tres semanas un amigo me mandó al celular la foto de la síntesis de ese partido donde se ve que él ingresa desde el banco. Y me emocioné mucho. Y ahí entendí que muchos años atrás, sin saberlo, fui parte de un hecho histórico”, evocó el gran Ciego Costello.
“Luego pensé: ¡cómo no me pateó un penal o un tiro libre que quede en la historia! Solo me pateó al arco una vez y desviado. Para mí, fue como ver un nacimiento. Todo lo que hacía Maradona en esa época era leyenda. Y en el 80 lo volví a enfrentar en un amistoso acá que perdimos 5 a 3, en cancha de Gimnasia. Pero ahí él ya era tan consagrado que ni siquiera pude acercarme después del partido para saludarlo y para sacarme aquella duda”, se emocionó Costello en el final.