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Devotos llegaron temprano e hicieron fila afuera del templo.
Llegaron pocos fieles a la iglesia del Pilar. La celebración fue por internet.
16 DE Agosto 2020 - 01:42
Desde que el Comité Operativo de Emergencia de la Provincia (COE) decidió suspender todas las celebraciones y actividades presenciales por la Virgen de Urkupiña sus fieles y devotos debieron modificar todos sus rituales; aunque la expresión de fe se mantiene intacta.
Por la pandemia del coronavirus, las autoridades provinciales decidieron suspender las misas, la procesión y las bendiciones de vehículos y todo quedó en el plano de la virtualidad.
La conciencia social y el cuidado epidemiológico de los fieles estuvo acorde a las circunstancias ayer. El cura párroco Javier Mamaní tuvo que reinventarse para atender a los fieles que llegaron con la Mamasita de Quillacollo hasta la Mitre y Anzoátegui para recibir una bendición a sus imágenes. Como marca el reglamento armó una cola por la entrada principal que no tenía más de una cuadra.
Distanciamiento
La hilera humana estuvo distanciada, había sillas para los adultos mayores, antes de ingresar tomaban la temperatura y se brindaba alcohol en gel. Solo unos diez devotos ingresaban por tanda. Todo era muy cuidado.
Adentro, el sacerdote Mamaní hizo sentir toda la mística de la Virgen patrona de Quillacollo (Bolivia) con sahumerios y agua bendita.
"Desde hace ocho años que vengo con mi Virgencita a que el curita me bendiga. Esta imagen es de mi casa y por este año vamos a realizar las celebraciones solo con los que viven en casa", comentó Valeria Valdéz, quien se llegó con su esposo desde el barrio Juan Pablo II norte.
"La bendición es una ceremonia hermosa y este año tuvo más intimidad. Entendemos lo que estamos pasando y es por eso que le pedimos a nuestra Mamasita que nos cuide; le dije que nosotros también nos vamos a cuidar. Ese es nuestro deber: cuidarnos todos. Y eso que las celebraciones serán para otro año, porque la idea es reencontrarnos nuevamente todos sanos", dijo Valeria.
Y en la calle, los fieles devotos de la Virgen de Urkupiña fueron consecuentes.
"Solo cinco personas estuvieron a las 7 de la mañana", informó un policía afectado a la seguridad.
La cola no superaba una cuadra con la distancia reglamentaria de los 2 metros. Muchos tomaron en cuenta las recomendaciones sobre el aislamiento voluntario y definitivamente no fueron. La iglesia del Pilar estaba vallada, y había un móvil policial afuera para controlar que no se produzca amontonamiento. No hubo los típicos festejos en la vía pública con bailes de caporales.
Un año diferente
Estas peregrinaciones y fiestas, según los historiadores, es una tradición que se remonta al 1700, pero que en Salta lleva un poco más de 20 años.
Hay mucha preocupación de las autoridades respecto de las posibles fiestas clandestinas que se puedan organizar ya que hasta entrado diciembre ocurren.
"Yo no creo que los fieles de la Virgen de Urkupiña se animen a desafiar a la pandemia", dijo Valeria Valdéz.