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El aprendizaje se encuentra al borde de un cambio profundo. Las casas de altos estudios, seculares guardianes del conocimiento y la formación profesional, están en una encrucijada
19 DE Octubre 2024 - 01:25
¿Están las universidades listas para enfrentar su propia transformación radical? ¿Podrá la inteligencia artificial reemplazar la tradicional experiencia universitaria, que ha perdurado por siglos, con un nuevo modelo educativo personalizado y accesible para todos? Estas preguntas surgen a medida que una revolución silenciosa empieza a tomar forma en el mundo de la educación superior, impulsada por el avance imparable de la inteligencia artificial (IA).
En Argentina, este cambio llega en un contexto especialmente desafiante: una crisis presupuestaria que afecta gravemente a las universidades públicas. Sin embargo, la IA sigue su marcha, y plantea interrogantes sobre cómo las instituciones argentinas podrán enfrentar esta revolución tecnológica en medio de su propia crisis.
Mientras que los estudiantes y sus familias buscan alternativas más flexibles y económicas para aprender las habilidades que realmente necesitan en el mundo moderno, la IA se posiciona como el catalizador que podría hacer posible esta transformación. En este contexto, la tecnología no solo abre nuevas posibilidades, sino que también desafía directamente el sistema universitario tradicional.
Uno de los impactos más profundos que la IA tendrá en la educación superior es la capacidad de ofrecer un aprendizaje personalizado a cada estudiante.
Los tutores de IA, que ya están en desarrollo, prometen revolucionar el acceso al conocimiento. A diferencia del sistema universitario tradicional, que enfrenta limitaciones de recursos, la IA puede proporcionar a cada estudiante una experiencia educativa a medida, con tutores disponibles las 24 horas del día, los 7 días de la semana. La gestión curricular impulsada por IA también es posible y desafiará a la tarea docente tradicional.
El potencial de los tutores de IA es inmenso. Imaginemos una IA que pueda adaptar su estilo de enseñanza a las necesidades individuales de cada estudiante, proporcionando retroalimentación inmediata y ajustando el ritmo y la complejidad del contenido según el progreso del alumno. Esta proporción de 1 a 1 entre estudiante y profesor, que hasta ahora solo era posible en un contexto de clases particulares costosas, se convertirá en la norma gracias a la IA.
Además, el costo de este tipo de educación podría ser significativamente menor que el de una universidad tradicional. Las barreras financieras que históricamente han limitado el acceso a la educación superior podrían desmoronarse, permitiendo que más personas obtengan la formación que desean, cuando y donde la necesiten.
En Argentina, la situación de la educación superior es compleja y presenta desafíos adicionales.
El sistema público universitario se enfrenta a una crisis presupuestaria significativa que afecta directamente su capacidad de funcionar de manera efectiva. La reciente aprobación de la Ley de Financiamiento Universitario, vetada por el gobierno de Javier Milei, ha generado una fuerte reacción en el ámbito académico. Instituciones como el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y la Federación Universitaria Argentina (FUA) han organizado marchas en protesta, mientras que los docentes y no docentes realizan paros en reclamo de mejoras salariales, ya que sus sueldos han sufrido una depreciación de entre un 35% y un 55%. Este escenario crítico plantea una pregunta urgente: ¿cómo podrán las universidades argentinas, con tan poco margen de maniobra financiera, adaptarse a la transformación radical que traerá la IA?
A pesar de estas dificultades, la IA sigue avanzando, y su potencial para cambiar la educación superior no puede ser ignorado. Incluso en un país donde el presupuesto universitario está en crisis, la tecnología se presenta como una herramienta que podría ayudar a superar algunos de los desafíos estructurales que enfrentan las instituciones educativas. Por ejemplo, la IA podría optimizar la asignación de recursos, permitir una mayor eficiencia en la gestión académica y ofrecer soluciones de aprendizaje personalizadas que permitan a las universidades continuar ofreciendo educación de calidad a pesar de las restricciones presupuestarias.
Aunque la magnitud de esta transformación puede parecer distante o incluso exagerada, la realidad es que el cambio ya está en marcha. Muchas universidades tradicionales, tanto en Argentina como en el mundo, están explorando el uso de IA en sus currículos y en la gestión integral de las mismas, pero la velocidad a la que la tecnología avanza podría dejarlas rezagadas.
Conozco varias instituciones que ya están adoptando soluciones tecnológicas como los sistemas de gestión del aprendizaje (LMS) impulsados por IA, que pueden monitorear el progreso de los estudiantes, identificar áreas de dificultad y proporcionar recomendaciones personalizadas para mejorar el rendimiento académico.
Sin embargo, estos esfuerzos son solo el comienzo de lo que podría ser un cambio mucho más drástico en el sistema universitario.
En el caso de Argentina, además, el contexto presupuestario pone a prueba la capacidad de las universidades para adaptarse rápidamente a estos cambios. Mientras que países con economías más sólidas pueden invertir en el desarrollo de tecnologías educativas, las instituciones argentinas deben ser ingeniosas para integrar la IA de manera eficiente con recursos limitados. La IA podría, paradójicamente, ser la solución que ayude a las universidades a optimizar sus operaciones y reducir costos, permitiéndoles sobrevivir y evolucionar en un entorno cada vez más competitivo.
Las universidades tradicionales se enfrentan a una elección crucial: pueden adoptar la IA y transformar radicalmente su enfoque hacia la enseñanza, o pueden ignorar los vientos de cambio y enfrentarse a una posible irrelevancia. Es un escenario similar al que vivieron grandes corporaciones que no supieron adaptarse a las disrupciones tecnológicas, como Blockbuster frente a Netflix. Al igual que estas empresas, las universidades que no abracen el cambio podrían encontrarse fuera del mercado educativo en los próximos años.
Para las universidades argentinas, en medio de una crisis financiera y de un conflicto sindical, la IA podría parecer una solución lejana. Sin embargo, aquellas que logren adaptarse y aprovechar el poder de la IA, aun con recursos limitados, podrían liderar una nueva era en la educación superior. Al integrar la IA en sus modelos educativos, las universidades pueden no solo mejorar la calidad de la enseñanza, sino también ampliar su alcance a estudiantes que anteriormente no podían permitirse asistir a una universidad tradicional.
Actualmente, el 55 por ciento de las organizaciones en todo el mundo ya están utilizando inteligencia artificial en sus operaciones, mientras que un 12 por ciento adicional no la está usando aún, pero planea hacerlo en los próximos 12 meses, según un relevamiento de IDC 2023. Este crecimiento exponencial está teniendo un impacto directo en el mercado laboral, donde cada vez más profesionales están incorporando la IA como una habilidad clave en sus perfiles. De hecho, uno de los cursos más demandados en LinkedIn es "¿Qué es la IA?", lo que refleja cómo la aptitud en inteligencia artificial se ha convertido en el nuevo imperativo de contratación. Hoy en día, los líderes empresariales buscan profesionales con conocimientos de IA y muchos afirman que no contratarían a alguien que no cuente con estas habilidades tecnológicas, colocando a la IA en el centro de las competencias laborales del futuro. Esto interpela fuertemente a las universidades.
El impacto de la IA en la educación superior no se limitará solo a la enseñanza. Las universidades también podrían beneficiarse de la tecnología en áreas como la gestión académica, la investigación y el apoyo estudiantil para evitar la deserción e inclusive mejorar las tasas de graduación.
Uno de los principales obstáculos es la resistencia al cambio. Muchos educadores y administradores pueden sentirse amenazados por la IA, temiendo que la tecnología reemplace el papel humano en el proceso educativo.
Este temor no es infundado. Es probable que la IA transforme el rol de los profesores, pasando de ser el principal proveedor de información a desempeñar un papel más de mentor o facilitador, apoyando a los estudiantes en su viaje educativo en lugar de dictar lecciones enciclopédicas tradicionales.
En Argentina, las universidades públicas no solo proporcionan educación, sino que también son espacios de integración social y movilidad ascendente. El desafío, entonces, es cómo estas instituciones podrán adaptarse a un futuro dominado por la IA sin perder su misión original.
La "revolución silenciosa" ya está en marcha, y la pregunta no es si la IA transformará la educación superior, sino cuándo y cómo lo hará. Las instituciones que se adapten a este nuevo paradigma prosperarán, mientras que aquellas que lo ignoren corren el riesgo de quedar obsoletas. ¿Estamos listos para este cambio inminente?