Salta puede tener un apogeo minero, pero en ese camino hay reclamos que no se deben desoír. Dar respuestas a tiempo acelerará el rumbo. Para el desarrollo de esta actividad, que traerá fuertes inversiones y trabajo genuino, urge disponer de una infraestructura acorde a una provincia que desde afuera es mirada como inminente potencia del litio. Es clave que las autoridades nacionales y provinciales tengan visión de futuro, que instrumenten políticas y recursos para que fluya todo el movimiento productivo, dinamizador, económico y exportador que genera este sector.

Esta actividad se perfila como un motor central para una nueva Salta, una provincia donde muchas familias esperan tener mejores oportunidades. Los empresarios lo dicen con claridad: aún no se toma dimensión real de los volúmenes de inversiones y la cantidad de insumos que se deberán trasladar hacia la Puna salteña.

Las autoridades son conscientes de que Salta tiene los minerales que el mundo necesita. La transición energética y la electro-movilidad son puntos bien plantados en el presente y con mucho desarrollo para el futuro.

Pero para estar alineados a esa demanda global tiene que haber un plan claro, con obras concretas y sin dilaciones. Llegar a ese horizonte promisorio es imposible, por ejemplo la ruta nacional 51 que va hacia la Puna sigue en pésimo estado. Hubo varios anuncios de obra, pero aún es una odisea circular por allí para los camioneros. Salta no puede permitir eso y dejar pasar una oportunidad de cambio.

La falta de infraestructura no solo atenta contra el desarrollo de la actividad, sino que pone en riesgo la vida de los trabajadores. El Gobierno nacional tampoco avanza en un plan serio para reactivar el ferrocarril de cargas.

La demanda para el optimo desarrollo minero es transversal. En los diferentes proyectos que avanzan en la Puna hay otro denominador común: la falta de trabajadores capacitados. Si bien hay mayor oferta académica, en las plantas deben dar cursos rápidos para los nuevos operarios. Así, las primeras prácticas se hacen con maquinarias costosas que terminan con una menor vida útil.

Salta, entonces, tiene que fortalecer el escenario para la inversión. Se estima que por año esa inyección de dinero ascienda a 2 mil millones de dólares. No hay registros de una actividad que mueva ese nivel de recursos. Justamente, por eso, los empresarios reclaman que el Estado tenga una mayor estructura para atender los procesos administrativos y las evaluaciones de impacto ambiental. Son claros: remarcan que se debe crear un ministerio de Minería. En la actualidad funciona una secretaría que también incluye al área energética.

El tiempo corre rápido. Para el año que viene, pese a todas las adversidades, se pondrá en marcha de la mina Taca Taca un megaproyecto de cobre. Y en la lista de largada se van anotando otras empresas internacionales para el carbonato de litio.

Algunos de esos puntos fueron expuestos en la jornada central de Hablemos de lo que viene: Minería SLA. Se trata de un ciclo que organiza El Tribuno con los temas centrales para Salta. La descripción de las urgencias locales las abordaron Diego Pestaña, titular de Capemisa; Carlos Ramos, presidente de la Cámara de la Minería de Salta; y el empresario Emiliano Gómez Martínez, con la moderación del periodista Daniel Bosque.

Roberto Lencina, geólogo tucumano y especialista en resolución de conflictos; Marita Ahumada, presidenta de la Cámara Mendocina de Empresarios Mineros y directora del Comité Asesor de WIM Argentina (Women in Mining), plantearon que la minería es cada vez más inclusiva y abierta a la sociedad.

Coincidieron en que hay una minería más "humanizada", sobre todo por la incorporación de mujeres a una actividad que históricamente era muy "masculinizada". Hoy, por cierto, ya es común encontrar transportistas y operadoras. Las mujeres no solo se desempeñan como secretarias, abogadas o personal de maestranza.

La minería está en un camino de modernización interna, con estrictos protocolos para el cuidado del ambiente, generando un cambio de vida para los trabajadores No obstante, pese a este avance, el Estado sigue dando viejas respuestas, y a veces, nulas.