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Bernardo Salduna.
5 DE Septiembre 2023 - 01:35
Por Bernardo Salduna*
(Exvocal del Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos)
Leyendo una conocida autobiografía del gran político británico Winston Churchill, narra un episodio personal que me resultó por demás interesante: Buscando datos históricos sobre las guerras napoleónicas, a comienzos de los años 1930, Churchill visitó la ciudad de Munich, en Alemania. Adolfo Hitler recién comenzaba a destacarse en el panorama político germano, y el visitante inglés manifestó su interés en conocerlo.
Se contactó con un joven alemán, que oficiaba, algo así como hombre de "relaciones públicas" del jefe nazi, quien le prometió un encuentro a solas entre ambos. En la conversación preliminar se habló del tema del antisemitismo. El intermediario defendía la postura hitleriana con el argumento que los judíos arruinaban a Alemania, eran especuladores, ladrones, usureros, explotadores. Con estricta lógica, Mr. Churchill replicó: que, si era así, había que perseguir y castigar al ladrón, al especulador, al usurero, al explotador. Pero que él no entendía por qué la persecución se extendía incluso a ancianos, mujeres o niños, sin culpa, por el solo hecho de su origen racial o religioso. "Puedo comprender -decía Winston- la ira contra unos judíos que hayan perjudicado a su país. Pero, ¿qué sentido tiene oponerse a un ser humano simplemente por su nacimiento? Un hombre no elige la forma en que nace".
Parece que el relacionista trasmitió a su jefe la opinión de Churchill, el hecho es que la entrevista se canceló. Más allá de lo anecdótico, el episodio es demostrativo de algo que en la historia se ha repetido más de una vez: en momentos de grave crisis nacional, sea en lo económico, en lo social o en lo político, que genera angustia y desesperanza a grandes sectores de la población, aparece una figura, por lo común de fuera del sistema "outsider", le diríamos ahora- que señala un culpable: un grupo de personas ligadas a una raza, religión, cultura, ideología, actividad o lo que fuere. Lo que es peor, consigue que la gente le crea, se convenza de que eso es así. Entonces, la solución al problema no puede ser otra que la eliminación del elemento perturbador, de ese tumor maligno inserto en el cuerpo social.
No pretendo por supuesto extrapolar situaciones de tiempo lugar y circunstancias que son, con toda obviedad, totalmente diferentes. Pero entre nosotros, también en momentos de crisis un candidato ha levantado la consigna, y comprobamos que mucha gente la ha creído: hay economía en crisis, inflación, inseguridad, pobreza, falta de trabajo ¿quién tiene la "culpa"? No un determinado gobernante o figura pública, con nombre y apellido y responsabilidades concretas: la tiene eso que indistintamente se ha dado en llamar la "casta política". El candidato, promotor del término, agrega al sustantivo "casta" los adjetivos de "parasitaria, chorra e inútil"
Es cierto que, en un sentido amplio la dirigencia política no se ha lucido mucho los últimos tiempos. Pero, ¿es correcto, y sobre todo, es justo, atribuir responsabilidades "en bloque" a gente que no le cabe el mismo parámetro o, directamente es ajeno/a a los desaguisados cometidos? ¿Todos los políticos y políticas que actúan o han actuado en los distintos ámbitos, nacional o local, se merecen en igual medida los duros calificativos que mencionamos más arriba?
Honestamente, no parece muy "liberal" alguien que proclama ser el único "bueno", descalificando en bloque a todos los del otro lado.
En la difícil tarea de gobernar, más todavía, en una sociedad padeciendo una crisis profunda como la Argentina, será necesario, indispensable, más el consenso que la confrontación. Si el eventual futuro mandatario, que ha descalificado sin mayores distinciones a sus adversarios, se ve obligado a buscar acuerdos ¿sus votantes no considerarán una claudicación esta "transa" con la "casta"?
* (Publicado por Club Político Argentino)