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Fotos: Pablo Yapura
La medallista olímpica se emocionó al ver la multitud que la siguió camino a su casa. “A la gente le digo que gracias por todo y estoy muy emocionada”, dijo a El Tribuno.
8 DE Agosto 2021 - 20:18
Un delivery flamea la bandera argentina mientras avanza y pasa por un cartel publicitario copado por tres jóvenes que buscan una mejor posición. En los alrededores decenas de personas saludan en la avenida del Bicentenario y se emocionan al paso de la autobomba que lleva a la salteña Valentina Raposo, la primera medallista olímpica de la provincia que ya arribó a Salta.
La imagen se repite de principio a fin: desde el aeropuerto internacional Martín Miguel de Güemes hasta la rotonda que ingresa a la Universidad Católica de Salta. Ese fue el trayecto que llevó a la defensora de Las Leonas que vistió los colores de la Selección argentina de hockey en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, con solo 18 años y seis meses.
Detrás de la autobomba, sus padres Gabriel Raposo y María Eugenia Ruiz de los Llanos junto a su hermana Bárbara (en Buenos Aires la espera Camila, su referente y hermana mayor), detrás: el resto de la familia, amigos, compañeras del club Popeye y fanáticos. Valentina no lo puede creer. Salud y rompe en llanto.
Ya se emocionó hasta las lágrimas cuando vio a su familia en la sala vip del aeropuerto y cuando escuchó los primerios “olé, olé, olé, Valen...Valen”, mientras subía a la autobomba. En ese momento dialogó con El Tribuno: “Significa un sueño lo que estoy viviendo, estoy muy emocionada y no caigo”.
“A la gente le digo que gracias por todo y estoy muy emocionada”, dijo sin imaginar lo que iba a pasar apenas unos minutos después en una caravana interminable que tuvo un cierre de película con una lluvia de papeles picados y la bandera de Popeye Béisbol Club, su lugar en el mundo, colgada en la avenida Reyes Católicos, en la zona norte de la ciudad, muy cerca de su casa.
“Fue mucha emoción y hay que respetar el protocolo así que seguimos un poco contenidos. Era esto o que se quede encerrada Vamos a respetar y hacer las cosas bien para que ella rompa la burbuja así juega el Panamericano”, contó Gabriel Raposo a este diario momentos después de verla a Valentina.
En el camino no solo lloró Valentina, la autora de dos goles en Tokio 2020 (a España y Alemania), sino también su mamá que jamás en toda la competencia pudo contener su emoción.
Fue un recibimiento similar al que tuvo Kevin Benavides en enero, después de ganar el Rally Dakar. Ella escribió una de las páginas más importantes de la historia en el deporte salteño porque es la primera en obtener una medalla, en su caso la de plata tras el segundo puesto en los Juegos Olímpicos. También se convirtió en una de las deportistas más jóvenes en subirse al podio en un JJOO: la segunda, solo detrás de una joven Gabriela Sabatini que con 18 años y cuatro meses obtuvo su medalla en Seúl 1988.
Valentina Raposo deberá cumplir un estricto aislamiento en su casa para poder viajar a Santiago de Chile el 15 de agosto próximo y sumarse a Las Leoncitas, el torneo para el que ella se preparó durante toda la pandemia. Sin embargo la sorpresa de ser convocada a Tokio le cambió la vida y tuvo que salir a hacer el pasaporte rápidamente.