Saúl tiene 4 años, siempre se frota los ojitos porque dice que le pican y en la salita de pre jardín parece no interesarse por las actividades, no le gusta dibujar ni pintar y solo se divierte cuando juega en el patio con los otros nenes. A veces dice que le duele la cabeza pero tiene la dicha de tener una seño atenta que habla con su mamá. Le explica que su hijito, o puede tener algún problema de aprendizaje o tal vez visual por eso la mamá, bastante angustiada decide consultar más que rápido con una oftalmóloga infantil.

El consultorio está en un segundo piso con un ventanal amplio que da a la calle y cuando la oftalmóloga le coloca los cristales adecuados Saúl abre grandes sus ojitos negros y mira para todos lados con carita de sorpresa. Se acerca al ventanal y con una alegría indescriptible que la emociona a la mamá y a la profesional, señala con su manito en alto lo que ve en la calle. Los autos, la gente, los árboles, todo le llama la atención. Sencillamente porque hasta momento nunca había visto todo a la distancia con tanta claridad. Todo lo que ve en el consultorio médico lo toma en sus manitos y lo mira de cerca y en su expresión se le nota que es la primera vez que tiene lapices, anotadores, que ve con toda nitidez; Saúl los mira y sonríe, no deja de sonreír.

La situación de los niños con problemas de visión

Esa es la situación de cientos de niños que tienen problemas de visión y que muchas veces los docentes y hasta algunos profesionales pueden confundir y dar un diagnóstico equivocado porque no todos tienen la dicha de Saúl, de tener una maestra atenta y sobre todo experimentada y papás con obra social que pueden solucionar al momento un tema que para los niños es frustrante, angustiante y doloroso. Muchos niños y niñas con problemas de visión son de familias de escasos recursos económicos y aún con la receta del oftalmólogo del hospital público en la mano, sus papás tampoco podrán comprarle los anteojos que tienen un costo que superan ampliamente los $60.000.

Tres años atrás, buscando mejorar la calidad de vida de muchos niños del departamento San Martín y también de adultos, en especial de ancianos, un grupo de voluntades lideradas por un joven profesional de Tartagal, el licenciado Edgar Domínguez conformaron la fundación Raíces. La entidad, antes de abocarse a trabajar en cualquier proyecto hizo un sondeo acerca de las necesidades menos atendidas en el norte de la provincia y concluyeron que eran los sanmartinianos con problemas visuales y a quienes por su condición económica les era imposible acceder a comprarse sus anteojos, los que necesitaban ser asistidos.

Se trata de gente de diferentes edades que no cuentan con obra social como es el caso de la inmensa mayoría de los habitantes del norte de la provincia. Para un niño, para un adolescente que ha pasado toda su niñez con este problema, se torna muy difícil poder estudiar, y para un adulto representa enormes dificultades poder trabajar o desarrollarse en su vida cotidiana. Por eso, tener sus anteojos en forma gratuita es para ellos un sueño cumplido, difícil de entender para aquel que con receta en mano puede ir a la óptica porque los puede pagar o porque la obra social les cubre el costo.

30 personas beneficiadas

En la sexta entrega que se concretó el 16 de enero pasado, los beneficiarios fueron 30 personas entre niños y adultos de Tartagal, Coronel Cornejo y hasta del paraje Acambuco; para la séptima entrega que se realizará antes del inicio del período escolar, la mayoría de los anteojos que se entreguen de manera gratuita serán para niños y niñas, alrededor de 30, y según explica Domínguez, quien actualmente es diputado provincial por el departamento San Martín pero sigue adelante con el proyecto Verte mejor, "al ser tanta la demanda, las personas que quieran acceder al programa, deberán pasar por una pre selección, enviando la receta de los anteojos y comprobando que no poseen ningún beneficio de obra social ni coseguro, adjuntando la certificación negativa emitida por ANSES. Todas las solicitudes van a tener una pronta respuesta y luego de la preselección, se les dará fecha de entrega de los mismos".

Para poder hacer realidad el proyecto que no tiene financiamiento oficial, el licenciado Edgar Domínguez cuenta con la valiosa colaboración de una óptica de Tucumán que le provee los anteojos a menor precio que el de venta al público, pero como muchas personas solidarias elige no dar a conocer su nombre. Las listas de niños y niñas son interminables pero de a poco, cada uno irá recibiendo sus anteojos a lo largo del año dentro de una iniciativa solidaria en la que ojalá más ópticas salteñas y personas de bien de San Martín pudieran sumarse.