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Puesteros de comida y artesanos contaron la situación económica y laboral que atraviesan como trabajadores en negro.
4 DE Noviembre 2023 - 14:18
Salta no es ajena a la situación económica del país, que vuelca a muchos ciudadanos a resignarse con un trabajo en negro o a buscar ingresos de cualquier manera, ya sea vendiendo comida o algún producto desde sus casas o en la calle.
Dentro de los empleos informales se encuentran los vendedores ambulantes, puesteros de comida, artesanos, entre otros rubros. El Tribuno recorrió las calles salteñas en busca de testimonios de trabajadores precarizados, quienes aseguraron que lo más preocupante para el que vive del día a día, es el plato de comida en la mesa y la salud.
Carolina Lamas, una joven de 26 que atiende un puesto de comida sobre avenida Independencia, contó su situación laboral: "atiendo aquí 5 horas por $2.000 y es el único trabajo que tengo, también cobro la AUH pero no me alcanza para nada, tengo que buscar precios y gastar lo menos posible", expresó. En cuanto a ganancias en la venta, la joven calculó que se vende unos $15.000 por día, pero que todo lo recaudado va para la propietaria del puesto.
Sin estar inscripta en algún registro de trabajo informal ni monotributo, Carolina cuenta que tampoco tiene obra social, que debe asistir a los hospitales públicos y tiene que esperar casi 3 horas para poder ser atendida. "Mis dos mayores preocupaciones son la comida para todos los días y la salud, tengo mi hijo así que trabajo que tenga un plato de comida todos los días", expresó.
Liliana Carrizo es una mujer de 63 años y que desde hace una década vende empanadas. En su caso, ella está inscripta en el monotributo social y paga casi $9.000 por mes, que incluye la obra social. "Me inscribí para poder jubilarme este año. Antes trabajaba de mucama pero me cansé, tengo mis aportes pero igual me falta", cuenta Liliana.
La señora especificó que actualmente vive sólo de la venta de empanadas y que "lamentablemente no alcanza para nada", más aún en su caso que sólo trabaja los fines de semana, debido a que debe cuidar a su mamá. "Vendo por día entre 5 y 6 docenas a $2300 cada una, lo que me genera un poco más de $10.000", detalló. Por otro lado manifestó que la obra social "es un problema", porque PAMI no estuvo entregando los pañales que su madre necesita usar.
Al registrar aportes y estar pagando el monotributo social, no pudo acceder a los planes recientemente lanzados por el Gobierno, como el fondo para el desempleo. Pese a eso, Liliana continúa trabajando y expresa que su mayor preocupación es la salud y que no falte nunca el pan de cada día: "Solamente pido seguir teniendo fuerzas para mantenerme a mi y a mi mamá", concluyó.
Otro duro testimonio fue el de Luis Navarro, un artesano de 56 años que vende juguetes de madera y duendes de tela en la Plaza Güemes, contó a este diario que, al igual que muchos de sus colegas, vive de lo que vende en el día. "Si bien venimos a vender sólo sábados y domingos, un artesano trabaja los 7 días de la semana porque los productos que uno expone aquí se hacen todos los días", manifestó.
El artesano detalló que en un buen día de ventas gana entre diez y quince mil pesos, pero que también hay días que no se vende nada. Ante la pregunta de si cuenta o no con obra social, Luis sentenció que "para los artesanos no existe la obra social", ni tampoco se inscribió a ningún monotributo "porque no me dan los números". El artesano detalla que él vive de la artesanía pero también apoyado en lo que hace su pareja, la cual también se desempeña en el mismo rubro.
En cuanto a la salud, lamentó que en sus ingresos no pueda contemplar gastos en médicos ni medicamentos: "No podés enfermarte porque vas al hospital y gastás, no podes comprarte materiales nuevos porque la economía no te da ni siquiera financiado, porque antes comprabas una herramienta en 12 cuotas y ahora vas a querer comprartela y te la dan en 3 nomás", dijo.
Por último, manifestó que hace falta más apoyo para el artesano, ya que no reciben ningún tipo de ayuda: "Todos hablan de nosotros pero ninguno propone un microemprendimiento o algún crédito", finalizó.
Virginia Quipildor, una artesana de 39 años que también se instala los fines de semana en la Plaza de la Legislatura a vender artesanías de cuero, detalló cómo es su situación laboral y económica: "Estoy en el monotributo social y pago $1500. En mi caso, vivo de las artesanías que vendemos, aquí los fines de semana y de lunes a viernes en una galería céntrica".
Virginia especificó que por día puede llegar a vender unos $30.000 en productos y por fin de semana un aproximado de $80.000 pesos; respecto a la venta durante la semana, hay días en los que hace unos $10.000 y otros en los que ni abre caja. "A ese monto hay que restarle la comida, reponer material para hacer más productos, el transporte y pagar el espacio. A veces salimos empate con los gastos y no hay ganancias", expresó.
Virginia padece la crisis económica día a día y especificó que hay gastos que tuvo que acortar. "Uno ya no sabe lo que es comprarse ropa, o salir a cenar. Estamos muy mal ahora, tampoco nos permitimos comer variado", lamentó. Por otro lado, la inflación también impacta en sus productos, ya que no sabe cómo actualizar los precios y cada vez que se stockea de insumos les sale más caros.
Respecto al tema salud, la artesana acude a los centros de salud públicos y que se encuentra tramitando la obra social con el monotributo social, pero asegura que el sistema de salud ya no es el mismo después de la pandemia y que algunos medicamentos que antes se entregaban gratuitamente, ahora hay que comprarlos por aparte.
"Lo que más priorizo es la salud, porque cuando uno está bien puede salir como sea a buscar la plata de cada día, en mi caso yo me encargo de los gastos de la casa, somos 4 y mi marido se encarga más del campo", finalizó.