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Doña Nilda recibió a El Tribuno en la cocina de su comedor de la comunidad indígena ava guaraní Yariguarenda. Foto: Antonio Gaspar.
Lo mío es: Nilda Herrera, cocinera de Yariguarenda
14 DE Octubre 2023 - 01:57
El comedor de Nilda Herrera ya es un clásico de los sábados y domingos en el paraje Yariguarenda, ubicado a 13 km al norte de Tartagal, sobre la ruta nacional 34.
Junto a hijo Joel Albornoz proponen lo mejor de la gastronomía ancestral del pueblo ava guaraní. Es decir, parten de la concepción de una gastronomía con identidad. El comedor está ubicado en el acceso principal a la comunidad indígena. En su vereda hay lapachos antológicos donde coloca sus mesas a la calle, y en su patio interior tiene las mesas bajo unos limoneros inmensos que le dan un fresco natural al calor del norte tropical.
Una limonada para recibir a visitante y dona Nilda comienza su relato: "La carta tiene las mismas comidas que comemos en la comunidad, los mismos platos que comían nuestros padres y abuelos. Todos tienen la producción del lugar por lo que muy pocas cosas se compran de los almacenes. Son productos de nuestra tierra y por lo tanto se siente la diferencia", le dijo Nilda a El Tribuno.
La carta es corta, pero segura: sopa de maní, pescado frito, chancho a la olla, picante de lengua y de pollo. Sólo el arroz se compra en los almacenes. El resto es producción de la comunidad.
Para dar un ejemplo: hasta su hija Abigail encontró una forma de tener ingresos económicos ante la creciente demanda del comedor de Nilda. Comenzó a incubar y producir pollitos que, cuando se hacen grandes, se los vende a su mamá para los picantes y las sopas. Son animales criados con alimentos agroecológicos.
Todos puede ver cómo los crían, cómo trabajan la huerta de donde sacan las verduras para las ensaladas, saben el nombre y apellido de los vecinos la papa, el maíz, la mandioca, los ancos, el maní. Los jugos son naturales de mangos, limonadas, de pomelos, de papaya; toda es producción local. La comida en consecuencia forma parte de otro paradigma.
Ellos comenzaron desde antes de la pandemia a trabajar ofreciendo sus comidas en la Feria Campesina Indígena de Zanja Honda, Tartagal. Tras la reclusión que impuso la cuarentena las dos visiones temporales confluyeron para modificar la idea principal del negocio gastronómico. Ahí entra el protagonismo de su hijo Joel con su visión de emprendedor y Nilda como protectora de las recetas ancestrales.
El más joven propuso trasladar el negocio a la casa familiar y hacer que los clientes lleguen. "Mi sueño siempre fue tener un comedor que sea fresco, agradable, cómodo, familiar; pero por sobre todo: quería que sea nuestro. Es por eso que le propuse a mamá salir de la feria y venir a trabajar en casa".
La idea fue un éxito. Hace menos de dos años que están en Yariguarenda y cuando abren están colmados hasta pasadas las 15. Llegan autos desde Bolivia al comedor que forma parte de la Plataforma de Turismo Rural Comunitario Yariguarenda, creada recientemente uniendo a quienes se animaron a desarrollar ofertas turísticas en la comunidad. Se trata de las familias del lugar que se agruparon en una plataforma que organiza el trabajo destinado a recibir a visitantes. Es por eso que hay familias que producen alimentos que luego los utiliza Nilda en sus comidas. Son platos de estación que se van dando según lo que brinde la naturaleza. En verano las humitas de Nilda son de exportación.
Cuando su cocina deja de ser un horno por el intenso trabajo, pasadas las 15, cuando sólo quedan los que toman cerveza o reciben la "compostura" de la sopa de maní, es cuando Nilda puede hablar mientras disfruta de una limonada.
"Yo comencé a cocinar por necesidad, pero ahora estoy disfrutando lo que hago. Mucha gente viene y regresa luego. Muchos piden hablar conmigo para felicitarme por la comida y ya me cuentan de dónde son, a qué vienen, en qué trabajar, y así se van convirtiendo en más que clientes. Muchos vienen desde Yacuiba porque les conviene por el cambio. Pasan a Salta y cuando están de regreso vuelven a comer acá. Eso me hace feliz", dijo.
Conoce su rol en la comunidad y sabe que la salida a la difícil situación económica es colectiva. "Acá trabajamos 3 personas y hasta 4 a veces que viene mucha gente en los fines de semana largo. Además le damos una salida segura a la producción de los vecinos. Es por eso que decimos que somos varias familias las que vivimos del comedor y es eso me da orgullo. Además es una forma de mantener viva la memoria pues mis hijos también participan en la producción de los platos más tradicionales. Cuando ya no pueda venir a trabajar, ellos tendrán un conocimiento que le servirá de sustento", dijo doña Nilda secándose las manos en el delantal.
Turismo Rural
Yariguarenda significa: tierra de sapos. Forma parte del amplio territorio guaraní, situado entre Tartagal y Pocitos. "Desde el 2014 comenzamos a desarrollar el Turismo Rural Comunitario que es una herramienta que utilizamos para el desarrollo local con identidad. Los visitantes pueden encontrar los misterios de yungas, el encanto de nuestros ríos con cascadas, el avistamiento de aves exóticas; pero también las expresiones de la cultura ava guaraní. Así como hay un carnaval, también contamos la memoria con las comidas", dijo Natalia Valdez, referente de la comunidad.
En la Tierra Sin Mal la comida dice, enseña y cuenta que sus platos, comunes con Bolivia, la comida va contando historias desde los tiempos en que las fronteras de los estados nacionales no existían, de cuando no había petróleo, de cuando los tucanes no tenían miedo.