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El joven es oriundo de San Antonio de los Cobres, descendiente de originarios, y su pasión por la montaña va más allá del deporte y de los desafíos. “Siento una conexión espiritual. La montaña es mi casa, mi dios”, expresó.
3 DE Agosto 2022 - 11:07
Jaime Soriano (40) es un joven montañista nacido y criado en San Antonio de los Cobres. Es descendiente de los pueblos originarios de la Puna y desde muy pequeño siente una verdadera pasión por las montañas. En ese camino hizo cumbre en los principales picos del país y de toda la región.
“Desde niño comenzó mi contacto con la naturaleza. Mis abuelos vivían en el campo, en un paraje a unos 40 kilómetros de San Antonio y solíamos ir con mis padres muchas veces caminando, porque no había para pagar el transporte. Para nosotros era un juego, disfrutábamos mucho caminar, subir y bajar, admirar las montañas”, recordó.
De más grande, Jaime sintió la necesidad de acercarse más y más a esas impactantes formaciones rocosas, de subir las montañas, de sentarse en sus cumbres. A la par de sus estudios, el joven practicó atletismo lo que le proporcionó un alto rendimiento físico. Una vez finalizado el secundario cursó una tecnicatura en Turismo y se recibió también de guía de montaña en la prestigiosa AGGM (Asociación Argentina de Guías de Montaña), con sede en Bariloche.
Lo que fue un hobby se transformó en una profesión y en un medio de vida para el joven puneño. Sin embargo, respecto a su relación con la actividad Jaime contó: “Mi relación con la montaña va más allá de lo deportivo, de lo laboral, es una conexión espiritual. Cuando estoy en una montaña siento que es mi casa”. Luego agregó: “Para mí es un dios. Siento su poder, su inmensidad frente a mi pequeñez”.
Consultado por El Tribuno sobre si alguna vez sintió miedo frente a alguna situación compleja en las alturas, explicó: “Como originario, pese a haberme criado en una familia cristiana, tengo una relación íntima con la Pachamama y me encomiendo siempre a ella. Le tengo respeto y siento su protección. Le concedí mi vida. Es decir, siento confianza, no tengo miedo, es mi casa”.
De entre la gran cantidad de cumbres alcanzadas a lo largo de su vida, señaló que la del volcán Llullaillaco es la más apasionante por su historia, por su riqueza cultural.
“En tiempos en los que no había tanto vehículo 4x4 ni tanta accesibilidad estuve allí muchas veces, 24 en total. Y cada cumbre constituye un momento muy especial en mi vida, de sensaciones profundas. Puedo sentir la montaña viva y todo su poder. Entiendo en ese momento el por qué los incas la eligieron como lugar sagrado”.
Por sus conocimientos, su capacidad física y su filosofía de vida, muchos comparan a Jaime con los sherpas, nativos de Nepal, famosos guías de montaña en el Himalaya capaces de enfrentar los desafíos más exigentes.
Jaime trabajó en el Aconcagua y trepó a los techos más altos de América. Hoy se prepara para viajar a Nepal, donde en la cordillera del Himalaya lo espera Manaslu, también conocida como Kutang, la octava montaña más alta del mundo. La cumbre alcanza los 8.163 metros y está situada en el macizo Mansiri Himal. Su nombre significa “Montaña de los Espíritus” y es precisamente donde el salteño buscará la paz, la armonía y sobre todas las cosas conectarse espiritualmente con la Pacha, su santa protectora.
“Este proyecto me demandó mucha preparación, no solo física sino también espiritual y mental. Es una montaña técnica, totalmente diferente a las que estoy acostumbrado, pero estoy listo”, relató.
Pero a los desafíos físicos y espirituales, se suma el económico ya que se trata de un viaje en extremo costoso. Pese a su importancia, no ha recibido un apoyo del Gobierno que le permitiera alivianar la carga.
“El montañismo no es una disciplina que se tenga en cuenta a nivel estatal en Salta o que reciba el apoyo que reciben otras, como el fútbol o el rugby. En otras provincias puede notarse un interés mayor y en otros países ni hablar”, se lamentó.
El avión partirá el viernes 19 del corriente y si todo sale bien, estará de regreso el 12 de octubre con un cúmulo de experiencias y anécdotas para transmitir a los alumnos de su escuela de montañismo.
“Siempre busqué transmitir mi amor por la naturaleza a los más pequeños y a quienes me rodean”, contó Jaime. Con ese fin, formó una escuela de montañismo en San Antonio de los Cobres que este mes cumplirá 10 años. La misma, funciona en un espacio cedido por la Municipalidad en el complejo deportivo local y cuenta con muros de escalada donde tanto alumnos de 5 años como de más de 25 pueden realizar sus prácticas.
“Es toda una trayectoria, un largo camino recorrido. El lema de la escuela es que somos una familia. A través de ella busco transmitir a los chicos de mi pueblo el amor y el respeto a la naturaleza. Hoy la institución está más fuerte que nunca, impulsada por el interés y la alegría con la que los niños abrazan esta actividad. Ellos son su fortaleza”, aseguró.
El joven montañista contó que las puertas están abiertas para todos aquellos que quieran sumarse a la propuesta. Las actividades se desarrollan todos los fines de semana, a partir del mediodía.