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Un médico experto en tabaquismo habla acerca de los principales desafíos que se presentan para aquellas personas que desean dejar de fumar. Los tratamientos médicos más adecuados para alcanzar el objetivo.
6 DE Agosto 2023 - 17:35
El consumo de tabaco es la principal causa de enfermedad, discapacidad y muerte en el mundo. Cada año mueren casi 8 millones de personas como consecuencia del tabaquismo.
En el país, según datos del Ministerio de Salud, mueren unas 45 mil personas por año por enfermedades relacionadas con el tabaco, es decir, el 14% de todas las muertes en el país.
Asimismo, la mitad de las personas fumadoras muere de una enfermedad relacionada al consumo de tabaco y viven en promedio 10-15 años menos que las no fumadoras.
A pesar de contar con números que alarman, los testimonios generales de las personas que desean dejar de fumar demuestran que es una tarea difícil y en una gran cantidad de casos resulta extremadamente frustrante. El tabaco es una droga y como tal es difícil dejarla.
La nicotina es la principal droga adictiva que hay en el tabaco, que hace que sea tan difícil dejar de fumar. Los cigarrillos están diseñados para hacerle llegar nicotina al cerebro rápidamente y allí desencadenar la liberación de sustancias químicas que lo hacen sentir alegría, felicidad y, en algunos casos, picos de adrenalina.
Esteban Chilelli, médico especialista en Tabaquismo del Sanatorio Modelo de Caseros, habló acerca de las estrategias médicas más efectivas para acompañar a los pacientes que quieren liberarse del tabaco.
“Numerosos estudios médicos demuestran que el organismo empieza a mejorarse inmediatamente al dejar de fumar, aunque haya fumado varios años y, al mismo tiempo, prolonga la sobrevida aun en personas de más de 65 años”, introduce Chilelli y explica que “existen cuestiones orgánicas, psicológicas y culturales que convierten al proceso de liberarse del hábito de fumar en algo complejo”. Sin embargo, en sus largas décadas de experiencia, reconoce que los pacientes que acuden a un tratamiento profesional logran dejarlo y, a su vez, sostener la decisión de no fumar en el tiempo.
“Como para cualquier otra adicción, para dejar de fumar, se indica un tratamiento médico con terapia cognitiva y conductual sostenido en el tiempo que incluye psicofármacos cuando la resistencia o gravedad del caso lo requiere”, asegura.
Y arroja un dato: “Los pacientes que tienen ayuda con un tratamiento médico tienen casi un 30% más de probabilidad de lograrlo que aquellas personas autodidactas que no cuentan con apoyo profesional”. Y pone de ejemplo a una persona que decide escalar el Aconcagua sin guía de montaña y sin el equipo deportivo adecuado, con otro que tiene el mismo objetivo y cuenta con las herramientas adecuadas.
Entre las dos grandes consecuencias que ocurren cuando se deja de fumar aparece la abstinencia y la compulsión por fumar. “Con los tratamientos esto disminuye y los pacientes casi no sienten ese problema”, confirma.
En relación al tiempo promedio que lleva dejar de fumar, dice que el promedio son 3 meses: “Cualquier terapia farmacológica y no farmacológica está demostrado que más o menos tiene que ser más de dos meses. Y recién se considera éxito de cesación tabáquica al año ya que, existen varias etapas: después de la acción propiamente dicha de dejar de fumar viene otra etapa que es la de mantenimiento que se prolonga por 12 meses”. A su vez, en consultorio cuenta que atiende a sus pacientes cada 15 días durante tres meses.
“En la primera entrevista pautamos una planificación que aborda distintas esferas, ya que la adicción al tabaco involucra el aspecto social, físico y la psicológico. También se intenta definir qué significa el cigarrillo para cada persona que llega a la consulta y a qué situaciones lo tiene asociado”, señáló.
Y enseguida detalla las tres esferas de la adicción: “La esfera social hoy es menos dura porque hay legislación que ayuda; la psicológica la trabajamos desde un abordaje cognitivo conductual; y la esfera física la trabajamos con dos tipos de tratamientos farmacológicos: con sustitutos nicotínicos y con otras sustancias no nicotínicos".
"Los sustitutos nicotínicos son los suplementos de nicotina como parches, pastillas, chicles e inhalatorios intranasal. Y la opción farmacológica no nicotínicos está el Bupropion, que es el más conocido, y la Varenicline, que hoy está en segunda línea. También existen más opciones, pero son menos conocidas”, agregó.
Según indica Chilelli, en la generalidad de los casos se observa la recuperación del gusto y la ausencia de olor a tabaco en el cuerpo. También se reconoce mayor capacidad aeróbica en actos cotidianos que antes las personas fumadoras no lograban realizar (por ejemplo, caminan más de lo habitual o pueden subir una escalera que antes no podían subir).
“Estas son las respuestas que logran observarse en el corto plazo. Con el tiempo también disminuye el riesgo cardiovascular y, al término de 10 años de haber dejado de fumar desaparece el riesgo oncológico. Es decir, que una persona que dejó de fumar hace 10 años tiene el mismo riesgo oncológico que puede tener aquella que nunca fumó”, explica.
Según la Sociedad Americana contra el Cáncer, hay beneficios casi inmediatos tras dejar el tabaco: a los 20 minutos baja el ritmo cardíaco y la presión sanguínea; a las 12 horas, el nivel de monóxido de carbono en sangre baja al nivel normal; a los tres meses ya ha mejorado la función pulmonar y antes del año, disminuyen la tos y la dificultad para respirar.
Por otro lado, un estudio demostró que dejar de fumar antes de los 35 años iguala el riesgo de muerte con los no fumadores.