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El mensaje de aquella bandera resumía el contexto crítico del país por entonces.
El estallido del que hoy se cumplen 20 años, entre otras cosas, había postergado dos consagraciones históricas para el fútbol argentino: el renacer de Racing tras 35 años y el bautismo internacional de San Lorenzo.
20 DE Diciembre 2021 - 01:57
Hacia fines de 2001 dos grandes del fútbol argentino palpitaban históricas consagraciones, largamente esperadas por sus hinchas, pero la caída del gobierno de Fernando De la Rúa postergó la final de la Copa Mercosur, que San Lorenzo debía disputar con el Flamengo, y la definición del torneo Apertura en el que Racing buscaba cortar una sequía de 35 años.
El miércoles 19 de diciembre, a las 21, en el Nuevo Gasómetro, el club de Boedo tenía una cita con la historia: jugar la revancha con los brasileños después de empatar sin goles en el Maracaná y abrazar, al fin, su primera estrella internacional. La falta de un campeonato fuera del país era un karma para San Lorenzo en aquellos tiempos, hecho que se consideraba un castigo del destino por haber despreciado la Copa Libertadores de 1960, cuando el club le cedió la localía a Peñarol de Montevideo en un desempate de semifinales.
La ansiedad de los cuervos iba en aumento desde el 0-0 en Río, el 12 de diciembre, y se volvió incontenible cuando la revancha fue suspendida el mismo día de su programación por el estallido social en Argentina. Aquel triste 19 de diciembre se habían replicado los saqueos a supermercados y la represión policial en todo el país.
La voz del Nuevo Gasómetro anunció la postergación de la final dos horas antes, con los primeros hinchas en el estadio. La decisión había sido tomada por el presidente de la Conmebol, Nicolás Leoz, y representantes de ambos clubes en el hotel Hilton. En un principio se intentó jugarla el jueves 20, pero el agravamiento de la situación y la suma de muertes en las calles lo hizo imposible.
El Flamengo planteó compartir la Copa y el premio de 4,6 millones de dólares, pero San Lorenzo se negó y los cariocas abandonaron el país bajo amenaza de reclamar el título y el dinero, al entender que la final no se desarrolló por factores atribuibles al club local. La Conmebol decidió finalmente que se jugará el 24 de enero del año siguiente, lo que obligó a San Lorenzo a renegociar de urgencia el contrato de Pellegrini, cuyo vencimiento era el 31 de diciembre.
El jueves 20, mismo día en el que el presidente Fernando De la Rúa abandonaba la Casa Rosada en helicóptero, la AFA decidía postergar la última fecha del Apertura, que era aguardada con locura por la fiel y sufrida parcialidad de Racing. Como nunca antes desde 1966, la academia estaba a un paso de volver a gritar campeón en el fútbol argentino y terminar con la frustración de toda una generación que padecía las cargadas rivales por la ausencia de vueltas olímpicas. El equipo de Reinaldo “Mostaza” Merlo lideraba la competencia con tres puntos de ventaja sobre River y le faltaba sumar apenas uno ante Vélez en Liniers para gritar campeón.
Los fanáticos racinguistas agotaron las localidades disponibles en el José Amalfitani para un partido que debió jugarse el domingo 23, a las 17.10, pero que tampoco fue posible ante la inestabilidad institucional marcada por cinco presidentes distintos en 11 días.
El “paso a paso” de Mostaza se extendió unos días más, hasta el jueves 27, fecha en la que el pueblo albiceleste reventó la cancha de Vélez, y también la propia en Avellaneda, para seguir la definición. El empate 1-1, con el célebre cabezazo de Gabriel Loeschbor, aseguró el título y desató uno de los festejos más intensos y extendidos de la historia . Gritos, cantos, lágrimas, abrazos y caminatas de rodillas se multiplicaron entre los hinchas de Racing.
Imágenes similares se apreciaron casi un mes más tarde, cuando San Lorenzo, en casa, levantó la Copa Mercosur tras ganarle al Flamengo (4-3) por penales, con el arquero Sebastián Saja como héroe.